sábado, 29 de diciembre de 2012

VICTOR JARA

El notable cantautor fue bárbaramente torturado por la dictadura pinochetista y eliminado de 44 balazos en el Estadio Nacional de Fútbol

Chile: piden la captura de militares acusados de asesinar a Víctor Jara

A 40 años del crimen, finalmente la justicia chilena ordenó el procesamiento de ocho personas. Uno de ellos vive en Estados Unidos, donde fue interrogado por el FBI. Jara es un símbolo de la canción de protesta latinoamericana.

Por:
Francisco Luque
 
A 40 años de su asesinato, la justicia ordenó la detención de ocho ex militares chilenos por su responsabilidad en la muerte del cantautor Víctor Jara, ocurrida  en el marco del golpe de Estado contra el gobierno constitucional de Salvador Allende en 1973.
El ministro de la Corte de Apelaciones, Miguel Vázquez, dictó procesamiento como autores de homicidio calificado a Pedro Barrientos Núñez y Hugo Sánchez Marmonti, y como cómplices a Roberto Souper Onfray, Raúl Jofré González, Edwin Dimter Bianchi, Nelson Hasse Mazzei y Luis Bethke Wulf. Al mismo tiempo, ordenó la captura internacional de Barrientos Núñez, conocido como "El Príncipe", ex jefe del centro de detención que funcionó en el Estadio Nacional de Chile luego del golpe y donde Víctor Jara fue visto con vida por última vez.
El texto del procesamiento indica que el día 11 de septiembre de 1973, la entonces Universidad Técnica del Estado –hoy Universidad de Santiago– fue sitiada por efectivos del Regimiento "Arica" del Ejército, quienes procedieron a la "detención masiva de docentes, alumnos y personal administrativo del establecimiento educacional". Estas personas fueron trasladadas luego hasta el Estadio Nacional de Chile. El escrito señala que "entre los docentes aprehendidos se encontraba el cantante popular y también investigador de dicha Universidad, Víctor Lidio Jara Martínez, quien ingresó al estadio junto al referido grupo de detenidos, para posteriormente ser ubicado con estos en las graderías de dicho recinto deportivo".
Durante su detención, Víctor Jara fue reconocido por personal militar y separado del resto de los prisioneros para ser llevado a dependencias ocupadas como salas de interrogatorios y tortura, donde fue agredido brutalmente en forma permanente por varios oficiales. Estos apremios e interrogatorios duraron entre los días 13 y 16 de septiembre de 1973, sin que estas prácticas obedecieran a procedimientos judiciales o administrativos previos.
El 16 de septiembre de 1973, los detenidos del estadio fueron trasladados a otros centros de detención. Víctor Jara fue retenido en el lugar, oportunidad en que fue eliminado a consecuencia de, al menos, 44 impactos de bala, según precisa el informe de autopsia. Junto a Jara fue asesinado el director de prisiones, Littré Quiroga Carvajal.
El informe del juez Vázquez señala que el cadáver de Víctor Jara, junto con los cuerpos de otras tres personas más, fue encontrado por pobladores, días después, en las inmediaciones del Cementerio Metropolitano, al sur de Santiago, en un terreno baldío cercano a la línea férrea, con signos evidentes de haber recibido una feroz golpiza y de haber sido rematado mediante múltiples impactos de bala.
El cuerpo de Jara fue llevado al Servicio Médico Legal. Su mujer, la estadounidense Joan Turner, pudo saber de su paradero gracias a que un funcionario de la morgue lo reconoció y dio aviso a su familia.
Un canal de televisión chileno había revelado hace poco que un ex recluta –José Paredes Márquez, quien también fue procesado– acusó a Barrientos Núñez, residente en Florida, Estados Unidos, de haber sido el autor material del homicidio del artista. "Le disparó a quemarropa casi, porque el hombre no le respondía, para mí que lo sacó de quicio y le disparó", declaró el conscripto. El teniente fue entonces interrogado por el FBI a raíz de un exhorto de la justicia chilena. "Yo nunca he estado en el Estadio Chile y no sabía lo que era el cantante Jara (…) yo no he matado a nadie", declaró.
La muerte de Víctor Jara es uno de los casos más emblemáticos en la búsqueda de Verdad y Justicia en Chile. Desde el día de su asesinato, su familia y diversas organizaciones de Derechos Humanos intentaron dar con los responsables. Aunque en 1990, luego de la llegada de la democracia al país, la Comisión de Verdad y Justicia determinó cuáles habían sido las circunstancias de su muerte, este procesamiento es un duro golpe a la impunidad con que se vieron beneficiados ex militares y agentes involucrados en crímenes durante la dictadura.  «

viernes, 28 de diciembre de 2012

Isarel

El terror que se oculta en un Árbol de Navidad
Israel trata de prohibir celebraciones no judías

Information Clearing House

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

“A menudo se habla de la gran minoría palestina de Israel en términos de la amenaza que plantea para la mayoría judía. La tasa reproductiva de los ciudadanos palestinos constituye una ‘bomba de tiempo demográfica’, mientras su principal programa político –la reforma de Israel en ‘un Estado de todos sus ciudadanos’– es prueba para la mayoría de los israelíes judíos de que sus compatriotas son en realidad una “quinta columna”.”
¿Pero quién imaginaría que los israelíes judíos podrían ser intimidados por un inocuo árbol de Navidad?
Este tema llegó por primera vez a la atención pública hace dos años cuando se reveló que Shimon Gapso, alcalde de Alta Nazaret, había prohibido los árboles de Navidad en todos los edificios públicos de su ciudad norteña israelí.
“Alta Nazaret es una ciudad judía y todos sus símbolos son judíos”, dijo Gapso. “Mientras yo ocupe este puesto, no se presentará ningún símbolo no judío en la ciudad”.
La decisión reflejó en parte su preocupación de que Alta Nazaret, construida en los años cincuenta como pieza central del programa “Judaizacion de Galilea”, estuviera fracasando en su misión.
Lejos de “tragarse” la vecina histórica ciudad palestina de Nazaret, como proponían los funcionarios, Alta Nazaret se convirtió con el paso del tiempo en un imán para nazarenos acaudalados que ya no podían encontrar un lugar para construir una casa en su propia ciudad. El motivo era que todo el espacio verde disponible de Nazaret había sido confiscado en beneficio de Alta Nazaret.
En vez de eso los nazarenos, muchos de ellos palestinos cristianos, han estado comprando casas de judíos en Alta Nazaret –a menudo inmigrantes de la antigua Unión Soviética– desesperados por irse de Galilea dominada por árabes y dirigirse al centro del país, para estar más cerca de Tel Aviv.
El éxodo de judíos y la afluencia de palestinos han llevado al gobierno a designar secretamente Alta Nazaret como “ciudad mixta”, causando el embarazo de Gapso. El alcalde es un resuelto aliado del político de extrema derecha Avigdor Lieberman y expresa regularmente virulentos puntos de vista antiárabes, que incluyen calificar a los nazarenos de “residentes que odian Israel, cuyo lugar está en Gaza” y a su ciudad de “nido de terror en el corazón de Galilea”.
Aunque ni Gapso ni el gobierno han publicado cifras del censo para aclarar el equilibrio demográfico actual de la ciudad, la mayoría de los cálculos sugieren que por lo menos un quinto de los residentes de Alta Nazaret son palestinos. El concejo municipal también incluye ahora representantes palestinos.
Pero Gapso no está solo en su decidida oposición a que se haga el más superficial gesto hacia el multiculturalismo. El rabino jefe de la ciudad, Isaiah Herzl, se ha negado a permitir un solo árbol de Navidad en Alta Nazaret, argumentando que sería “ofensivo a los ojos judíos”.
Parece que ese punto de vista refleja la posición oficial del rabinato del país. En la medida en que pueden hacerlo, los rabinos han tratado de prohibir celebraciones de Navidad en edificios públicos, incluso en los cientos de hoteles en todo el país.
Un reciente informe en el periódico Haaretz, sobre un judío israelí que cultiva comercialmente árboles de Navidad, señaló al pasar: “El rabinato prohíbe a los hoteles –bajo amenaza de perder sus certificados kashrut– que cubran sus salas con ramas de acebo, o ¡que ni Dios lo quiera!, que coloquen aunque sea el más pequeño brillante árbol de Navidad en un rincón de la recepción”.
En otras palabras, el rabinato ha estado aterrorizando silenciosamente a los propietarios de hoteles israelíes para que ignoren la Navidad, utilizando sus poderes para excluirlos del negocio. La negación de su certificado kashrut (kosher) les haría perder la mayor parte de su clientela judía israelí y extranjera.
Pocos alcaldes o rabinos se ven en la íncomoda posición de tener que expresar en público sus puntos de vista sobre los peligros de las decoraciones navideñas. En Israel, la segregación entre judíos y palestinos es casi total. Incluso la mayor parte del puñado de ciudades mixtas, son realmente ciudades judías con guetos parecidos a chabolas de árabes que viven en la periferia.
Aparte de Alta Nazaret, el único sitio “mixto” donde palestinos cristianos se encuentran en cantidad significativa es Haifa, la tercera ciudad de Israel. A menudo se refieren a Haifa como la ciudad más multicultural y tolerante de Israel, un título para el cual encuentra poca competencia.
Pero la imagen oculta una realidad más desagradable. Una reciente carta del rabinato de Haifa recuerda a los hoteles y salas de eventos que no deben aceptar fiestas de Año Nuevo a finales de mes (el Año Nuevo judío tiene lugar en otra época del año). Advierte a hoteles y salas de que se les negarán las licencias kashrut si lo hacen.
“Está seriamente prohibido realizar algún evento al terminar el año calendario que esté conectado con, o exhiba algo relacionado con festividades no judías”, dice la carta.
Después de que la carta se publicase en Facebook, el alcalde de Haifa, Yona Yahav, pasó a modo de limitación de daños, revocando el domingo la opinión del concejo rabínico de la ciudad e insistiendo que se permitiría que las fiestas tuvieran lugar. Queda por ver si Yahav tiene el poder necesario para imponer su decisión por sobre la de las notoriamente independientes autoridades rabínicas.
Pero lo que está claro es que existe considerable intolerancia religiosa que llega a que se aliente silenciosamente el odio contra los no judíos, en su mayor parte entre bastidores para no afectar negativamente la imagen “judía y democrática” de Israel, o indignar a los millones de turistas y peregrinos cristianos que visitan Israel cada año.

Jonathan Cook es un periodista galardonado que vive en Nazaret, Israel, desde 2001. jonathan-cook.net 
Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article33429.htm
rCR

sábado, 22 de diciembre de 2012

Seguridad en las escuelas de EEUU

La Asociación del Rifle propuso seguridad armada en las escuelas de EE.UU.

Tras la masacre de Newtown, el grupo lobbista sostuvo que "lo único que detiene a una persona mala con una pistola, es una buena persona con una pistola". Fotos.



foto perfil.com

Una mujer protesta ante los titulares de la Asociación del Rifle durante la conferencia. | Foto: AFP


La Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés) reclamó hoy la protección de todas las escuelas de Estados Unidos, a una semana de la masacre en Newtown (Connecticut), en la que un joven mató a disparos a 26 personas, entre ellas 20 niños, y luego se suicidó.

Wayne LaPierre, responsable de la National Rifle Association, el lobby de las armas de Estados Unidos, dijo que la prohibición de armas en las escuelas vuelve vulnerables a los alumnos, y que "es necesario afrontar la realidad".

"Los niños conforman el grupo más vulnerable de la sociedad, pero los dejamos sin defensa, y los monstruos y los depredadores del mundo lo saben y lo explotan. Eso debe cambiar", dijo LaPierre. Hasta ahora, precisó, la asociación evitó todo comentario sobre la masacre en la escuela de Connecticut por "respeto" a las víctimas fatales.

La conferencia de prensa de la NRA en respuesta a la masacre escolar fue interrumpida por un manifestante que, gritando, pidió "dejen de matar a nuestros hijos". El hombre fue alejado inmediatamente. Lapierre pidió luego que el Congreso actúe para imponer las armas en las escuelas. La presencia de guardias armados hubiera podido prevenir la tragedia de Newtown y la policía debería estar en todas las escuelas porque existe "la obligación de defender a nuestros hijos", agregó.

"Directores dejados solos y desarmados" tuvieron que dar su vida para buscar detener la masacre de Newtown: "Lo único que detiene a una persona mala con una pistola es una persona buena con una pistola", aseguró Lapierre, pidiendo planes nacionales para la protección de las escuelas, que incluyan también la presencia de guardias armados.
La respuesta del NRA se produce un par de días después que el presidente Barack Obama anunciara la creación de una comisión en el Congreso para estudiar medidas que permitan controlar la venta de armas, algo que la NRA se opone firmemente.

La NRA fue fundada en 1871 y es una de las más férreas defensoras de la Segunda Enmienda de la Constitución que protege la tenencia de armas en Estados Unidos. Se calcula que la integran unas cuatro millones de personas.
 

viernes, 21 de diciembre de 2012

Mayas

Ni los mayas creen en el fin del mundo

El pueblo de Yucatán no se inmuta ante el cacareado apocalipsis

Mérida (Yucatán)
La familia Pech, en Acanceh (Yucatán, México). / P. DE LLANO
La siguiente conversación tuvo lugar la mañana de este jueves a las afueras de Mérida, capital de Yucatán (México), entre dos indígenas yucatecos.
–Mañana se acaba el mundo, ya lo sabes –le dijo un vecino a la señora Silvia Pech, una maya sonriente con los dientes frontales enmarcados por bordes de chapa dorada.
“Y yo le dije, no lo creo”, relata ella unas horas después.
–Lo han dicho, se va a quedar todo oscuro y las sillas y las mesas de tu casa te van a comer –continuó el vecino atormentado.
La señora Pech, con su bebita Daniela Zulema en brazos, se vuelve a reír y se pregunta –como le preguntó a su vecino– que cómo demonios van a vivir las sillas y las mesas y aún encima te van a comer.
“Y le dije, yo no lo creo”.
Esta conversación insólita tuvo lugar en lengua maya. “Es que en español no sabemos decir todas las cosas”, explica Silvia Pech vestida con un huipil, el camisón blanco con bordados de flores que se han puesto las mujeres mayas toda la vida.
La señora Pech está a las tres de la tarde en la plaza del pueblo de Acanceh con su bebé y con su otra hija, Ana. Ana Pech. Pech en maya quiere decir garrapata, según traduce encantada su madre enseñando sus paletas adornadas de oro. Permiten que se les tome una fotografía. Para que la vean, tal vez su hija Ana pueda entrar en la página web de EL PAÍS y enseñársela a su madre.
–No sé Internet –dice Ana, de 21 años, vestida con una blusa rosa y una falda de tela vaquera. A Ana Pech no le gusta la ropa típica de su madre y de sus antepasados.
–¿Nunca has entrado en Internet?
–No.
–¿Y no tienes computadora?
–No.
La familia Garrapata, que no tiene un ordenador para verse en la foto, no cree en el fin del mundo.
Hoy medio planeta mira a Yucatán en la víspera del tan cacareado fin del mundo –que los esotéricos apocalípticos han identificado con un cambio de era fijado en el calendario maya para este viernes 21 de diciembre–, pero los mayas de Yucatán hacen su vida diaria sin pensar en el apocalipsis.
En un lado de la plaza de Acanceh, un espacio público polvoriento y torrado por el sol en el que suena música norteña mexicana que sale de los bares, está la pirámide de Los Mascarones de Estuco. Así la presenta su vigilante, don Agustín Fajardo, por encima de los 50 años, con gafas de sol, un poco triste por la falta de turistas a la que está acostumbrado en su ruina arqueológica. Dice que algunos días aparecen “dos o tres” y que otros días no aparece ninguno. Él aguarda a los visitantes en una caseta de metal de cuatro metros cuadrados que tiene una pared decorada de forma curiosa: de puntas clavadas en la superficie cuelgan un rollo de papel higiénico, un retrovisor de automóvil que hace de espejo, un abrelatas y una visera del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
–¿Y entonces usted qué opina de lo del fin del mundo?
–Alguien diseminó esas versiones y eso ha causado esceptismo –dice el guardián de la pirámide–. Pero mañana todo será igual, y la gente se levantará y saldrá a hacer sus diligencias como siempre.
En el bus de vuelta a Mérida, otra mujer maya, llamada María Dolores Marim cuenta que sus hijas de 15 y 12 años le dijeron en el desayuno que un amiguito suyo de ocho años anda llorando porque en la radio dicen que se va a acabar el mundo. “Y él dice que está muy pequeño para que se le acabe el mundo”, comenta la señora Marim en los asientos de atrás de la traqueteante furgoneta. Ella y sus hijas desayunaron lo mismo que todos los días: huevos revueltos y un vaso de leche.
Mérida festeja en calma con actividades públicas y conferencias de expertos la llegada del viernes 21 de diciembre, anunciado en el calendario astronómico maya como el decimotercer b’aktún, una fecha que cierra un ciclo que comenzó en el año 3.114 antes de Cristo. En la prensa del día los problemas cotidianos no tienen nada que ver con una supuesta hecatombe planetaria. En la sección Voces del Público del Diario de Yucatán, los lectores expresan preocupaciones mundanas.
Hace seis días que no tengo energía, a pesar de que pagué mi recibo eléctrico.
En nuestro país existe una inflación real que abarca todos los aspectos de la economía.
En la calle 21 entre 20 y 22 de Itzimná hay una pantalla gigante que por las noches es muy luminosa y deslumbra a los conductores.
El pronóstico meteorológico para el viernes dice que la temperatura máxima será de 26 grados y la mínima de 18. En los anuncios se ofrece el kilo de uva globo a 42,95 pesos el kilo y el de manzana golden a 21,95. El Diario de Yucatán informa en su sección local de que habrá dos días sin recolección de basura y que en una zona de la ciudad se va a construir “una moderna cancha de fútbol”. En la portada aparece una referencia al fenómeno apocalíptico.
Cerca el fin de las dudas.
La noticia está ilustrada con la foto de un tipo holandés de barba rabínica y anteojos que sale de un búnker levantando la tapa con una sonrisa.
En Mérida se espera el fin del mundo como si el mundo fuera a seguir rodando otros 13 b’aktunes. En el hotel donde se aloja el periodista hay un encargado maya que se ocupa de llevar a los clientes a las habitaciones. William Medrano es un hombre de mediana edad con un parecido sui generis al actor estadounidense Harvey Keitel, el señor Lobo de Pulp Fiction, el señor Blanco de Resevoir Dogs. El señor William es maya y habla su lengua nativa.
–¿Usted sabe cómo se dice en maya que mañana no se acaba el mundo?
El guía de habitaciones responde sin dudarlo.
Le ka’ana’ ma’tu ja’abal behla’e’.
William Medrano habla maya, pero no sabe escribirlo. Le ha pedido a un cliente que lo transcriba. El cliente es un jubilado húngaro que se llama Janus Budevári, y a la hora de comer estaba tomándose una sopa de lima con su enclenque tronco cubierto por una camisa de tiras. Budevári es doctor en Economía en una universidad de su país y ha sido consejero agrícola del Banco de México. Lleva décadas yendo y viniendo de Europa a México.
Sabe hablar maya.
Y mexicano.
“Eso del fin del mundo es una enorme pendejada”.
Janus Budevári se ha terminado su cerveza Corona.

martes, 18 de diciembre de 2012

El Uritorco

el supuesto "fin del mundo" pronosticado por el calendario maya genera polémica en córdoba

Cierran el Uritorco por un rumor suicida

La concesionaria del cerro y el intendente de Capilla del Monte acordaron la prohibición de acceso para el 21 de diciembre, ante una supuesta convocatoria en Facebook para una inmolación masiva. Los hoteleros, indignados.

El cerro Uritorco permanecerá cerrado por "prevención" el próximo viernes 21, a raíz de una convocatoria anónima por Facebook que llamaba a un suicidio masivo ese mismo día. se trata de la fecha que el calendario maya marca como el fin de una era y que pseudoespecialistas en la cosmogonía de ese pueblo interpretan como el "fin del mundo". El intendente de la ciudad cordobesa de Capilla del Monte, Gustavo Sez, consensuó el cierre junto a la concesionaria del cerro, Beatriz Anchorena, por lo que el predio permanecerá cerrado al público entre las 12 del jueves 20 y las 6 del sábado 22.
Sez, sin embargo, aseguró estar muy tranquilo respecto del fin del mundo. Le preocupa más bien la convocatoria anónima que invitaba al "suicidio espiritual mágico el próximo 21 del 12 a las 21:12 horas en el Uritorco, porque no se me ocurre que algún trasnochado pueda llegar a terminar con su vida física ni mucho menos. Estamos atentos, todas las entidades trabajando en conjunto. Hemos conformado una junta con Defensa Civil municipal, con policías, bomberos, la Cruz Roja, instituciones intermedias y los medios de comunicación. Realmente estamos preparados para albergar y proteger a toda la gente que va a venir, para que el día 21 sea un día de espiritualidad, un día de búsqueda de la mística con todas las charlas y meditaciones", señaló.
En diálogo con Tiempo Argentino, Gabriela Faraci, dueña del complejo de cabañas Pakúas, resumió la posición de más de un centenar de hoteleros de la zona: "La decisión nos parece absolutamente ridícula porque hay mucha gente que está viniendo, de Argentina y del exterior, y Capilla del Monte vive del turismo. Buena parte de los que ya están alojados vinieron para el 21 de diciembre, y desde luego nadie cree en ese rumor del suicidio masivo, que no sabemos de dónde salió, y si es cierto, es una obra de pésimo gusto. Además, si lo cierran el 21, ¿qué pasa el 20, qué pasa el 22? La decisión, repito, es absurda, y no lo digo por egoísmo, ya que yo tengo las cabañas alquiladas."
El sector turístico tendrá recién hoy una reunión para fijar una posición frente a la medida del gobierno local. Gabriel Schiaffino, presidente de la Cámara de Turismo de Capilla del Monte, dijo a este diario que "a título personal, realmente nos llamó muchísimo la atención esta noticia del suicidio masivo. Actualmente, gracias a ella, el grado de ocupación es de unos 1000 turistas, pero no creemos que vengan más. Lo cual es una pésima noticia, porque se hablaba de que vendrían unos 15 mil. Ahora bien, si la medida es preventiva, adelante, la apoyamos. En el año 2000 subió gente al cerro y luego ahí hubo arengas en pos de un suicidio masivo, pero llegó la policía y lo impidió. No creo que esto suceda el 21. De hecho, el 12 del 12 pasó sin pena ni gloria." «

lunes, 17 de diciembre de 2012

Asesora de los Pueblos de la La Nación Diaguita

MARIELA FLORES LLAMPA, ASESORA LEGAL DE LOS PUEBLOS DE LA NACION DIAGUITA EN TUCUMAN

“Que dejen de vernos como sirvientas o peones

Flores Llampa es abogada y fue designada en el Inadi para llevar la voz de los pueblos originarios. Nacida en un pueblo de los cerros tucumanos al que sólo se llega tras siete kilómetros a caballo, fue la primera de ocho hermanos en llegar a la universidad.



 Por Andrew Graham-Yooll
–Un punto culminante en la labor suya y de su pueblo en los últimos años fue la marcha de las comunidades originarias a Buenos Aires durante la fiesta del Bicentenario... en 2010. ¿Cómo se organizó, cómo se juntaron tantos pueblos diferentes?
–En 2008 y 2009 empezamos a trabajar en un proyecto, de los Cuatro Pueblos: los mapuche, qom, kolla y diaguita. Teníamos que ver en qué situación estábamos los pueblos y nuestras instituciones. Hubo encuentros en Neuquén, Formosa, Salta y Tucumán. Cuando terminábamos el proyecto, Milagro Sala, en Jujuy, nos invitó a su casa y nos sugiere que hagamos una marcha de los pueblos originarios hasta Buenos Aires para el Bicentenario. Nos advirtió que no estábamos en la agenda de los festejos. Nos pareció buena la idea. Milagro dijo que ya lo había hablado y tenía el aval de Néstor Kirchner.
–Parecía que todo estaba bien facilitado. –Lo que parecía ser algo fácil se fue complicando porque los fondos no aparecieron. Había tres columnas: una salía de La Quiaca, la otra de Neuquén y Mendoza, la tercera salía de Chaco. Nos reuníamos en Rosario la gente del NOA con las del NEA y en Zárate nos juntábamos con los del Sur. El tema era el dinero. Y como yo era el contacto de mi organización, la Unión de los Pueblos de la Nación Diaguita, les decía que busquen los micros, que contraten las Trafic para traer a la gente. No podía decir que no estaba la plata. Tenía que mantener firme al pueblo, que no decayera. Milagro empezó a recorrer sindicatos, organizaciones y lo que juntaba, lo presentaba. Preguntó cuántos micros teníamos, y me dijo: “Tomá diez mil y arreglate con eso para contratar”. Los micros me salían casi cien mil pesos. En Tucumán contraté el servicio. Me hicieron firmar un pagaré. El dueño me preguntaba: “¿Cuándo vas a pagar el resto?”. Cuando terminara la marcha, le decía. No tenía el dinero. Imagínese lo que son treinta mil personas marchando, lo que era organizar un asado. Empezaba a comer uno un día y el último terminaba al otro día (risas). Creo que ese mayo fue uno de los más fríos... cuando llegamos a Córdoba estaba nevando. Nos congelamos todo el camino. En nuestro micro venía gente de Amaicha, de Quilmes, de Tafi, de Trancas, de partes de Catamarca... venían muchas copleras, personas mayores, incluyendo a mi mamá. Las viejitas se aguantaron todo el viaje. Era complicado el tema de los baños, la comida, por la cantidad de gente... A Buenos Aires, sumando, llegamos alrededor de cincuenta mil personas.
–¿Y cómo entraban? –Siempre en las llegadas teníamos una guardia tupaquera, a los costados de la calle, para que no se metiera gente a saludar, porque parecíamos ídolos de rock. Pasaban primero las autoridades tradicionales, los caciques, o autoridad espiritual, cada pueblo tenía su lugar. Llegamos a la Plaza de Mayo muy emocionados, muy cansados. Había un escenario, estaban las Madres, las Abuelas, autoridades nacionales, todos nos esperaban. Hubo que consensuar quién iba a entrar a hablar con la Presidenta. En Rosario nos habían dicho que no nos iba a recibir: desde que salimos de La Quiaca veníamos diciendo a la gente que íbamos a hablar con la Presidenta. Pero hasta unas horas antes no sabíamos con seguridad si nos recibía. No estaba en el país. Y hablamos con la Presidenta. Le presentamos una idea de lo que necesitamos, lo que queremos como organizaciones indígenas. Había que decirle a la Presidenta que ella había abierto las puertas, que antes era difícil organizarse en semejante forma, porque éramos perseguidos. Ahora teníamos más libertad. A todo esto yo lo tenía al del micro llamándome. Preguntaba: “Mariela, mirá, yo viajé a Buenos Aires para cobrarte el resto, ¿cuándo nos vemos?”. Yo no tenía el dinero. Tenía el convencimiento de que Milagro iba a hacer milagros (risas). Mi familia, que es de Villa de Mayo, en Buenos Aires, invitó a un micro de los quilmes a comer un asado en mi casa. Me vine de madrugada a Capital. Contacté a la gente de Milagro y me preguntaron cuánto me faltaba. Faltaban setenta mil. Me dieron el dinero, le pagué al del micro (risas). Cuando me devuelve el pagaré le pregunto por qué corrió el riesgo. Me dice: “Cuando te miré la cara me dije no me va a mentir esta morocha”.
–Dos preguntas en una: ¿cómo se conformó la unión de los Cuatro Pueblos? Y ¿qué quedó de esa experiencia festiva, de presencia y de gestión? –El proyecto de Cuatro Pueblos fue financiado por la Asociación Española de Cooperación Internacional, nada menos, a pedido nuestro, para hacer un relevamiento de la Confederación Mapuche, la Unión de los Pueblos de la Nación Diaguita, la Comunidad La Primavera en Formosa (los qom) y el Qullamarka (los kollas) de Salta. Recibimos cincuenta mil euros. Se evacuó a través de la Comunidad Quilmes, y se distribuyó entre las organizaciones. Se hicieron encuentros nacionales y asambleas para que la gente pudiera hablar sobre los proyectos políticos. Elaboramos un pequeño libro, sirve para explicar el proyecto. Decidimos que el broche final del proyecto sería la marcha y le llevaríamos a la Presidenta el resultado del estudio. Después nos fuimos cada uno a su casa. Tuvimos otro encuentro organizado por Milagro. Trabajamos en la idea de unir a las cuatro organizaciones... pero eso quedó ahí. Lo importante era aceptar que tenemos procesos diferentes y que podíamos hacer cosas juntos.
–Hablemos un poco de las características de los integrantes. Para muchos, quilmes es una estación en el Ferrocarril Roca... –Y una cerveza (risas)...
–Y para muchos es un grupo étnico esclavizado, traído desde el Norte e instalado en la provincia de Buenos Aires, donde se murieron. Algunas ruinas de la comunidad son un destino turístico en Tucumán... ¿qué son hoy? –Nosotros somos los quilmes, descendemos del pueblo diaguita que sobrevive. Consta que hay restos arqueológicos de más de doce mil años en Tucumán, Catamarca, La Rioja, Salta, Santiago del Estero, parte de Jujuy, y en Chile. En el caso de los quilmes, ocupaban parte del Valle Calchaquí, en Tucumán, parte de Catamarca y parte de Salta. La comunidad quilmes hoy ocupa solamente parte de Tucumán. Hay una cédula real firmada con la corona española en 1716. Por más de 130 años, antes de eso nuestro pueblo resistió a la invasión española hasta que muchos fueron desterrados a otros lugares en 1666. Los que quedaron siguieron luchando por sus derechos hasta que lograron la devolución de su territorio con esta cédula entregada a nuestro cacique. Los descendientes vivimos en una comunidad que abarca catorce pueblos organizados. Yo soy de uno de ellos, de Talapazo, en Tucumán, a siete kilómetros de la Ruta 40, en los cerros. Tiene no más de 50 habitantes y la mayoría de los pueblos que conforman los indios quilmes son de este estilo, al pie de las montañas. El resto está escondido, sin cartel, que hace que nadie piense que hay gente viviendo en los cerros. Ahí sigue la cultura diaguita, conservando su territorio.
–Esa mención suya lleva a los títulos de las tierras. Usted me explicó cómo reclamaron los títulos a terratenientes de afuera que bordeaban el atropello y la esclavitud. –La historia de cómo conservamos hoy parte de la tierra es un poco triste, tiene que ver con la resistencia al reclamo del pago de arriendos, cosa que viví con mis abuelos. La comunidad estaba dividida por terratenientes que tenían esclavizada a la gente. Por ejemplo, nosotros, que vivíamos en Talapaso, éramos propiedad de un “Sr. Cano”, otros eran posesión del “Sr. Chico, Tachi, Guillo, Vargas, Cisneros, Palacio, Rueda”. Eran nombres de gente de afuera, vivían en la ciudad de Tucumán. Había que pagarle un arriendo para vivir ahí nosotros. Como no teníamos dinero, el arriendo se traducía en la mitad de la hacienda, la mitad de la cosecha, de lo que sembrábamos o que criábamos. Mis abuelos y las tías me decían que el “patrón” venía y entraba al corral y se elegía el mejor chivo, la mejor vaca y se la llevaba. Hasta había que proveerle de mujeres que iban a trabajar de sirvientas. Eran mujeres que la comunidad no recuperaba más. Hay muchos casos de chicas llevadas muy jóvenes y después se murieron en una casi clandestinidad... muy triste. La forma de pagarle a estos “terratenientes” era ésa, hasta había que criarles sus vacas, sus ovejas, sus cabras, si las traía. Era todo gratis, para poder permanecer en el lugar. El pueblo nuestro se ató a la tierra, adonde había nacido. A la vez que le pagaban a estos patrones, empezaron a organizarse en reuniones secretas, en medio de los cerros, buscando salir de esta esclavitud. Antes, mi gente hasta los votaba. Si había que elegir delegados, la comunidad votaba al terrateniente más rubio, o al que mandaba más, porque no sabíamos votar.
–¿Hasta cuándo llegó esta costumbre, esta imposición? Porque estos “dueños” ni siquiera tenían títulos, se agarraron de un territorio. –En el caso de los quilmes, calculo que hasta hace cuarenta años era como yo describo. Ahí la comunidad se organiza, ven que no podían seguir viviendo así. Eso es lo que me dicen mis mayores. Trabajaban todo el día, todos los días y cada vez estaban peor. Buscaban abogados que los ayudaran, pero no fue fácil, el cambio fue paulatino. Hubo pueblitos donde se organizaron y no dejaron pasar más al terrateniente. De a poco. Primero, sacándolos con hondas cuando venía el “terrateniente” con el juez de paz y la policía, tenían la autoridad de su lado. Cuando algunas familias se resistían, fueron desalojadas o, como decía una tía, “tirados al río”, un río seco. Pero volvían. Yo calculo que todavía hasta cinco años atrás algunos seguían pagando arriendos a estos explotadores. En la actualidad no conozco ningún caso.
–Su gente debe haber sido muy trabajadora porque pese a esa semiesclavitud usted me comentó que “aquí nadie se murió de hambre”. –Además vivíamos, nuestra comunidad, en terrenos donde escaseaba el agua, el valle Calchaquí es semiárido, llueve poco, una vez al año. Sin embargo la gente donde puede siembra, distribuyen el agua, para los animales y para la gente.
–Usted está ahora en el Inadi (Instituto Nacional contra la Discriminación). Ingresó aquí durante gestión de María José Lubertino, cuando ella era presidenta del ente. ¿Me explica cómo llegó aquí? –En el 2006 tuve una invitación para asistir a una charla en la que se impulsaba la eliminación del 12 de octubre como Día de la Raza. Entre los que me habían invitado estaba María José Lubertino, que hizo que el Instituto tomara mayor visibilidad en ese momento. Hasta ese entonces se seguía celebrando en los colegios el Día de la Raza, a los chicos les enseñaban lo maravilloso que había sido el descubrimiento de Colón, y esa posición ideológica opuesta me interesó y fui a una reunión de organizaciones de la sociedad civil que venía a cumplir con un plan contra la discriminación originado por Néstor Kirchner en el 2005.
–Recuerdo que ya España en 1992, para los 500 años, comenzó a usar la frase “el encuentro de dos mundos” o algo así en vez del “descubrimiento” de América... Se dieron cuenta de que eso debía superarse. –Yo me acerqué a ese foro cuando estaba un licenciado en filosofía, Flavio Rapisardi, coordinando los foros de la sociedad civil con gente de todos lados. Había afrodescendientes, migrantes, personas con discapacidades, de todos los grupos “vulnerables”. Me interesó mucho y de ahí no me pude despegar. Hicimos un encuentro nacional para abril de 2008, cuando convocamos a referentes de comunidades indígenas de todo el país. Creo que para mí era la primera vez que asistía a un encuentro de tantas comunidades indígenas, casi cien personas. Estábamos asesorados por el doctor Eulogio Frites, abogado kolla, mi maestro en derecho indígena. Me daba nombres de gente que había que localizar. Costaba trabajo. Queríamos hacer un relevamiento de la situación de las comunidades en todo el país. Esa gente de las comunidades le presentó a la presidenta del Inadi la propuesta de contratarme, porque era abogada, porque era su referente, porque no eran entendidos por los no indígenas. A la semana siguiente me contrataron. A partir de ahí cada año, los 12 de octubre, nos reuníamos para pedir que se quitara el nombre de “día de la raza” que afortunadamente la presidenta Cristina de Kirchner lo concretó por decreto en 2010. No se pudo hacer por un proyecto de ley. Ahora se llama Día del Respeto a la Diversidad Cultural. No fue nuestra propuesta, pero es un cambio, es un avance. También dio lugar a revisar los textos escolares. Lo que se le enseñaba a los chicos en las escuelas era que los pueblos originarios vivían, existieron, pero ya no quedaba ninguno.
–Usted se ha calificado como admiradora, creo, de la persona y el trabajo de María José Lubertino. Sería interesante saber por qué. –Parecía ser alguien que no era de este tiempo. Tenía una visión de futuro, que las cosas no debían dejarse como estaban y que había mucho que cambiar. Se involucraba mucho y era muy activa. Va al frente. Lubertino me abrió la cabeza en muchos temas. En Tucumán fue personalmente a involucrarse para evitar un desalojo de una comunidad en Tafí, escaló los cerros, para encontrarlos... Eso me llevó a trabajar para el Estado, cosa que era un poco tabú para nuestros pueblos. Estaba muy mal visto trabajar en el Estado y para la comunidad. Parecía contradictorio. Sin embargo, yo tuve libertad para proponer, para hacer. Desde el Estado se podía generar cosas beneficiosas para nuestro pueblo.
–Usted se encontró con mucha gente que no comprendía las circunstancias de las comunidades. Muchas veces sobran las buenas intenciones, pero muchas veces no las acompañan el conocimiento cabal y real, para lograr las acciones requeridas. –No conocen la realidad de los pueblos, ni se dan cuenta de que son/somos diferentes. La imagen en la ciudad era la del indígena que venía disfrazado dando lástima, muriéndose de hambre, que no sabe hablar castellano. No se dan cuenta de que en la Argentina hay más de treinta pueblos, con sus propios idiomas, su cultura, su territorio, diferentes entre ellos. Tampoco se conocía la existencia del derecho indígena, reconocido por la Constitución nacional. El derecho indígena es comunitario, no individual.
–También se desconocen las condiciones en las que viven algunas comunidades. –Por ejemplo, se decidía hacer una conferencia o aceptar una invitación para concurrir a alguna consulta, y me decían que yo reuniera a un representante de cada comunidad. No estaban aquí a la vuelta de la esquina. Tengo que avisarle a alguien para que avise al otro que está en tal lado para que le lleve el mensaje que puede tardar una semana y comunicarme con la persona que yo quisiera que viaje a Buenos Aires. Necesita su tiempo, que es muy diferente. En los cerros no hay comunicación, no hay teléfonos y se manejan con una radio. Acá me dicen “mandale un mail” o “mandales un mensajito”. No es que la gente no tiene teléfono, es que no tiene señal. Hay lugares que se pueden contactar, pero en otros casos la gente tiene sus animales, tiene que ver con quien los deja. A mí me pasó una vez con una coplera, una mujer o un hombre que canta coplas, lo tradicional nuestro para lo que usan un instrumento que se llama una caja. Y yo quería que estuviera una coplera, Irma Villanueva, de Catamarca, para mí la mejor. Ella cría cabras en el cerro y no había forma de comunicarse. Tenía que avisarles como a cinco personas para que le llegue el mensaje. Había que tramitarlo como un mes antes, porque ella tenía que ver con quién dejaba las cabras... todo eso. Por más buena intención que se tenga, un programa para hacer algo sólo se puede aplicar en algunos lugares, en otros no. Hay que hablar con la gente, ver el lugar, que los acuerdos surjan a partir de una propuesta en diálogo. Si uno va con algo armado y quiere implementarlo, por ahí a la gente no le encaja o rechaza y es tiempo y recursos perdidos. El sólo hecho de poder reunirnos ahora es nuevo y algo significativo que hemos logrado.
–En alguna parte de nuestro largo diálogo hablamos de cómo viaja usted a las comunidades. –Para llegar a ver a mi mamá (risas) tengo que ir de Buenos Aires a Tucumán. De la terminal sale un solo micro que va al Valle Calchaquí. Tengo que combinar con el que llega de Buenos Aires. Tomar uno que llegue a Cafayate, Salta. Ese micro tarda unas cinco o seis horas y me deja en la Ruta 40. Mi pueblo está a siete kilómetros en subida. No hay micro. Tengo que avisar a mi mamá que alguien me busque, con caballo; hace poco un primo compró una camioneta, viejita, pero anda. O una moto de algún primo. Y si no camino las dos o tres horas hasta arriba. Talapazo, mi pueblo, es una comunidad accesible. Otras, como Chaquivil, en Tafí Viejo, hay que ir hasta Tucumán, de ahí un micro hasta Raco o a Siambon. De ahí a caballo a Chaquivil todo el día. Cuando uno llega no puede caminar por una semana. Si yo tuviera que decir cuál es mi objetivo en la vida, es que mi pueblo recupere la dignidad, que mi pueblo pueda levantar la cabeza, tiene el derecho de ser libre para decidir su propio destino. Si hemos resistido más de quinientos años es porque somos inteligentes, sabios y estrategas.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Gaza bajo ataque

Gaza, bajo ataque



Un anciano en Gaza sostenía una pancarta que decía: Me quitan mi agua, queman mis olivos, destruyen mi casa, me quitan mi empleo, roban mis tierras, encarcelan a mi padre, matan a mi madre, bombardean mi país, nos matan de hambre, nos humillan, pero yo tengo la culpa: disparo un cohete en respuesta. El mensaje del anciano ofrece el contexto adecuado para el más reciente episodio en el feroz castigo a Gaza. Los crímenes se remontan a 1948, cuando cientos de miles de palestinos huyeron de sus casas aterrorizados o fueron expulsados a Gaza por las conquistadoras fuerzas israelíes, que continuaron llevando palestinos en camiones a la frontera durante años tras el cese al fuego oficial.
El castigo adoptó nuevas formas cuando Israel conquistó Gaza en 1967. Por la reciente publicaciones académicas israelíes (principalmente La novia y la dote: Israel, Jordania y los palestinos tras la guerra de junio de 1967, de Avi Raz) nos enteramos que el objetivo del gobierno era desplazar a los refugiados hacia la península del Sinaí y, de ser posible, al resto de la población también. Las expulsiones desde Gaza fueron llevadas a cabo bajo las órdenes directas del general Yeshayahu Gavish, comandante del Comando Sur de las Fuerzas de Defensa de Israel. Las expulsiones desde Cisjordania fueron mucho más extremas e Israel recurrió a medios tortuosos para evitar el regreso de los expulsados, en violación directa de las órdenes del Consejo de Seguridad de la ONU.
Las razones quedaron en claro en discusiones internas inmediatamente después de la guerra. Golda Meir, posteriormente primera ministra, informó a sus colegas del Partido Laborista que Israel conservaría la franja de Gaza mientras se libre de sus árabes. El ministro de Defensa Moshe Dayan y otros estuvieron de acuerdo. El primer ministro Levi Eshkol explicó que a los expulsados no se les podía permitir regresar, porque no podemos aumentar la población árabe en Israel, refiriéndose a los territorios recién ocupados, ya considerados parte de Israel.
De acuerdo con esta concepción, todos los mapas de Israel fueron cambiados, eliminando la Línea Verde (las fronteras reconocidas internacionalmente); aunque la publicación de los mapas fue retrasada para permitir que Abba Eban, embajador israelí ante la ONU, consiguiera lo que él llamó un estancamiento favorable en la Asamblea General ocultando las intenciones de Israel. Los objetivos de la expulsión quizá sigan vivos hoy día, y podrían ser factor que contribuyera a la resistencia de Egipto a abrir la frontera al libre paso de personas y productos proscritos por el sitio israelí respaldado por Estados Unidos. El actual aumento de la violencia estadounidense-israelí data de enero de 2006, cuando los palestinos votaron de la manera equivocada en la primera elección libre en el mundo árabe. Israel y Estados Unidos reaccionaron a la vez con un duro castigo contra los facinerosos y con preparativos para un golpe militar que derrocara al gobierno electo, el procedimiento de rutina.
El castigo se intensificó radicalmente en 2007, cuando el intento de golpe fue sofocado y el electo gobierno de Hamas estableció control pleno sobre Gaza. Ignorando las ofertas inmediatas de Hamas para una tregua después de la elección de 2006, Israel lanzó ataques que causaron la muerte de 660 palestinos en 2006, la mayoría de los cuales eran civiles (un tercio eran menores de edad). Según reportes de la ONU, 2 mil 879 palestinos murieron por fuego israelí de abril de 2006 a julio de 2012, junto con varias docenas de israelíes que fallecieron por disparos desde Gaza. Una breve tregua en 2008 fue cumplida por Hamas, hasta que Israel la rompió en noviembre. Ignorando ofertas de tregua adicionales, Israel lanzó la cruenta operación Plomo fundido en diciembre.
Así han seguido las cosas, mientras Estados Unidos e Israel continúan rechazando los llamados de Hamas a una tregua a largo plazo y un acuerdo político para una solución de dos estados en concordancia con el consenso internacional que Estados Unidos ha bloqueado desde 1976 cuando Estados Unidos vetó una resolución del Consejo de Seguridad a ese respecto, presentada por los principales estados árabes. Esta semana Washington dedicó todos los esfuerzos posibles a bloquear una iniciativa palestina para mejorar su estatus en la ONU, pero fracasó en virtual aislamiento internacional como es común. Las razones fueron reveladoras: Palestina podría acercarse al Tribunal Penal Internacional para denunciar los crímenes de Israel respaldados por Estados Unidos. Un elemento de la tortura incesante de Gaza es la zona de amortiguamiento de Israel dentro de Gaza, por la cual los palestinos tienen prohibido ingresar a casi la mitad de las limitadas tierras arables de Gaza. De enero de 2012 al lanzamiento del más reciente ataque asesino de Israel el 14 de noviembre, la operación Pilar de defensa, un israelí murió por disparos desde Gaza, mientras 78 palestinos fallecieron por disparos israelíes.
La historia completa es naturalmente más compleja y fea. El primer acto de la operación Pilar de defensa fue asesinar a Ahmed Jabari. Aluf Benn, editor del periódico Haaretz, lo describe como el subcontratista y el guardia fronterizo de Israel en Gaza, quien aplicó una relativa calma ahí durante más de cinco años. El pretexto para el asesinato fue que durante estos cinco años Jabari había estado creando una fuerza militar de Hamas, con misiles procedentes de Irán. Una razón más creíble fue ofrecida por el activista de la paz israelí Gershon Baskin, quien había estado involucrado en negociaciones directas con Jabari durante años, incluyendo planes para la eventual liberación del soldado israelí capturado Gilad Shalit. Baskin reporta que horas antes de que fuera asesinado, Jabari recibió el borrador de un acuerdo de tregua permanente con Israel, que incluía mecanismos para mantener el cese al fuego en caso de un altercado entre Israel y las facciones en la Franja de Gaza. En ese entonces estaba en vigor una tregua convocada por Hamas el 12 de noviembre.
Israel aparentemente aprovechó la tregua, informa Reuters, dirigiendo la atención hacia la frontera siria con la esperanza de que los líderes de Hamas relajaran su guardia y fuera más fácil el asesinato. A lo largo de estos años, Gaza ha sido mantenida en un nivel de mera supervivencia, encerrada por tierra, mar y aire. En vísperas del ataque más reciente, la ONU reportó que 40 por ciento de los medicamentos esenciales y más de la mitad de los artículos médicos primordiales estaban agotados. En noviembre, una de las primeras de una serie de fotos espantosas enviadas de Gaza mostraba a un médico sosteniendo el cuerpo achicharrado de un niño asesinado. Ésa tuvo resonancia personal. El médico es director y jefe de cirugía del hospital Khan Yunis, el cual yo había visitado unas semanas antes. Al escribir sobre el viaje reporté su apasionado llamado de solicitud de medicamentos y equipo quirúrgico desesperadamente necesarios. Éstos están entre los crímenes del sitio estadounidense-israelí y de la complicidad egipcia. Las cifras de víctimas del episodio de noviembre fueron más o menos promedio: más de 160 palestinos muertos, incluidos muchos niños, y seis israelíes. Entre los fallecidos estuvieron tres periodistas. La justificación israelí oficial fue que los blancos son personas que tienen relevancia en la actividad terrorista.
Reportando la ejecución en The New York Times, el reportero David Carr observó que “se reduce a esto: matar a miembros de los medios noticiosos puede justificarse con una frase tan amorfa como ‘relevancia en la actividad terrorista’”. La destrucción masiva se concentró en Gaza. Israel usó equipo militar estadounidense avanzado y dependió del apoyo diplomático de ese país, incluidos los usuales esfuerzos de intervención de Estados Unidos para bloquear el llamado del Consejo de Seguridad a un cese el fuego. Con cada una de esas hazañas, la imagen mundial de Israel se erosiona. Las fotos y videos del terror y la devastación y el carácter del conflicto dejan pocas pizcas restantes de credibilidad al auto-declarado ejercito más moral del mundo, al me nos entre las personas que tienen los ojos muy abiertos.
Los pretextos para el ataque también fueron los usuales. Podemos dejar de lado las predecibles declaraciones de los perpetradores en Israel y Washington. Pero incluso la gente decente se pregunta qué debería hacer Israel cuando es atacado por una andanada de misiles. Es una pregunta justa, y hay respuestas directas. Una sería cumplir la ley internacional, que permite el uso de la fuerza sin la autorización del Consejo de Seguridad en exactamente un caso: en defensa propia después de informar al Consejo de Seguridad de un ataque armado, hasta que el consejo actúe, de acuerdo con la Carta de la ONU, artículo 51. Israel está bien familiarizado con esa estipulación de la carta, la cual invocó en el estallido de la guerra de junio de 1967. Pero, por supuesto, el llamado de Israel no llegó a ninguna parte cuando se estableció rápidamente que Tel Aviv había lanzado el ataque.
Israel no siguió este camino en noviembre, a sabiendas de lo que se revelaría en un debate en el Consejo de Seguridad. Otra respuesta sería aceptar una tregua, como parecía bastante posible antes de que se lanzara la operación el 14 de noviembre. Hay más respuestas de amplio alcance. Por coincidencia, una se discute en el número actual de la revista National Interest. Los expertos en Asia Raffaello Pantucci y Alexandros Petersen describen la reacción de China después del amotinamiento en la provincia occidental de Xinjiang, en la cual multitudes de uigures marcharon por la ciudad matando a golpes a desafortunados (chinos). El presidente chino Hu Jintao rápidamente voló a la provincia para hacerse cargo; destacados líderes del círculo de seguridad fueron despedidos, y se emprendió una amplia gama de proyectos de desarrollo para abordar las causas latentes de la intranquilidad.
En Gaza también es posible una reacción civilizada. Estados Unidos e Israel pudieran poner fin a la agresión inmisericorde e incesante, abrir las fronteras y ofrecer medios para la reconstrucción; y si fuera imaginable, indemnizaciones por décadas de violencia y represión. El acuerdo de cese el fuego declaraba que las medidas para implementar el fin del sitio y los ataques dirigidos a residentes en las áreas fronterizas deben ser abordadas 24 horas después del inicio del cese al fuego. No hay signos de que haya pasos en esta dirección. Ni hay ningún indicio de una disposición estadounidense-israelí a anular sus acciones para separar a Gaza de Cisjordania en violación de los Acuerdos de Oslo, a poner fin a los programas de desarrollo y asentamientos ilegales en Cisjordania que están diseñados para socavar un acuerdo político, o en cualquier otra forma a abandonar el rechazo de las últimas décadas. Algún día, debe ser pronto, el mundo responderá al llamado del distinguido abogado de derechos humanos gazatí Raji Sourani, mientras las bombas de nuevo estaban lloviendo sobre los civiles indefensos en Gaza: Demandamos justicia y responsabilidad. Soñamos con una vida normal, en libertad y con dignidad.
Noam Chomsky es profesor emérito de lingüística y filosofía en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, en Cambridge (EEUU). La publicación de su nuevo libro, Power systems: conversations on global democratic pprisings and the new challenges to US empireSistemas de poder: conversaciones sobre las rebeliones democráticas mundiales y los nuevos desafíos para el imperio estadounidense–, está programada para enero.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2012/12/09/index.php?section=opinion&article=021a1mun

domingo, 2 de diciembre de 2012

NOAM CHOMSKY y las empresas recuperadas

Chomsky y el papel de las empresas recuperadas

Entrevista exclusiva de Tiempo Argentino al filósofo estadounidense Noam Chomsky, que analiza los medios y la izquierda, habla de esta nueva América Latina y del movimiento Occupy.

Noam Chomsky analiza los medios y la izquierda, habla de esta nueva América Latina y del movimiento Occupy.

Noam Chomsky sabe incomodar. Nació en Estados Unidos y es un persistente crítico de su gobierno y su sociedad. Fue criado en el seno de una familia judía exiliada de Ucrania pero eso no le impide cuestionar ciertas políticas del Estado de Israel. Precisamente por su espíritu insurrecto y sus agudos comentarios es considerado uno de los intelectuales más influyentes en el mundo contemporáneo.
Su apellido resonó por primera vez con fuerza hace 55 años cuando en su curriculum sólo se destacaban sus estudios en Lingüística. Su libro Estructuras sintácticas marcó un hito en la materia y sus contribuciones incluso inspiraron aplicaciones en la Informática y la Medicina. Desde entonces, su fama se fue incrementando a la par que su curiosidad lo llevó a incursionar en otras disciplinas. Hoy, con 83 años, más conocido como filósofo y cientista político, Chomsky sigue rebelándose hasta a la jubilación y prodiga una incansable hospitalidad a los periodistas que hacen cola para conocer sus opiniones.
En una pequeña mesa redonda donde se apilan libros, fotocopias y cuadernos, Chomsky recibe a Tiempo Argentino con una amigable sonrisa y un té en la mano. Entre los papeles de su oficina ubicada en el octavo piso del Massachusetts Institute of Technology, más conocido en la jerga académica por sus siglas MIT, sobresale un anillado con el título "What then must we do?" (¿Qué debemos hacer entonces?), escrito por Gar Alperovitz. Su presencia cobrará sentido a lo largo de la conversación cuando recomiende su lectura para entender uno de los hechos "revolucionarios" más importantes que están pasando en EE UU: el movimiento de empresas recuperadas. A propósito de ello, Chomsky recordará que "algo de esa iniciativa, de hecho, vino de la Argentina post colapso".
Las primeras palabras de la conversación pasan inevitablemente por Gaza, ciudad de donde volvió justo antes de que Israel lanzara la última ofensiva. Allí recorrió los hospitales que todavía hoy aparecen en todos los noticieros y comprobó los problemas que tienen los médicos para conseguir medicamentos. Chomsky aún recuerda que uno de los que conoció en su viaje es el que se popularizó en las portadas de los diarios alrededor del mundo, sosteniendo entre brazos a un niño muerto. A 9000 kilómetros de allí, el filósofo ahora sigue atento las discusiones en la arena diplomática.
Aunque la situación en Medio Oriente tenga hoy el primer lugar en la agenda informativa, Chomsky también ha estudiado con profundidad la historia de América Latina y ha escrito recurrentemente sobre la región en los últimos tiempos. Es que desde principios del siglo XXI sus países se han levantado "por primera vez en 500 años ante la dominación occidental y de EE UU", explica. "También han estado moviéndose despacio pero significativamente hacia la unificación y muy lentamente se han ocupado de algunos asuntos internos muy extremos", agrega antes de analizar lo que puede esperarse de las relaciones entre Latinoamérica y EE UU en el segundo gobierno de Barack Obama.
"Todos estos desarrollos muy positivos para América Latina a EE UU no le gustaron. Además, prácticamente lo empujaron de las bases militares que le quedaban en la región. Luego, en las reuniones hemisféricas quedó bastante aislado, como sucedió en Cartagena hace unos meses, cuando EE UU y Canadá quedaron contra el resto del hemisferio en los asuntos más importantes. Y, de hecho, si hay otra reunión continental no me sorprendería que EE UU y Canadá queden excluidos. Ante esto, lo que EE UU ha estado intentando hacer con Obama es reconstruir la posición de influencia y control. En Honduras, por ejemplo, Obama ha logrado llevar adelante un golpe de Estado. En Paraguay, no conocemos los detalles, pero supongo que Estados Unidos está detrás de la destitución de Lugo también. En Chile, EE UU está trabajando por debajo del radar, desarrollando relaciones militares para poder restablecer bases y esencialmente, si no restablecer el viejo sistema, al menos volverse más fuerte. Aunque no creo que funcione."
 
–¿Hasta qué punto el desarrollo de los países de América Latina tiene que ver con que Estados Unidos ha estado concentrado en otros temas?
–Cuanta menor atención preste EE UU al continente, mejor para este último. Pero no se debe dar por sentado que eso haya ocurrido. De hecho, creo que ha estado prestando bastante atención. Cuando algo pasa en América Latina, EE UU está allí. En los '80 estuvo muy activo en Centroamérica. En los primeros años de las dictaduras sudamericanas, EE UU apoyaba a todas. En Argentina, por ejemplo. En los '90, América Latina estaba bastante bajo control con la estructura de los programas de ajustes, por lo que EE UU no tuvo que hacer mucho. Pero en la última década, EE UU ha sido empujado afuera y ha tratado con mucho ahínco de reconstruir su posición. Creo, en definitiva, que trata de aplicar más o menos la misma política que antes, pero tiene menos capacidad para implementarla.
–Varios de los gobiernos de América Latina que han sentado una posición más dura en su relación con Estados Unidos también se han enfrentado a las corporaciones mediáticas y han promovido nuevas medidas para regular el poder de los medios. ¿Cómo analiza eso?
–La situación de los medios en América Latina es prácticamente un escándalo. Están enormemente centralizados, en control privado, son muy reaccionarios y muy dañinos para los países. Dan una imagen muy distorsionada del mundo. Sin embargo, no creo que la respuesta correcta sea que los gobiernos los constriñan, sino que ayuden al surgimiento de alternativas comunitarias. En cierto punto eso ha comenzado a hacerse en Venezuela. Por otro lado, cuando ocurrió allí lo del canal RCTV, que no fue cerrado pero sí empujado al cable, escribí que acordaba con las protestas occidentales y también con el hecho de que algo así no podía suceder en EE UU. Pero agregué algo que lo hizo impublicable aquí. No puede pasar en este país por una buena razón: si algo así pasara acá, si la CBS, por ejemplo, apoyara un golpe de Estado contra el gobierno y después de unos días ese golpe hubiera sido revertido, no habría ningún juicio a los directivos y la cadena no seguiría transmitiendo. Simplemente, los dueños y directivos de esa estación serían asesinados por una escuadra especial sin juicio previo.
–¿Cree que el enfrentamiento abierto entre los gobiernos y los medios concentrados ayuda a concientizar a la gente acerca de los intereses detrás de los medios?
–En la mayor cantidad de países, los gobiernos apoyan a los medios concentrados. Y en las ocasiones en que eso no es así, creo que la mejor forma de responder no es poniendo presión, sino desarrollando alternativas, que es algo que el gobierno puede hacer. Algo así se está queriendo desarrollar acá en una pequeña medida. Por ejemplo, cuando el sistema de cable apareció en EE UU a inicios de los '70, el Congreso aprobó una ley que impedía a las compañías de cable tener monopolios en algunas áreas particulares. Por ejemplo en la zona donde estamos, Cambridge. Cualquier red de cable que quisiera operar aquí debía incluir una señal comunitaria. Es una gran falla de la izquierda de EE UU que no aprovechen esta oportunidad. Acá hay una estación de la comunidad y si vas ahí te sorprendería ver que el equipo es bastante bueno. No es CBS, pero es mejor que otros en poder de movimientos políticos. Y muchas veces están dirigidos por lunáticos porque la izquierda no los usa. Llegan a mucha gente y podría ser usado como una base de medios alternativa.
–¿Qué es lo que les falta a los grupos de izquierda para sacar partido de esa posibilidad?
–Eso es lo que he estado discutiendo durante 40 años. Tienen muchas críticas sobre los medios que están justificadas, pero hay muy poco trabajo en tratar de crear alternativas. Y puede ser hecho, como pasó con Democracy Now, que funciona. Pero si los grupos de izquierda usaran esas posibilidades que están a mano, podrían hacer más cosas. Hay mucho para hacer.
–Y no sería importante sólo el contenido, sino también la forma en que se lleva a cabo…
–Estuve una vez en Brasil, antes de que Lula fuera elegido presidente, y una tarde él me llevó a los suburbios de Río, donde vi algo muy interesante de los medios populares que no sé si todavía funciona. Lo que pasaba era que un grupo de profesionales de los medios de Río iba a una plaza en el medio de una ciudad a las nueve de la noche, prime-time, y ponían un camión con una pantalla. Allí pasaban programas que eran sólo para la gente que estaba sentada en la plaza o en los bares de alrededor. Los contenidos habían sido escritos por gente de la zona, actuados por ellos y eran interesantes. No podía entender todo lo que decían, pero sí me daba cuenta de que algunos eran comedia, otros eran más serios y hablaban sobre la crisis de la deuda o sobre el HIV, por ejemplo. Después de los programas, una de las actrices iba con el micrófono y una cámara a pedirle un comentario a la gente que los había visto. Esas opiniones eran pasadas en la pantalla gigante y otra gente se sumaba. Generaba interacción comunitaria y esa gente no miraba la televisión prime-time, sino que prefería mirar eso. Todo estaba hecho por la comunidad salvo el equipo, que venía de la ciudad. Cosas como esas pueden ser hechas.
–Procesos políticos como la Primavera Árabe, el movimiento Occupy o el de indignados han conmovido sociedades con sus planteos. ¿Cree que estos grupos tienen potencial revolucionario?
–Creo que son importantes, pero hay muchas otras cosas también revolucionarias que están sucediendo. Por ejemplo, los desarrollos comunitarios y el trabajo en empresas. Algo de esa iniciativa, de hecho, vino de la Argentina post colapso. Gar Alperovitz trabaja sobre ello y cuenta de lugares como en Cleveland, donde hay una red de empresas cuyos propietarios son sus propios trabajadores. Cooperativas que empiezan a establecer vínculos a nivel internacional con otras empresas en España. Hoy eso está en varios lugares del país y es revolucionario. No sé si se alcanzará una escala como para cambiar la sociedad, pero es una de las cosas más importantes que están pasando.
–Una joven española que participó del movimiento de indignados en España decía que admiraba la experiencia de Occupy Wall Street porque en su país reclamaban por derechos que habían perdido y en EE UU por derechos que nunca tuvieron…
–Es que aquí se pelea por los derechos de otras personas. Ninguno de los que está en el movimiento Occupy y pasa el tiempo en el parque Zuccotti es pobre. Todos tienen, al menos, un plato de comida en la mesa y no vienen de los barrios más desventajados. Esa gente no tiene tiempo para estas cosas. Sin embargo, creo que están logrando llamar la atención de los medios en muchos aspectos. Los hechos que Occupy trajo se pusieron en el centro de la agenda nacional. Antes, se hablaba muy poco de la desigualdad, del fraude bancario, de la compra de las elecciones. Estas cosas ahora están siendo discutidas. De hecho, el slogan de "somos el 99% vs el 1%" se puede leer en la prensa de negocios y todos hablan de ello. Además, están haciendo cosas. Por ejemplo, con el huracán Sandy de hace un par de semanas, los primeros en salir a ayudar fueron los chicos de Occupy. También están ayudando a la gente que está siendo desalojada de sus hogares por los bancos: los apoyan para resistir el desalojo o van a la Corte a protestar. Por eso, puede transformarse en algo muy constructivo. De hecho, creo que lo más importante que hicieron, que la mayoría de la prensa no lo reconoce y nadie habla de ello, es que rompieron la atomización de la sociedad. Esta es una sociedad en la que la gente esta sola. Es casi sociopático. La gente no se junta para hablar, quedan atrapados en la televisión, en el consumo de bienes. Pero Occupy reunió a la gente, los puso a hacer algo cooperativamente. Abrió un espacio de discusión, interacción. La gente está aprendiendo a hacer cosas juntos y eso es muy importante y, en especial, en una sociedad como esta. Si dura, puede ser importante para inspirar a más grupos.
–¿Piensa que de este movimiento puede derivarse un cambio más profundo en la sociedad?
–Es uno de los tantos lugares. Hay muchas cosas que pasan en el país. Esto fue una especie de chispa y se puede ver. Se pudo ver en el hecho de que el día después de Zuccoti había movimientos Occupy en todo el país y, de hecho, en otras partes del mundo. Y ha pasado sólo un año, no se puede decir más, pero ha sido muy exitoso. Y si se pueden asociar a otros movimientos, como el de empresas recuperadas, puede ser muy interesante. «
 
 
Una mirada a las redes sociales
La oficina de Noam Chomsky está repleta de libros. Entre dos escritorios en forma de letra L que ocupan dos de los laterales de la habitación, apenas hay un espacio libre para algunos portarretratos familiares. No sorprende que Chomsky admita no mirar mucha televisión y que se informa a partir de "toneladas de lectura". "Leo la prensa nacional, la prensa de negocios, la internacional. Un sinfín de periódicos con un amplio espectro de perspectivas, incluso conservadoras", describe. El cronista confiesa entonces que antes de la cita revisó sus datos biográficos en Wikipedia.
"Yo uso Wikipedia para algunas cosas. Si querés saber sobre matemática o historia medieval, está bien. Pero si es algún tema contemporáneo y controversial, entonces hay que ser muy cauteloso."
–¿Y las redes sociales?
–No tengo una opinión porque estoy fuera de moda. La gente me dice que tengo una cuenta de Facebook, pero no la abrí yo.
–Le atribuyen un rol importante en la Primavera Árabe.
–Acá también tienen un rol importante. Cualquier grupo activista anuncia lo que hace en las redes sociales para sumar gente a sus actividades. Eso está bien, no tengo ninguna objeción contra ello. Pero lo más que hago es leer blogs ocasionalmente. Creo que es una gran cosa que cualquiera pueda decir lo que quiera en Internet, pero significa que el 99% son cosas sin importancia.
–Se suele criticar que afecta al periodismo acelerando los procesos y contribuyendo a la pérdida de análisis y chequeo de datos…
–Por eso leo los diarios y no las redes sociales. Pero algo interesante sucedió en la Primavera Árabe. En un punto (el presidente de Egipto Hosni) Mubarak cerró Internet. La interacción creció porque en vez de twitear la gente hablaba entre sí y la organización iba más rápido. Es decir, acelera las cosas pero tampoco tanto.