sábado, 28 de febrero de 2015

El secuestro de Eichman en Argentina

Gaby Weber, periodista alemana

WEBER: Dossier secreto del secuestro de Eichmann

Le ganó un juicio al servicio de Inteligencia alemán y eso le permitió acceder a sus archivos clasificados. Escribió “Los expedientes Eichmann”, que acaba de publicarse en la Argentina. Durante la entrevista con Viernes en su casa-oficina del barrio de San Telmo, la periodista alemana Gaby Weber, autora de la investigación, sostiene que Israel, hacia 1960, inmiscuido en el desarrollo del país y en un complejo escenario internacional, no tenía interés en capturar a Eichmann y que su servicio secreto -el Mossad- no fue el responsable de su secuestro en la Argentina, como siempre se creyó. Al contrario, ella asegura que el cabecilla de la “solución final” fue secuestrado por comunistas que procuraban su traslado a Alemania.

Por: Marcela Valente


Viernes: A contramano de lo que siempre se creyó una hazaña justiciera, ¿usted dice que no fue el Mossad el artífice del secuestro de Eichmann en la Argentina sino que eso es una leyenda?

Gaby Weber
: Es que no pudo haber sido Israel. Hay muchas cosas que no cierran pero sobre todo hay que decir que en ese momento, mayo de 1960, el Gobierno de ( primer ministro David) Ben-Gurión estaba negociando con (el canciller alemán Konrad) Adenauer el financiamiento del programa nuclear de Israel en forma clandestina por 630 millones de marcos. En realidad, Israel nunca buscó nazis, y menos en esa época, y menos todavía Ben-Gurión, que estaba muy cerca de Adenauer. La noticia de un juicio espectacular a un detenido nazi en Israel cayó muy mal en Alemania.

V.: Usted afirma en el libro que Israel sabía desde hacía rato que Eichmann estaba en la Argentina y no había mostrado interés en llevarlo a juicio...

G.W.:
No sólo Israel. Lo sabían todos los servicios de Inteligencia en esa época y todos los judíos que vivían acá en los mismos barrios y frecuentaban las mismas panaderías y los mismos conciertos. El único caso que se conoce de una víctima, un sobreviviente del Holocausto, que se molestó por esa presencia fue el pobre Lothar Hermann, un vecino suyo que lo denunció en 1954 a la DAIA. Y la DAIA usó esos datos para obtener información de Eichmann. Porque durante el Holocausto, Eichmann organizó desde Budapest el traslado de 400 mil judíos a Auschwitz. No se olvide que en 1952 Alemania e Israel habían hecho un tratado por el cual Alemania le pagó 3.000 millones de marcos a Israel a modo de indemnización por los daños contra el pueblo judío. Pero Israel necesitaba información para presentar nuevos informes. Esto es importante porque cuanto uno más excava, más lógicas resultan las cosas de parte de cada participante. Israel era un país muy pobre, perdido en el desierto. Su relación con Washington entonces era pésima porque era un Gobierno socialista. (El presidente de Estados Unidos, Dwight) Eisenhower no le tenía mucha simpatía a Israel. En esa época, Estados Unidos se llevaba bien con los árabes, y no quería una bomba nuclear en manos de Israel. Esto surge muy claro de los archivos. Por eso, Ben-Gurión había recurrido a los alemanes para su programa nuclear.

V.: Al igual que Hannah Arendt, sostiene que Eichmann tenía muy buenos vínculos con dirigentes sionistas ¿Cree que pudo haber tenido expectativa de pactar su refugio en Israel?

G.W.:
Sí. Recuerde que entre 1928 y 1933 Eichmann fue empleado de una empresa de Standard Oil e iba a Palestina con frecuencia. Hablaba idish y hebreo. Conocía a los dirigentes sionistas y apoyaba fuertemente también la creación de un estado israelí. Tenía, efectivamente, muy estrechas relaciones con la dirigencia judía. Lo que yo pude conseguir de la Inteligencia alemana a través de un juicio -porque no quisieron darme voluntariamente esos archivos- son documentos que identifican a Eichmann como doble agente, es decir que trabajó para Israel también. Y claro, para obtener información sobre el nacionalsocialismo ¿a qué otro podían acudir si no era a un nazi? Luego, en 1942, empieza el exterminio sistemático en el que interviene Eichmann, pero antes, sus colaboradores, todos eran sionistas.

V.: Seguramente los lectores se estarán preguntando "Pero, si el Mossad no secuestró a Eichmann y Alemania tampoco. Entonces ¿quién lo hizo...?".

G.W.:
Bueno, hay muchos temas que todavía siguen abiertos. Eichmann era de los pocos nazis que estaban aquí y que tenía una orden de detención de Alemania. Simplemente había que detenerlo y llevarlo a la Policía, entregarlo en una comisaría. Eso hubiera bastado para que el Estado argentino tuviera que actuar. Acuérdese que el Gobierno argentino era el de Arturo Frondizi, que no era nazi. Pero la Policía, los servicios de inteligencia, el mismo Ejército, eran muy pronazis y no actuaron. Joseph Mengele se contactaba con la embajada alemana cada mes. Todos sabían dónde estaba y nadie hizo nada tampoco. Israel nunca se molestó por eso.

V.: Pero entonces no queda claro quién fue que secuestró a Eichmann...

G.W.:
Yo creo que fue un grupo de izquierda, probablemente con apoyo local, comunista, y creo que Hermann sabía muy bien qué era lo que estaba planificado. Lo que ocurrió es que la operación se cambió sobre la marcha. Pero no era la idea trasladarlo a Israel, sino detenerlo presentarlo a la Policía para mandarlo a Alemania. Para nada estaba en la idea inicial llevarlo a Israel.

V.: ¿Estados Unidos pudo haber jugado algún papel? Usted sugiere a través de fuentes que la embajada tuvo que haber dado al menos su beneplácito...

G.W.:
Sobre esto hay dos datos clave a tener en cuenta. ¿Por qué yo señalo a los comunistas? En ese momento, (el líder de la URSS, Nikita) Kruschev era una persona que tenía ideas reformistas. Quería llegar a un acuerdo con EE.UU. sobre un desarme. De hecho, había participado de la conferencia sobre Desarme en París en mayo de 1960 con las potencias ganadoras de la Segunda Guerra Mundial, y desde antes incluso él había propuesto crear una Alemania unificada que no pertenezca a ningún pacto militar. Es decir, que no dependa ni de la Otan ni del Pacto de Varsovia, sin tropas extranjeras, y con elecciones libres. Esa propuesta caía muy mal en el Pentágono. Era plena Guerra Fría y Eisenhower no aceptó. Él se apoyaba en la línea dura que apostaba al fracaso de la conferencia de París. La propuesta de Kruschev incluía sacar a algunos nazis de la administración pública alemana y digo algunos porque si eran todos no quedaba nadie. Pero al menos las cabezas como Hans Globke, que era secretario de Estado de Adenauer. Y eso no fue aceptado. En principio, a EE.UU. los nazis en Argentina no le preocupaban demasiado.

V.: Entonces, ¿la suerte final de Eichmann no tuvo que ver con EEUU? ¿No pudo haber facilitado el traslado para desviar la atención de los ensayos nucleares en Patagonia que según la creencia de la época habían provocado el gran terremoto de Valdivia, en Chile, que ocurrió un día después?

G.W.:
No lo planeó. Para analizar ese tema, habría que saber cuál era la verdadera ciudadanía de Eichmann. Y los documentos revelan que ese asunto es más secreto que la forma en que fue trasladado a Israel. Su abogado defensor hizo una demanda a Alemania para cobrar honorarios, alegando que su cliente había trabajado para el Estado alemán, pero Alemania respondió que Eichmann no era alemán. Tampoco se dice de qué nacionalidad era.

V.: ¿Y por qué viaja finalmente a Israel?

G.W.:
Yo creo que viaja para estar a salvo. O al menos eso creyó él. Nunca pensó que iba a terminar como terminó. Ben-Gurión anuncia de pronto que tiene a Eichmann en Israel, sin anticiparle nada a nadie, ni siquiera a Adenauer, con quien estaba negociando su programa nuclear. No le da ninguna explicación, ni lo llama cinco minutos antes para anticiparle lo que va a ser. Lo que sí descubrí es que para ese entonces el Pentágono tenía decidido probar un nuevo armamento nuclear que había desarrollado y que no podían hacerlo en su propio territorio porque regía una moratoria firmada con la URSS en 1958 para no hacer esas pruebas ni en el aire ni bajo tierra. Entonces Estados Unidos aceptó la invitación de Frondizi para hacerlo aquí en Patagonia y se hizo en coincidencia con el terremoto de Valdivia, que fue el 23 de mayo de 1960, un día después. Hoy día los sismólogos saben que esos terremotos no son causados por una bomba nuclear, pero en esa época no se tenía claro si podía haber existido una relación y Eisenhower debe haber pensado que podían achacarle esa vinculación. Esa operación se había discutido aquí en el Senado, la información fue recogida en la prensa, la delegación del Pentágono fue recibida por Frondizi. Sin embargo, en Estados Unidos me dicen en los distintos organismos que no hay archivos sobre estos ensayos en Patagonia, salvo uno que hace referencia a ese viaje. Fue todo clandestino o lo tienen muy guardado. Todos los organismos dicen "no tenemos nada".

V.: ¿Por qué no la dejan ingresar a EEUU desde 2011? (Ese año, voló a Washington, la retuvieron siete horas en el aeropuerto y la mandaron de vuelta)

G.W.:
Yo solía ir una vez por año a trabajar en los archivos y conozco a un grupo de historiadores de allá que me ayudaron mucho. Pedí expedientes de distintos organismos sobre los ensayos nucleares. No sé qué pasó. Nunca me dieron una respuesta. Fui con la presidenta de la Asociación de Corresponsales Extranjeros en Argentina al consulado, me recibieron bien, pero nunca me dieron una respuesta. No quieren que revise sus archivos. Es todo muy secreto. Pero lo que más me molesta es que ese año me entreviste con el viceministro de Defensa argentino, Alfredo Forti, y le conté todo lo que sabía acerca de los ensayos nucleares y no pasó nada, no investigaron nada. Lo único que hicieron fue cortarme las líneas de investigación. Me cortaron el acceso a migraciones y a aeropuertos donde yo conocía a muchas personas y obtenía información para otras investigaciones que hice sobre nazis aquí. Dieron orden de que yo no ingrese más a esas oficinas. El gobierno actual no tiene ningún interés en que se conozcan esos ensayos. Tampoco el gobierno chileno ni Unasur.

V.: ¿Y por qué cree que en el archivo de la Inteligencia de Alemania sobre Eichmann hay 100 páginas a las que no se puede acceder?

G.W.:
Muchas de las páginas están mal fotocopiadas o tachadas. Ahí se ve que todo el exilio nazi fue intervenido por servicios de Inteligencia de muchos lados. Quieren cubrirse. Yo creo que Alemania tampoco va a hacer ahora nada que pueda molestar a Israel.

V.: Usted también recuerda en el libro que Eichmann trabajaba en Mercedes Benz Argentina cuando desapareció. 

G.W.: Sí, pero eso ya se sabía, que Eichmann había trabajado aquí en Mercedes Benz. Aunque no se menciona mucho. Y también los hijos de Eichmann, como los de Mengele, iban a las escuelas acá y con sus nombres. Yo me baso en documentos oficiales, con números de registro. Y no entiendo cómo es que siguen mintiendo con la imagen del Mossad justiciero. Eso no fue así, para nada.

BIO Stuttgart, Alemania, el 4 de enero de 1954. Estudios: Universidad Libre de Berlín y obtuvo un doctorado en el Instituto para América Latina de la Universidad de Berlín.Trabajo: fue corresponsal en Montevideo y Buenos Aires para diversos medios, entre ellos la radio pública de Alemania (WDR). Es autora de otros libros publicados en la Argentina como La conexión alemana y directora del film documental Milagros no hay, sobre la desaparición de trabajadores de Mercedes-Benz Argentina durante la última dictadura. Rutina informativa: cada mañana lee unos 15 diarios en internet, de Alemania, Suiza. Revisa también El País, de Madrid; The New York Times, O'Estado de Sao Paulo y, al menos, tres diarios de Argentina

jueves, 26 de febrero de 2015

Ayotzinapa

Ayotzinapa, entre la ficción y el silencio
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En 1969, el entonces presidente de Uruguay, Jorge Pacheco Areco, emitió un decreto que prohibía a todos los medios de comunicación publicar cualquier nota que contuviera la palabra “tupamaro”. Por esos años, el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaro no sólo crecía y se adjudicaba espectaculares golpes mediáticos, sino que también ponía en entredicho la legitimidad y el poder del anodino presidente y la clase empresarial uruguaya. [1] Con la idea de que si el sujeto no se nombra entonces no existe, se buscó eliminar la palabra para eliminar el problema, sin embargo los sinónimos saltaron por todos lados. Los tupamaros fueron conocidos por la población uruguaya como “los tucutucu”, “los que te dije”, “los innombrables”, y el decreto fue menos una prohibición que una afrenta para la sociedad, representando, al mismo tiempo, el reto y la posibilidad de nombrar aquello que se pretendía silenciar desde el poder.
Hoy en México, bajo el mandato de Peña Nieto, se busca con un decreto de hecho, eliminar del vocabulario de la población, y por ello del imaginario público, el caso de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa. De ahí que el plan mediático emprendido por el Estado mexicano busque, a toda costa, imponer una “verdad histórica”. La estrategia Estatal contiene algunos elementos en los que vale la pena reparar.
A) El cerco en los medios masivos de comunicación. Es obvio cómo han disminuido las notas en torno a Ayotzinapa. Hoy, especialmente en el duopolio televisivo, las noticias al respecto son mínimas por no decir inexistentes, así lo que no aparece en la pantalla de televisión no se ve, no es.
B) Cuando el caso se nombra es para silenciarlo de manera definitiva. Se explota al máximo la voz gubernamental, encumbrando la versión sostenida por la PGR y Murillo Karam, no obstante el cúmulo de inconsistencias contenidas en ella. Además, las denuncias de los padres, así como del equipo de peritaje argentino, son presentadas sólo para denostarlas. De tal manera, el gobierno aparece mostrando la “verdad histórica” y cualquier versión distinta a la suya es, desde luego, una mentira.
C) Eliminar, de una buena vez y para siempre, la responsabilidad del Estado en su conjunto reduciendo este horroroso acontecimiento simplemente al “crimen organizado”. En este aspecto, se bloquean a las voces que señalan la responsabilidad y la participación del Ejército en el operativo del 26 y 27 de septiembre en Iguala.
D) Inocular en la opinión pública que no hay más qué hacer pues, según la versión de Murillo Karam, los 43 estudiantes fueron asesinados y calcinados. Por lo tanto, no se abren más líneas de investigación y el caso está definitivamente cerrado.
La versión de los hechos dibujada desde el poder, no es simplemente la táctica constante de descalificación hacia los normalistas y quienes con ellos se movilizan, sino que representa la construcción de una ficción que muestre la “verdad histórica” moldeando así la realidad. En ese sentido, el Estado busca ostentarse como el poseedor de la vida y del destino de todos y cada uno de los mexicanos. De ese modo, enmascara los hechos y, sobre todo, oculta afanosamente los acontecimientos de septiembre pasado. El espaldarazo que los empresarios han dado al Ejército-institución a la que, en voz de Enrique Solana Sentíes, consideran como “las entrañas de la sociedad mexicana, lo más íntimo de nuestro ser”-, no deja lugar a dudas de lo que se pretende: eximir de cualquier participación y responsabilidad a los militares; eximir, por ello, al Estado de una participación directa en el operativo montado contra los normalistas. Desde luego, esta pelea por la presentación con vida de los estudiantes, significa conocer los hechos fielmente arrebatándole la verdad al Estado; demostrando, primero, cuán falaz es su construcción y, segundo, castigando a los responsables en todos sus niveles. Mientras la sociedad mexicana no conozca qué ocurrió, mientras no se castigue a los responsables materiales e intelectuales, la batalla ha de continuar y es, en suma, una batalla por la verdad, por deshacer la ficción del Estado, por nombrar a Ayotzinapa.
Luego de varios meses de movilización en torno a la demanda de presentación con vida de los 43, en estos momentos hay una suerte de impasse para quienes, de diversas maneras, se sumaron a la demanda. Si bien el Estado mueve todas sus piezas con el objetivo de finiquitar la incomodidad que le ha representado la palabra Ayotzinapa, muy a pesar suyo, incluso a pesar del decreto de hecho, existe en el ambiente público la referencia a los normalistas. Las miles de personas que salieron a las calles en meses anteriores continúan allí, pero hasta el momento no hay una convocatoria fortalecida que las aglutine. Este segundo episodio, de una larga batalla, cuenta con el elemento adverso que representó el periodo vacacional decembrino, cuyo reflujo natural dispersó al contingente estudiantil. Sin embargo, eso no significa que no existen las condiciones para, nuevamente, poner en el centro de la discusión a nivel nacional la presentación con vida de los 43.
El próximo 26 de febrero es una oportunidad para demostrar que el caso no está cerrado. Que la ficción Estatal no puede superar la atrocidad real. Esta pelea por la verdad significa, en el fondo, una pelea por la transformación de este país. Nombrar a Ayotzinapa representa la posibilidad de que la mentira sea derribada y es, al mismo tiempo, la confrontación de dos narraciones diferentes de lo que México vive. A pocos días de cumplirse cinco meses de lo sucedido en Iguala, se abre una ocasión inmejorable para reabrir la discusión con la sociedad en general, para señalar la necesidad de lucha, la necesidad de movilizarse. Sólo con una sociedad organizada, y en pie de pelea, se puede narrar y nombrar más allá del silencio que el gobierno pretende imponer. Quizá, como en el Uruguay de 1969, es hora de buscar sinónimos para nombrar y romper el silencio.

Nota
[1] Ver Samuel Blixen, Sendic, Montevideo, Ediciones Trilce, 2000.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Violenta represión policial en México

Un docente asesinado y más de 100 detenidos
Violenta represión policial en México

Noticias PIA


Como consecuencia de una violenta represión policial a trabajadores de la educación, un docente de 65 años murió tras los golpes recibidos por la Policía Federal en Acapulco – Guerrero-. En la embestida represiva del martes, fueron detenidos 112 maestros y al menos 14 debieron ser hospitalizados por las heridas y efectos de gases lacrimógenos. La masiva movilización había sido convocada por reclamos salariales y elevaba la consigna de justicia por los normalistas de Ayotzinapa secuestrados y desaparecidos.
El asesinato del profesor Caudio Castillo Peña –jubilado de 65 años- fue informado por la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación en Guerrero (CETEG). “Lamentamos mucho informar que mataron cruelmente a nuestro camarada de lucha, ejemplo y maestro de muchos. El camarada Claudio Castillo Peña falleció a causa de los golpes recibidos por la Policía Federal, camarada que tenía poliomielitis, el cual no podía defenderse ni correr, dado su estado físico y a la edad que tenía”, indicaron en un mensaje a través de las redes sociales, reproducido por La Jornada.
La represión policial fue efectuada el martes en Acapulco – Guerrero- contra una manifestación de docentes. Luego de golpes y corridas, fueron detenidos al menos 112 trabajadores de la educación y 14 debieron ser hospitalizados. “Tenemos decenas de compañeros heridos, desaparecidos, hospitalizados. Hacemos responsable al gobierno de Peña Nieto de esta irresponsabilidad, en Guerrero, de este uso excesivo de la fuerza, de esta provocación que desde hace tiempo nos querían hacer caer”, sostuvo ante medios locales Manuel Salvador Rosas Zuñiga, miembro de la comisión política de la Ceteg, región Costa Grande.
La información del asesinato de Castillo Peña también fue confirmada por el docente Manuel Salvador Rosa ante Radio Fórmula, quien agregó que había testigos que sostenían que Castillo Peña fue golpeado la Policía en diferentes momentos, incluso cuando recibía ayuda por parte de los paramédicos.
La movilización de más de cuatro mil trabajadores de la educación había sido convocada en reclamo de pagos salariales adeudados a más de 30 mil docentes. Por la tarde, las autoridades federales habían suspendido la mesa de negociación pautada. Durante la jornada del martes también se plegaron a la movilización los estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa, compañeros de los 43 normalistas secuestrados y desaparecidos en septiembre del año pasado.
Los operativos de represión contra los docentes en México son parte de las embestidas contra una lucha que se intensificó a fines de 2013 contra la Reforma Educativa del presidente Enrique Peña Nieto y frente a la aprobación de la Ley del Servicio Profesional Docente (LSPD) por parte del Congreso Nacional, un eslabón más que se impuso como parte de la profundización neoliberal del Primer Mandatario en connivencia con sus aliados del Pacto por México.

Fuente original: http://www.noticiaspia.org/violenta-represion-policial-en-mexico-un-docente-asesinado-y-mas-de-100-detenidos/

martes, 17 de febrero de 2015

Reportaje a Noam Chomsky

NOAM CHOMSKY, linguista, filósofo, activista político
"Los grandes medios son grandes empresas, y viven esencialmente de la publicidad; ahora sus fuentes de capital se están dispersando, y están en declive. Si leemos, por ejemplo,The Boston Globe, era un buen periódico, uno de los mejores del país, pero ahora no tiene noticias independientes en absoluto, funciona con agencias, apenas tiene corresponsales. Lo mismo está ocurriendo en el resto del país. No se trata de una actitud doctrinal, creo que está relacionado con el funcionamiento de la sociedad de mercado: si no ganas suficiente dinero, caes."
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por Miguel Mora
Ha caído la nevada del siglo en Boston, el termómetro marca 15 bajo cero, los micros no circulan y los autos patinan. A las once de la mañana, el profesor emérito Noam Chomsky, lingüista y filósofo, de 86 años, está ya en su puesto, dando una entrevista a un periodista francés en su despacho del Departamento de Lingüística del Massachussets Institute of Technology (MIT).
Estamos en el legendario Stata Center, construido por Frank Gehry en acero y ladrillo. La Facultad de Ciencias de la Información, Inteligencia e Informática está abarrotada de estudiantes, con abrumadora mayoría asiática. En la octava planta, junto a un ascensor, la guarida de Chomsky y sus asesores huele a café recién hecho, y se respira calma y camaradería.
En un despacho contiguo al de Chomsky está el nonagenario Morris Halle, un barbudo diminuto de ojos vivos, con el saco lleno de migas y pinta de haber compartido vodka y revoluciones con Bakunin. The New Yorker ha comparado a la pareja de lingüistas con Dante y Virgilio, con Sherlock Holmes y Watson. Halle, un lingüista destacado, fue quien llevó a Chomsky al MIT en 1955, cuando nadie se atrevía a contratar a aquel joven judío, brillante y airado recién doctorado en Harvard. En 1968, los dos escribieron a cuatro manos el libro más importante de la historia de la lingüística, The Sound Pattern of English, que hizo por la fonología –el estudio del sonido de las palabras– lo que Chomsky había hecho antes –a los 29 años– por la sintaxis: le dio forma y la convirtió en una ciencia.
Otro personaje clave en la vida de Chomsky es su secretaria, Bev Stohl, una mujer encantadora que en un aparte bromea sobre los venerables maestros: “Ahí los tienes, entre los dos suman más de 200 años”. El despacho de Chomsky, lleno de libros sobre anarquía, guerra, historia y lingüística, es luminoso y amplio, y está presidido por dos grandes fotos de Bertrand Russell, ídolo y referencia del pensador ateo y pacifista. Chomsky sale a recibir al segundo entrevistador del día con gesto afable y sonriente. Se nota enseguida que ha perdido energía y oído y que tiene la voz queda. Pero escucharlo sigue siendo toda una experiencia: tras abrazar todas las causas justas y perdidas, el viejo azote del imperialismo yanqui sigue siendo un Quijote incurable y un analista implacable. Guarda una memoria prodigiosa de fechas, hechos, libros y discursos, no pierde el hilo en ningún momento y mantiene la cabeza clara, ágil y potente.
Además de dar sus clases, escribir sus artículos y atender a sus alumnos, Chomsky imparte conferencias allá donde lo invitan –“tengo la agenda llena hasta 2016”, dice– y contesta personalmente a las docenas de mensajes y cartas que recibe cada día. Según su secretaria, “el hombre no dice nunca que no, simplemente no sabe”. La prueba llega al final de los 45 minutos de entrevista, cuando el periodista lo invita a ser presidente de honor del comité editorial de CTXT. Chomsky responde: “Bueno, no participo en comités… ¡Pero si es honorario, podría!”.

–Se le ve sonriente. ¿Todavía encuentra razones para ser optimista?
–Bueno, algunas hay. Aunque no faltan tampoco para ser pesimista. La humanidad tendrá que decidir, y no a largo plazo, si quiere sobrevivir u olvidar dos enormes e inminentes amenazas: una es las catástrofes medioambientales, la otra es la guerra nuclear. El Boletín de los Científicos Atómicos, que ha sido el principal monitor de cuestiones nucleares y estratégicas durante muchos años, publica un famoso Reloj del Juicio Final. Determina la distancia a la que las agujas del reloj deberían estar de la medianoche. Y acaban de adelantarlo a tres minutos del final. Es lo más cerca que hemos estado desde la Crisis de los Misiles de Cuba. La amenaza nuclear sigue aumentando; siempre ha sido significativa, y es casi un milagro que escapáramos de ella. En este momento, EE.UU. está dedicando un billón de dólares a modernizar y poner al día su arsenal nuclear. El Tratado de No Proliferación Nuclear nos obliga a comprometernos a eliminar estas armas, a mostrar signos de querer eliminarlas. No hay nada de eso. Rusia sigue su carrera, y algunas potencias menores también.
–Pero casi nadie habla de ello.
–No se habla mucho, salvo algunos analistas estratégicos, expertos económicos y otra gente preocupada por estas cuestiones. Pero hay amenazas muy serias. Una es el conflicto en Ucrania. Uno confía en que las potencias se frenarán, pero viendo los antecedentes no es en absoluto seguro. Sólo un ejemplo: a principios de los años 80, la administración Reagan decidió sondear las defensas rusas. Así que simularon ataques por tierra y aire, incluyendo armas nucleares. No dijeron a los rusos lo que estaban haciendo porque querían provocar no un simulacro, sino una alerta real. Fue un momento de extrema tensión. Reagan acababa de anunciar iniciativas estratégicas de defensa como la Guerra de las Galaxias, pero los analistas de ambos bandos lo interpretaron como un arma de primer ataque. No es un misil defensivo, si en algún momento llega a funcionar, sino una garantía para lanzar el primer ataque. Ahora, conforme los archivos rusos se han ido haciendo públicos, la inteligencia de EE.UU. ha reconocido que la amenaza fue extremadamente seria. De hecho, un informe reciente asegura que casi estalla la guerra.
–Así que estamos vivos de milagro.
–Vuelvo a su pregunta inicial. ¿Optimismo? Es siempre la misma historia. Siempre, no importa cómo juzgues lo que está pasando en el mundo, tienes, básicamente, dos opciones. Puedes decidir ser pesimista, decir que no hay esperanza y abandonar todo esfuerzo, en cuyo caso contribuyes a asegurar que suceda lo peor. O puedes agarrarte a cualquier esperanza –siempre hay alguna– e intentar hacer lo que puedas y quizás así seas capaz de evitar un desastre, o incluso, de abrir el camino a un mundo mejor.
–Usted cambió la lingüística cuando tenía 29 años y luego intentó cambiar el mundo. Todavía sigue en ello. Imagino que lo segundo ha sido más duro que lo primero. ¿Ha valido la pena?
–¡Cambiar la lingüística también fue bastante duro! Tiene un poco de ciencia, aspectos de filosofía contemporánea. Creo que he estado en el lado adecuado, aunque formo parte de una pequeña minoría.
–¿Y diría que el balance ha sido positivo?
–Ha habido éxitos, no sólo míos, sino de la oposición popular a la violencia, a la guerra, a la desigualdad. El movimiento por los derechos civiles –en el que yo no fui una figura de referencia pero estuve involucrado, como tantos otros– consiguió objetivos significativos, aunque no todos los que perseguía, ni mucho menos. Si hacemos caso a la retórica oficial, la lucha de Martin Luther King acaba en 1963 con su famoso discurso “Yo tengo un sueño”, que condujo a la legislación de los derechos civiles y a una mejora significativa de los derechos de voto y de otros derechos en el sur. Pero King no se detuvo en ese punto. Continuó luchando contra el racismo del Norte y también intentó generar un movimiento por los pobres, no sólo negros, sino los pobres en general. King fue asesinado en Memphis (Tennessee) mientras apoyaba una huelga de funcionarios. Luego, su mujer, su viuda, lideró la Marcha por el Sur, por todas las zonas donde había habido disturbios, llegó a Washington y montó una acampada, Resurrection City. Aquel era el Congreso más liberal de la historia: les permitieron quedarse un tiempo y luego mandaron a la policía de noche, destruyeron el campamento y desalojaron a todo el mundo. Ese fue el final del movimiento para atajar la pobreza. Hoy sabemos que gran parte del problema no ha sido erradicado.

–Europa vive también el período más sombrío de los últimos 50 años.
–Ha habido mejoras importantes, pero toparon con una barrera. Y esa barrera empeoró con el asalto neoliberal contra la población mundial, que empezó a finales de los años 70 y despegó con Reagan y Thatcher. Europa es hoy una de las mayores víctimas de esas políticas económicas de locos, que suman austeridad a la recesión. Incluso el FMI dice que ya no tienen sentido. Pero sí tienen sentido desde un punto de vista: están desmantelando el Estado del Bienestar, debilitando a los trabajadores para aumentar el poder de los ricos y los privilegiados. Visto así, es todo un éxito; el resultado es destruir las sociedades, pero eso es una especie de pie de página que no tienes en cuenta si estás sentado en las oficinas del Bundesbank.
–La sociedad ha empezado a moverse. ¿Cree que cambiarán las cosas?
–Hay una resistencia muy significativa contra el asalto neoliberal. La más importante se da en Sudamérica, es espectacular. Durante 500 años, Sudamérica sufrió la dominación de las potencias imperiales occidentales, la última de ellas, EE.UU. Pero en los últimos 10 o 15 años ha empezado a romper con eso. Esto tiene mucha relevancia. Latinoamérica fue uno de los socios más leales de los consensos de Washington, de las políticas oficiales.
–El patio trasero.
–Pero ha dejado de serlo; no del todo, pero por primera vez en medio milenio, los países se están moviendo hacia la integración, que es un requisito para la independencia. Estuvieron separados en el pasado, están empezando a unirse. El símbolo de esto es que EE.UU. ha perdido sus bases militares en América latina; la última se cerró en Ecuador. Y otra ilustración llamativa es lo que está pasando en las conferencias continentales. En la última, que se celebró en Colombia, no pudieron realizar una declaración conjunta. El motivo es que hubo dos países que se opusieron: EE.UU. y Canadá. Esto era inimaginable en el pasado.
–Guantánamo sigue ahí. ¿Cree que Cuba intentará recuperar la base en las conversaciones de La Habana?
–Estoy seguro de que lo intentarán, pero dudo de que EE.UU. acepte.
–He leído un artículo suyo reciente en el que decía que Obama es un liberal conservador, un republicano moderado, y que la de Nixon fue la administración más izquierdista de la historia.
–Nixon era un buen tipo; hoy los estándares han cambiado. Ahora Nixon parece un izquierdista, y Eisenhower, un radical incendiario. Eisenhower, al fin y al cabo, dijo que aquel que calificara de locura la legislación del New Deal no podía formar parte del sistema político norteamericano. Ahora, todo eso ha desaparecido.
–¿Obama no es de izquierda?
–El término izquierda en EE.UU. se utiliza ahora para los moderados de centro, porque el espectro se ha movido. Un viejo chiste decía que EE.UU. es un Estado de un solo partido (el partido de los negocios) con dos facciones (demócratas y republicanos); era bastante acertado. Ahora ya no sirve. Sigue siendo un país de un solo partido, pero sólo hay una facción: los republicanos moderados. Ése es el único partido operativo. Se llaman demócratas, pero son similares a lo que solían ser los republicanos moderados. El otro partido, el de los republicanos, se ha salido de ese marco. Ha abandonado cualquier pretensión de ser un partido parlamentario. Y lo ha reconocido. Uno de los líderes de opinión conservadores más respetados, Norman Ornstein, ha descripto a los republicanos como una insurgencia radical que ha abandonado todo deseo de participar en la política parlamentaria.

–¿Hacia dónde van los neocons?
–El partido se ha movilizado para alcanzar dos objetivos: uno, destruir el país y que parezca culpa de los demócratas, de manera que ellos puedan volver a gobernar. Su otro objetivo es simplemente servir al rico y al poderoso. Pero como no puedes hacer de esto un programa político, han hecho una cosa razonable: han movilizado a grandes sectores de la población que siempre habían estado ahí pero no se habían organizado como fuerza política. Uno de estos colectivos es el de los cristianos evangélicos, que forman una parte enorme de la población. Y ahí tienes al nuevo responsable del Comité Medioambiental del Senado, James Inhofe, que afirma: “Es arrogante decir que los humanos pueden hacer cualquier cosa contra la voluntad de Dios, como el cambio climático”. Esto es antediluviano. No puedes ni llamarlo Edad de Piedra, las tribus primitivas tenían más criterio. Pero esta es la esencia de la base republicana, extremista y cristiana evangélica. El otro sector movilizado es la gente aterrorizada. La sociedad de Estados Unidos es ahora muy mestiza, pero la población blanca se está convirtiendo en minoría. De forma que hay un gran sector de la población, y un grupo de políticos, que dice: “Nos están robando el país”. Es una forma de decir que hay demasiados rostros oscuros. Hispanos, sobre todo.
–¿Y musulmanes?
–También, pero los hispanos son ahora la principal fuente de miedo.
–El mito nacional funciona siempre contra la invasión de pueblos “inferiores”.
–Y así sigue. Puede que no tenga una base histórica o biológica, pero está en la conciencia colectiva. Y ahora estamos en el punto en el que nuestra herencia mitológica anglosajona no sólo se ve amenazada, sino desbordada por esos extranjeros que se están apoderando de nuestro país. Todo esto es parte de lo que el ex Partido Republicano –tengo que llamarlo ex– ha movilizado como base de esa política que roza el delirio…
–Europa lleva un camino parecido.
–Es delirante la forma en que la troika está tomando decisiones en Europa. Se puede calificar de delirante si se tienen en cuenta las consecuencias humanas, pero desde el punto de vista de los que diseñan la política no es delirante, a ellos les va estupendamente. Son más ricos y poderosos que nunca, y están acabando con el enemigo, que es la población en general.
–Aki Kaurismäki, el cineasta finlandés, lo llama capitalismo sádico.
–Es que el capitalismo es intrínsecamente sádico; de hecho, Adam Smith reconoció que cuando se le da rienda suelta y queda liberado de ataduras externas, su naturaleza sádica se manifiesta porque es intrínsecamente salvaje. ¿Qué es el capitalismo? Maximizar tus beneficios a expensas del resto del mundo. Un famoso premio Nobel de Economía, James M. Buchanan, dijo una vez que el ideal de todo ser humano es ser el amo y que el resto del mundo sea su esclavo. Desde el punto de vista de la economía neoclásica, por qué no, ése es el ideal.
–¿Un mundo sin derechos ni responsabilidades?
–Un mundo sin reglas en el que los poderosos hacen lo que quieren. Y, donde, milagrosamente, todo sale a la perfección. Es interesante comprobar cómo Adam Smith planteó esto en la famosa expresión “mano invisible”, que tanto se usa ahora. Ahora vemos que, cuando el capital carece de cortapisas, particularmente los mercados financieros, todo salta por los aires. A eso es a lo que se está enfrentando hoy Europa.
–Sorprendentemente, 25 años después de la caída del Muro de Berlín, Syriza, un partido de izquierda, ha ganado en Europa. Es como si las políticas de la troika hubieran resucitado al enemigo.
–Yo no lo veo así. Por la sencilla razón de que hay muchos mitos acerca del enemigo. Rusia estaba más alejada del socialismo de lo que lo está hoy Estados Unidos; la revolución bolchevique fue un gran fracaso para el socialismo, provocó una tiranía autocrática en la que los trabajadores eran eso que Lenin llamó un ejército proletario bajo el control de un líder que no tenía nada que ver con el socialismo.
–¿Syriza no es entonces el péndulo de la Historia volviendo atrás?
–Para los patrones actuales, Syriza es un partido de izquierda, pero no lo es por su programa. Es un partido anti neoliberal. No exigen que los trabajadores controlen la industria.
–No, claro, no son revolucionarios.
–Ni socialistas tradicionales. Y esto no es una crítica, creo que es positivo. Y lo mismo pasa con Podemos: son partidos que se levantan contra el asalto neoliberal que está estrangulando y destrozando a los países periféricos.
–Hablemos sobre la prensa. Usted ha criticado duramente a The New York Times y The New Yorker en sendos artículos recientes. ¿La decadencia de los periódicos tradicionales tiene que ver con su cercanía al poder o, como aseguran los editores, es culpa de Internet?
–Escribo sobre The New York Times y The New Yorker porque lo que me interesa es ese tipo de límite liberal. Prefiero que otros denuncien a la Fox, que es una broma. Lo interesante son los periódicos intelectuales, porque establecen el límite externo de la crítica aceptable. Son una especie de guardianes. Dicen: “Puedes llegar hasta aquí, pero no más allá”. Y lo hacen por un interés particular. Desde un punto de vista doctrinal no creo que hayan cambiado, protegen las estructuras del Estado desde hace mucho. El derrocamiento de la democracia en Guatemala recibió un gran respaldo de los medios; el del sistema parlamentario iraní en 1953 fue enormemente respaldado; la Guerra de Vietnam, igual, gran apoyo todo el tiempo. De hecho, la única crítica que se ha hecho a la Guerra de Vietnam hasta el momento es que fue un fracaso. Cuando a Obama se le consideraba un gran héroe moral porque se opuso a la invasión de Irak, ¿qué dijo la prensa? Dijo que esa guerra había sido un error garrafal, claro, porque no salió bien. Si hubiera salido bien, habría sido perfecta.
–¿Guardianes del poder, pero no de la democracia?
–La prensa vive un grave declive, pero creo que básicamente se debe al funcionamiento de los mercados publicitarios. Los grandes medios son grandes empresas, y viven esencialmente de la publicidad; ahora sus fuentes de capital se están dispersando, y están en declive. Si leemos, por ejemplo,The Boston Globe, era un buen periódico, uno de los mejores del país, pero ahora no tiene noticias independientes en absoluto, funciona con agencias, apenas tiene corresponsales. Lo mismo está ocurriendo en el resto del país. No se trata de una actitud doctrinal, creo que está relacionado con el funcionamiento de la sociedad de mercado: si no ganas suficiente dinero, caes.
–¿Y no le parece raro que esos medios sigan defendiendo el modelo que les ha llevado a la ruina?
–Desde un punto de vista doctrinal, sencillamente, de una forma abrumadora, no sólo en Estados Unidos, los medios defienden al poder. En Estados Unidos ese poder son los negocios y el Estado. Aunque hay excepciones. The Wall Street Journal, el principal periódico económico, publica muy buenas historias de delitos empresariales. Por suerte, no estamos en un Estado fascista.

500 años. Sudamérica sufrió la dominación de las potencias imperiales occidentales, la última de ellas, EE.UU.. Pero en los últimos 10 o 15 años ha empezado a romper con eso. Latinoamérica fue uno de los socios más leales de los consensos de Washington, de las políticas oficiales.

Las dos caras de la Justicia

DERIVACIONES DEL CASO NISMAN > LA MIRADA EXTERIOR Y LA JUSTICIA II

Las dos caras de la Justicia: los casos de Roosevelt y de Hitler

A propósito de un editorial de The New York Times sobre los suicidios sospechosos de la Argentina, Atilio Boron recuerda célebres crímenes nunca esclarecidos de los Estados Unidos. Mario Rapoport, por su parte, describe diferentes casos históricos de enfrentamientos de gobiernos con el
Poder Judicial.
por Mario Rapoport
Entre los más célebres films del genial Orson Welles, se destaca La dama de Shanghai, no tanto por su argumento sino por una de sus últimas escenas, un tiroteo entre los protagonistas, el bueno y el malo, en una galería de espejos de una vieja feria de diversiones. Cuerpos, caras y sombras aparecen y desaparecen mientras se persiguen e intentan matar entre ellos. Disparos que no dan en el blanco sino en el reflejo de las figuras en la multitud de espejos. Con cada espejo alcanzado por las balas es la ilusión de la muerte la que predomina, no la muerte misma, hasta el disparo del final. Es una escena asombrosa, que Woody Allen y varios directores recrearon en otros films policiales o de espionaje. Parece una historia real, como la de los ignotos testaferros que enviaban los dineros de corporaciones y ciudadanos de varios países a través del banco HBSC, para colocarlos en paraísos fiscales. Un espejismo que se repite últimamente con frecuencia en la Argentina y en muchos lugares de un mundo donde el tercer poder, la Justicia, que balanceaba a los otros dos en un sistema democrático, hace rato ha dejado de serlo. Los laberintos de la Justicia pueden ser esquivos, tienen distintos túneles legales para refugiarse, diferentes rostros que aparentan lo que no son, pero nunca es totalmente ciega (mejor dicho, imparcial), el rabillo de su ojo derecho vigila siempre para que los intereses que predominan en esta frágil democracia no se derrumben. A veces entorpeciendo las acciones de los hombres que quieren mejorar las cosas; a veces, ayudando a los demonios de otros hombres a llegar al poder.
Así ocurrió en el período de entreguerras del siglo pasado en Estados Unidos y en Alemania, dos caras de un espejo en que esa presunta Justicia se reflejó. El resultado final fue catastrófico: una terrible guerra mundial, el genocidio de millones de judíos y otras etnias, innumerables pérdidas humanas y materiales, de las que el mundo tardó mucho en recuperarse. Por supuesto, no fue la Justicia la principal responsable, pero jugó un rol que debe destacarse.
En dos oportunidades clave, el presidente Franklin Delano Roosevelt en los Estados Unidos debió enfrentarse al Poder Judicial de su país y en las dos estuvo en juego el futuro de la sociedad norteamericana. Cuando asumió el poder, en 1933, la crisis, ya convertida en depresión, había producido una formidable caída en la producción, el empleo y los precios. En sus primeros días de gobierno el presidente tomó decisiones drásticas para sanear el sistema bancario y mejorar el productivo. En una primera etapa, de 1933 a 1935, se implementaron políticas que iban contra ortodoxias dominantes, el llamado primer New Deal, para resolver los problemas más urgentes e impulsar la reactivación económica. Pero el programa entero peligró cuando la Corte Suprema de Justicia declaró inconstitucionales algunas medidas emblemáticas del programa, como las leyes de Recuperación Industrial Nacional y de Ajuste Agrario, que pretendían recuperar la industria y la agricultura a través de un aumento de precios y salarios, y luego de su mayor control, para hacer frente a una deflación mortífera que obligaba a destruir productos y disolver empleos, de la regulación de horas máximas de trabajo y del derecho de los trabajadores a sindicalizarse.
Frente a este tropiezo, en 1935 se crearon dos nuevas leyes: la Ley Wagner, que regulaba los vínculos laborales entre patrones y obreros mediante convenciones colectivas de trabajo, y la ley de seguridad social, que establecía un sistema de jubilaciones y pensiones para la mayor parte de la población. En 1937, recientemente reelecto, Roosevelt intentó avanzar sobre la Corte Suprema, que había heredado en 1933, compuesta mayoritariamente por republicanos conservadores, algunos de avanzada edad. El objetivo de Roosevelt era frenar la posible política de anulación de las nuevas medidas de recuperación, evitando futuros rechazos, como los que con pretextos diversos, más políticos que jurídicos, la Corte había realizado anteriormente. El 5 de febrero, en el Congreso, el presidente pidió que se le permitiera agregar un juez más por cada uno (hasta seis) que se resistiera a jubilarse. Dos días después, Roosevelt recibió una carta del prestigioso juez Felix Frankfurter. Profesor de leyes de Harvard y perteneciente al ala progresista del New Deal, Frankfurter era uno de los principales consejeros del presidente sobre asuntos legales y ya lo había asesorado cuando aquél fue gobernador de New York. La carta decía: “De manera dramática (...) me has provocado un shock. Pero más allá de eso (...) el momentum de seguir apelando a la razón (para convencerlos de rever) una larga serie de decisiones no defendibles ni justificables según los principios establecidos en la Constitución me han convencido, como te han convencido a ti, de que deben encontrarse los medios para salvar a la Constitución de la Corte, y a la Corte de sí misma. Ningún estudiante desinteresado de nuestro sistema constitucional y de las necesidades de nuestra sociedad podría ver con complacencia el impasse creado por una mayoría ciega y testaruda en la Corte”. Pocos días después, en una nueva carta, Frankfurter escribía: “Se le ha enseñado a la gente a creer que cuando la Corte Suprema se pronuncia, es la Constitución y no la misma Corte la que habla, siendo que, por supuesto, en muchos asuntos esenciales, es esta la que se pronuncia, y no la Constitución. Finalmente, la presión del presidente dio resultado y las Leyes de Seguridad Social y de Relaciones de Trabajo (Ley Wagner) fueron declaradas constitucionales en abril y mayo de 1937. En gran medida, este triunfo de Roosevelt salvó el New Deal y consolidó los principios democráticos de gobierno, con el apoyo del Congreso, en el juego de los tres poderes.
En Alemania, en cambio, ya mucho antes de Roosevelt, el Poder Judicial junto al ejército, cuyos principales cuadros seguían siendo los mismos que los del imperio, y los grandes monopolios industriales, contribuyeron a deteriorar los logros de la República de Weimar, a ayudar la escalada de Hitler al poder y luego a legitimarlo. En el mismo día que estalló la revolución de 1918, que dio lugar a la República de Weimar, comenzó a organizarse el partido contrarrevolucionario, que pronto decidió que sólo podía llegar al poder con ayuda de la maquinaria estatal y no contra ella. El fracaso de los Putsch de Kapp, en 1920, y de Hitler 1923, lo habían puesto en evidencia. Y junto a esas otras fuerzas, en el núcleo central de la contrarrevolución se hallaba el Poder Judicial.
Al revés de los actos administrativos, las consideraciones judiciales se basan en el derecho, es decir, en la distinción de lo justo y de lo injusto. “El derecho –dice Franz Neumann, uno de los más inteligentes miembros de la Escuela de Frankfurt– es acaso la más perniciosa de todas las armas en las luchas políticas, precisamente por el halo que rodea a los conceptos de derecho y justicia. Cuando se convierte en ‘política’, la justicia produce el odio y la desesperación de aquellos a quienes hiere. Al contrario, los favorecidos por ella incuban un profundo desprecio por el valor mismo de la justicia; saben que puede ser comprada por los poderosos. A diferencia de lo que ocurre en el sistema norteamericano, era el juez y no los letrados de las partes quien dominaba en todo el proceso. Los delitos de injuria y espionaje, la denominada Ley de Defensa de la República y los artículos del Código Penal relativos al delito de alta traición fueron decisivos. (Behemoth. Pensamiento y acción en el Nacional-Socialismo, 1943).
Tres causas célebres lo demuestran. La primera fue lo que sucedió después de la caída de la breve república soviética de Baviera, que duró del 6 de abril al 3 de mayo de 1919 y tuvo como ministro de Finanzas a nuestro conocido Silvio Gesell, que vivió varios años en la Argentina y fue uno de los economistas más admirados por Keynes. Los tribunales dictaron las siguientes sentencias: 407 condenas a prisión en fortaleza, 1737 condenas a prisión simple, 65 condenas a prisión con trabajos forzados. Gesell mismo estuvo detenido varios meses. En cambio, el trato dado por el Poder Judicial al Putsch derechista de Wolfgang Kapp en Berlín del 13 al 17 de marzo de 1920 fue muy diferente. Sobre 705 acusaciones de alta traición, 412 fueron amnistiados, 108 sobreseídos por diversas causas, 174 no habían dado lugar a mantener la acusación, 11 no terminaron de ser enjuiciados, ni uno solo fue condenado.
El tercer ejemplo significativo fue el Putsch intentado por Hitler en Munich, llamado el Putsch de la “cervecería” porque en una de ellas, la Bürgerbräukeller, el 8 y 9 de noviembre de 1923 los nazis quisieron impedir por la fuerza un discurso del gobernador de Baviera ante tres mil personas. Sus líderes, encabezados por Hitler, fueron condenados en un principio a penas de uno a cinco años, pero casi en seguida puestos en libertad. Ludendorff, un ex general del Kaiser, que también participó, fue absuelto. Aunque la Ley de Defensa de la República ordenaba deportar a todo extranjero convicto de alta traición, el Tribunal del Pueblo de Munich exceptuó a Hitler de esta medida con el especioso argumento de que, pese a su ciudadanía austríaca, Hitler se consideraba alemán. Se le permitió un violento discurso de dos horas insultando y amenazando al jefe del gobierno y otros altos funcionarios sin ser acusado de desacato. Estuvo sólo nueve meses en prisión, donde escribiría el Mein Kampf (Mi Lucha), libro de cabecera del nazismo.
Hitler, que había aprendido la lección, decidió de allí en más que debía ganar el poder utilizando el sistema democrático, mientras atizaba el escenario político con las brutales acciones de sus partidarios. Y es lo que hizo confiado en la debilidad creciente y la división de los socialdemócratas y de la izquierda. Todos y cada uno de los artificios de la democracia parlamentaria, sus disposiciones legales y lazos sociales y políticos se convirtieron en armas del nazismo contra el gobierno; se llevaron a cabo numerosos ataques e injurias contra la ineficacia de la República de Weimar. El nazismo se presentó como la salvación de la democracia. En medio de una profunda depresión económica los nazis comenzaron a ganar espacio político. Hitler fue nombrado canciller del Reich el 30 de enero de 1933, pidió la disolución del Parlamento y se llamaron a nuevas elecciones para el 5 de marzo, ante la impavidez del Poder Judicial. Entonces, se produjo el incendio del Reichstag, del que se culpó a los comunistas, se suprimieron libertades civiles y comenzó una etapa de terror político. Esto facilitó a los nazis ganar las elecciones parlamentarias con el 45 por ciento de los votos. Como Hitler no consiguió los dos tercios necesarios para tener el poder absoluto, expulsó del Parlamento a sus adversarios políticos, que reemplazó con sus partidarios y se convirtió en un dictador constitucional. El Poder Judicial, responsable también de estos hechos, entró a formar parte de las instituciones que sirvieron de base para construir el Estado totalitario.
* Profesor emérito de la Universidad de Buenos Aires.

domingo, 15 de febrero de 2015

blog de Santiago O' Donell

Santiago O' Donell ha recorrido varios programas de radio, ha vuelto a estar en el centro de atención de muchos periodistas y medios. Sus libros y la info que había recibido de Julian Assange, ya lo había tenido en el centro de la escena. Argenlink, reproducía los cables que la embajada de EEUU enviaba desde Argentina para el norte. Entre los personajes que alli figuraban estaba la del fiscal Nisman.

Por eso lo agregamos a la pléyade de periodistas internacionales su blog, que pueden ver en ENLACES

Santiago O'DonnellSantiago O'Donnell es periodista. Actualmente cumple tareas como editor jefe de la sección "El Mundo" del diario Página/12 y escribe el blog santiagoodonnell.blogspot.com.ar. Comenzó su carrera en el Buenos Aires Herald, pero rápidamente pasó a trabajar en dos de los diarios más importantes de los Estados Unidos: entre 1987 y 1990 en Los Angeles Times y de 1991 a 1994 en The Washington Post. De regreso a la Argentina se incorporó a la redacción del diario La Nación, en la que estuvo cuatro años, antes de pasar a ser editor general del semanario TXT. Es autor del exitoso ArgenLeaks. Los cables de Washington sobre la Argentina, de la A a la Z (Sudamericana).

Detrás de Nisman - Por Santiago O´Donnell

Allá por enero del 2011, cuando Julian Assange, editor del sitio  Wikileaks,  me entregara un pen drive con más de 2500 cables diplomáticos estadounidenses referidos a la Argentina, lo que más me llamó la atención fue la información referida al atentado en contra de la AMIA y al fiscal de la causa, Alberto Nisman.

Los cables reflejan una y otra vez la falta de independecia del fiscal respecto de la embajada de Estados Unidos en la investigación del atentado, tal como documenté en mis librosArgenleaks (2011) y Politileaks (2014).  Dicha conducta incluye el adelantarle a la embajada  medidas judiciales tanto de la fiscalía como del juzgado que entiende la causa AMIA, llevar borradores de resoluciones a la embajada para ser corregidos hasta conseguir la aprobación de la sede diplomática, y disculparse reiteradamente cuando no se dio preaviso de alguna medida judicial del caso a los diplomáticos y agentes de dicha embajada estadounidense.  Los cables reflejan también que importantes referentes de la principales organizaciones de la comunidad, judía, de la cancillería argentina y hasta de los propios expertos estadounidenses que le daban letra a Nisman expresaban en privado serias dudas acerca de la marcha del expediente, pero que evitaban que esas dudas se hicieran públicas para no debilitar la causa.

 Más allá de esta información, de claro interés público, me llamó la atención que el periódico español El País y el diario francés Le Monde, que venían publicando artículos sobre Argentina basados en los cables de Wikileaks desde noviembre del 2010, hasta entonces no habían publicado ni una palabra sobre los 196 cables referidos a la AMIA, muchos de ellos clasificados como "secreto" o "clasificado."

También me llamó la atención que menos de una semana después de que Assange me confiara los cables de Argentina, El País publicó por primera y única vez un artículo referido a los cables que hablan del atentado a la mutual judía de 1994. Pero lejos de poner al descubierto la connivencia del fiscal con la embajada, el artículo se dedica a ventilar algo que ya era de público conocimiento: la entonces cercanía de Nisman con el gobierno, que había empezado cuando Néstor Kirchner creó una fiscalía especial para investigar el atentado en el 2005 y nombró a Nisman para liderarla.

 Titulado "EE.UU. sospechaba que la paertura del caso AMIA respondía al oportunismo del gobierno argentino", el cable arranca así: La embajada de Estados Unidos en Buenos Aires sospechó que el oportunismo del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y la ambición del fiscal especial Alberto Nisman determinaron, probablemente, la reactivación hace tres años de las investigaciones sobre el atentado terrorista que, en 1994, destruyó la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina en la capital argentina y causó 85 muertos y 300 heridos."

Esa misma semana redacté el artículo que terminaría siendo un año después , casi palabra por palabra, el capítulo "AMIA" de Argenleaks, con la intención de publicarlo inmediatamente en mi diario, Página/12, del cual sigo siendo jefe de la sección El Mundo, tal como habíamos convenido con Assange y también con Ernesto Tiffenberg, director del diarioSin embargo, Tiffenberg me comunicó que no publicaría mi texto sobre Nisman y la AMIA, así como los referidos al grupo Clarín, terrorismo en la Triple Frontera y otros que dejaban mal parados a funcionarios del gobierno, incluyendo uno sobre el vicepresidente Amado Boudou. Pero mientras los demás textos fueron suprimidos hasta que salieron mis libros, en el caso de Nisman-AMIA Tiffenberg le entregó uno de mis cables (en ese momento tenía la exclusividad para la Argentina, según un convenio que yo mismo había firmado con Assange, con el aval de Página/12)  al periodista Raúl Kollman y me informó que Kollman se encargaría de escribir sobre la AMIA porque era el experto de diario en el tema. Entonces me ofrecía a trabajar con Kollman, pero Tiffenberg no dio lugar a mi sugerencia.

Poco tiempo después, el 27 de febrero del 2011, bajo la firma de Kollman, Página/12 publicó en su tapa del domingo "Una ayudita a los amigos para acusar a Irán" . El artículo descalifica a las fuentes que aparecen en los cables poniendo en duda la investigación de Nisman y dice que los cuestionamientos a la investigación del fiscal provienen de ex funcionarios judiciales procesados por encubrimiento:

"En los últimos días, el diario El País, seguido luego por La Nación y Clarín, interpretaron que el cable del 27 de mayo señalaba que, según la opinión norteamericana, Nisman, en combinación con Néstor y Cristina Kirchner, pretendieron tapar, con el pedido de detención de Menem y los demás, el problema que por entonces estaba en el centro de la escena: el conflicto con las entidades del campo. En el cable del día 22 queda claro quién sostiene esa hipótesis: los propios Menem y Galeano. Ambos dijeron públicamente que la acusación en su contra era una maniobra política. Sin embargo, todo fue confirmado en las dos instancias judiciales superiores, el juez y la Cámara. Los otros dos que abonan esa teoría del desvío de atención fueron Neuburger y González. Los cables traducen esas opiniones y, sobre el final, Wayne más bien expresa sus dudas."

También cita al propio Nisman para desmentir su cercanía con el gobierno, relación que por entonces era archiconocida: "Página/12 consultó a Nisman sobre una frase del 'garganta profunda´ de la Embajada: 'Nisman está totalmente dominado por el jefe de Gabinete Alberto Fernández. Obedece sus ordenes sin discusión y no descarto que todo sea una maniobra política de Alberto Fernández´. El fiscal respondió brevemente a Página/12. “Vi a Alberto Fernández dos veces en mi vida. Ambas en 2005, cuando se estableció la fiscalía especial para el caso AMIA. En ese momento gestioné ante el jefe de Gabinete la compra del sistema Excalibur de entrecruzamiento de llamadas. El presupuesto dependía de él y por ello lo fui a ver. Nunca más lo vi.”

De obsecuencia, de falta de independencia, de recibir órdenes de la embajada, ni una palabra.

Cuando leí el artículo le dije a Tiffenberg que me llamaba la atención que Página /12 siguiera la misma línea editorial de los grandes medios argentinos y extranjeros de proteger a Nisman y salvoguardar la investigación, pese a la dudas y presuntas inconductas que surgían de los cables de Wikileaks. Me contestó que no, que La Nación y Clarín apoyaban la línea Galeano-Mullen-Barbaccia-Nisman, mientras que Página/12 sólo apoyaba  lo que hacía Nisman, que era muy distinto a lo de sus antecesores, (por más que Nisman había trabajado con los fiscales procesados e identificado a los mismos presuntos culpables). 

Un mes más tarde, en marzo del 2011, un colaborador de Wikileaks le entregó una copia de los cables de Argentina al periodista de La Nación Hugo Alconada Mon y tres meses más tarde los cables se hicieron públicos. Sin embargo, nada se publicó hasta la salida deArgenleaks sobre la relación entre Nisman y la embajada.

Nobleza obliga, más allá del generoso espacio que me dieron algunos medios radiales para hablar del tema, empezando por Víctor Hugo Morales, el primer medio gráfico que publicó algo referido a mi capítulo de Argenleaks sobre la connivencia entre Nisman y la embajada fue Clarín. Con la firma de Daniel Santoro, el 29 de agosto del 2011, pocos días después de la salida a la venta de Argenleaks, Santoro escribió "Insólito pedido de disculpas de un fiscal a EE.UU.", referido al profuso pedido de disculpas que nisman le hicera a distntos funcionarios de la embajada por no anticiparles que pediría la captura de Menem y otros funcionarios políticos y judiciales por presunto encubrimiento del atentado.

(Nobleza obliga también, esta semana vi a mi estimado y respetado colega Santoro en el canal de noticias del Grupo Clarín defender a capa y espada la acusación de Nisman contra la presidenta Cristina Kirchner, el canciller Héctor Timerman y otras personas, dando por cierta una conspiración que me resulta tan inverosimil como oportunista, políticamente motivada y de difícil comprobación, más allá de la opinión que me merezca el actual gobierno.)

Poco tiempo después Nisman me citó en su despacho a través de su publicista para hablar del libro, invitación que acepté de buena gana como suelo hacer cuando alguien sobre quien escribí quiere comentar lo que dije. En esa reunión Nisman me dijo que si bien puede ser cierto que la embajada le decía esto y aquello, él no siempre le hacía caso y que continuaba investigando pistas alternativas mal que le pesar a la embajada y que le prueba está en el expediente y en que el juicio a los encubridores de la "conexión local" fue elevado a juicio. (Esta semana el juez de la causa, Rodolfo Canicoba Corral, cercano al gobierno, lo contradijo diciendo que muchas veces le pidió a Nisman que ampliara su investigación más allá de los iraníes pero que el fiscal no le hizo caso.) Nisman también me contó que prácticamente toda su información provenía del agente de la Secretaría de inteligencia Jamie Stiusso, ya que Stiusso tenía la confianza de los servicios secretos estadounidenses e israelíes. Me comentó que Stiusso le pasaba información en bruto y lo que él podía corroborar lo llevaba al expediente.  

Desde entonces la información sobre Nisman  y la embajada desapareció de los medios hasta la firma del convenio con Irán para investigar el atentado en enero del 2013. Era como si existiera una política de Estado que atravesaba gobierno y oposición, medios k y anti k, y los principales representantes de la comunidad judía, de que la causa no se toca y el trabajo de Nisman tampoco.

El convenio con Irán rompió el pacto de silencio y reavivó el interés en mi trabajo con los cables de la AMIA. El 17 de febrero del 2013, a horas de que se discutiera el convenio en el Congreso, publiqué en Página/12 la columna "AMIA.doc." , la que sería la base del capítulo "Nisman" de Politileaks. Más allá de que pensara que el convenio representaba un cambio de política exterior demasiado brusco y arriesgado para el país y la causa AMIA, aún sabiendo que la información sería utilizada por el gobierno para avalar su decisión, me pareció importante compartir con los legisladores lo que decían los cables, a favor y en contra, antes de que tomaran una decisión tan importante.  Salvo la parte donde señalo que los cables muestran que durante su presidencia Nestor Kirchner había rechazado un convenio muy similar al que luego firmaría su esposa, que debí negociar con Tiffenberg palabra por palabra, el resto del texto, que documenta la falta de independencia de Nisman con respecto a la embajada, no mereció ningún reparo. Los tiempos habían cambiado 

Ahora vuelve todo con la denuncia de Nisman y el interés de los medios k en los cables de Wikileaks sobre el fiscal. Pos supuesto que me llamó la atención que esto ocurriera apenas días después del desplazamiento del poderoso y otrora intocable agente  Stiusso. Y sí, claro que puedo estar equivocado, pero la movida de Nisman me huele a carpetazo de los servicios. Aún así, no quiero ser un peón en la batalla política entre el gobierno y la oposición ni avalar conductas de unos u otros que no comparto. Hablé en varias radios pero no quise salir en televisíón por miedo a que mi imagen en determinado canal sea entendida como un apoyo a un lado de la grieta.  Sin tomar partido en cuestiones que me exceden largamente y sin ser un experto en el tema AMIA, entre otras razones porque cuando ocurrió yo vivía en Estados Unidos, quería decir que me duelen las manipulaciones políticas a los familiares de las víctimas que se vienen sucediendo desde que ocurrió el atentado, y la falta de Verdad y Justicia en un tema tan sensible y doloroso para todos los argentinos.