sábado, 1 de agosto de 2009

Periodismo basura

Periodismo basura

Por Mariana Carbajal

“Es muy grande el mal que me han hecho”, repite Lucía entre sollozos, quebrada. Una notera del programa 70.20.10, que conduce Chiche Gelblung por Canal 13, insensible ante el drama ajeno, grabó su testimonio sin que ella supiera, después de negarle que la cámara estuviera prendida y le desnudó obscenamente el alma y las miserias ante miles de televidentes. Lucía tiene 77 años y hace seis se encuentra en situación de prostitución empujada por una condición económica precaria: cobra una pensión por vejez que no le alcanza para comprar los medicamentos que le exigen los achaques de la edad y para pagar la habitación de dos por dos y un baño que alquila en un sencillo hotel porteño. “Siento mucha vergüenza por mis nietos, que no sabían”, le contó a la monja Olga Colipe, de la Congregación de Hermanas Oblatas del Santísimo, que junto con otras religiosas y también laicas recorren las calles del barrio de Constitución acompañando a las mujeres que se ven obligadas a ganarse la vida como Lucía. Olga y sus compañeras están conteniendo a Lucía en estos días porque está muy triste y estresada. Su familia, sus hijos, sus nietos, no sabían que ella se encontraba en situación de prostitución. Nunca se atrevió a contarles, para protegerlos. Después de la emisión del programa, no la han llamado ni la han ido a ver. Ella está tan avergonzada que no quiere hablarles.

“Es indignante lo que han hecho. No tiene derecho a burlarse así de una persona, a utilizar así a una mujer mayor. Es poco digno del periodismo”, dice, con bronca, Olga a este diario. En los días previos al sábado 11 de julio, una notera del programa de tele de Gelblung recorrió el barrio de Constitución en busca de testimonios de travestis para un informe especial. “La chica que estaba con el micrófono se le acercó a preguntarle si ella también estaba ‘trabajando’. Ella lo primero que le aclaró fue: ‘No me filmés. Porque ustedes a nosotras nos muestran de cuerpo entero y a los ladrones le cubren el rostro o le ponen la nubecita’”, cuenta Olga el episodio que le relató Lucía. La nubecita a la que hace referencia es el “efecto pixelado”, recurso utilizado en la TV para borronear rostros que quieren mantenerse en el anonimato. La notera le aseguró que tenía la cámara apagada y es más, le hizo ver que era así. Lucía, sin muchos conocimientos técnicos de cómo funciona y con algunos problemas de vista, se convenció. Pero sobre todo, le creyó. Le pidió especialmente que no la filmaran porque no quería perjudicar a su familia. Así, a partir de ese diálogo, la notera la hizo entrar en confianza y logró que le contara sus achaques en la salud, su historia de vida, su padecer en las noches frías, en una actividad que no es trabajo, a la que se llega sin otras opciones.

Al día siguiente, Lucía les contó a Olga y a otras integrantes de la congregación lo que le había pasado: que solo había hablado con la cámara apagada. Enorme fue su sorpresa cuando el sábado 11 de julio salió al aire 70.20.10, y en uno de los informes “periodísticos” mostraron su rostro y sus comentarios, sin ningún filtro. Las tomas se notan que son robadas: se mostraron como si hubieran sido filmadas con una cámara infrarroja, con poquísima luz. En el mismo informe también fueron enfocadas algunas travestis y a ellas sí les pusieron la “nubecita”.

“Esto está repercutiendo mucho en la mujer, con una carga de estrés muy grande. Sus amigos (como les llama a los clientes) ya no van porque piensan que está enferma y no le alcanza para pagar el hotel. Y como si todo fuera poco, estando nosotras una tarde con ella, un señor desde una camioneta bajó el vidrio y le gritó: “Te vi en la tele, el sábado”, sigue Olga.

No sólo su historia apareció en Canal 13. El lunes 13 la pasó uno de los programas que repiten extractos de otros y se mofaron de la situación de Lucía, cuyo nombre, claro, es otro. ¿Quién va a pagar el daño que le causaron?

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