viernes, 13 de marzo de 2009

Obama sobre Israel y Palestina


Obama sobre Israel y Palestina

Noam Chomsky
ZNet

Barack Obama es reconocido como una persona de aguda inteligencia, un estudioso, muy cuidadoso en la elección de sus palabras. Merece ser tomado en serio, tanto por lo que dice como por lo que omite. Especialmente significativa es su primera declaración de fondo sobre asuntos exteriores, el 22 de enero, en el Departamento de Estado, en la presentación de George Mitchell, quien servirá como su enviado especial para la paz en Medio Oriente.
Mitchell centrará su atención en el problema entre Israel y Palestina, a raíz de la reciente invasión de Estados Unidos e Israel a Gaza. Durante el asalto criminal, Obama se mantuvo en silencio, más allá de repetir algunos lugares comunes, porque, dijo, sólo hay un presidente, un hecho que no le impidió hacer declaraciones sobre muchas otras cosas. En su campaña, sin embargo, repitió su afirmación de que "si los misiles estuvieran cayendo donde duermen mis dos hijas, haría todo lo posible para detener esto". Él se refería a los niños israelíes y no a los cientos de niños palestinos asesinados por las armas de EE.UU., sobre los cuales no podía hablar, porque sólo había un presidente...

El 22 de enero, sin embargo, Barack Obama ya era presidente y podía hablar libremente sobre estos asuntos, evitando, sin embargo, el ataque a Gaza, que se suspendió, convenientemente, justo antes de su toma de posesión.

En sus declaraciones, Obama hizo hincapié en su compromiso para una solución pacífica del conflicto. Sus comentarios fueron un cuanto tanto ambiguos, pero hizo una propuesta concreta: "la iniciativa de paz árabe", dijo Obama, "contiene elementos constructivos que podrían ayudar a avanzar en estos esfuerzos. Ahora es el momento de que los Estados árabes actúen para lograr el cumplimiento de dicha iniciativa mediante el apoyo al gobierno palestino del Presidente Abbas y el Primer Ministro Fayyad, adoptando medidas para normalizar las relaciones con Israel y defendiéndose del extremismo que nos amenaza a todos."

Obama no está directamente falseando la propuesta de la Liga Árabe, pero el engaño cuidadosamente formulado es instructivo.

La propuesta de paz de la Liga Árabe llama, en efecto, a la normalización de las relaciones con Israel en el contexto, repito, en el contexto, de una solución de dos estados en los términos del consenso internacional, que vienen de largo tiempo atrás y que los EE.UU. e Israel han bloqueado desde hace más de 30 años, en total aislamiento internacional. El núcleo de la propuesta de la Liga Árabe, como Obama y sus asesores sobre Medio Oriente saben muy bien, es un llamamiento para un arreglo político pacífico en los términos antes mencionados, que son bien conocidos y reconocidos por ser la única base para una solución pacífica, a la que ahora Obama pide que se comprometan. La omisión de ese hecho fundamental no puede ser accidental e indica claramente que Obama no prevé alejarse del rechazo habitual de los EE.UU. a esta propuesta. Su llamamiento a los estados árabes para actuar en el corolario de su propuesta, mientras que los EE.UU. ignoran incluso la existencia de su contenido central, que es la condición previa para el corolario, supera todo cinismo.

Los actos más importantes para socavar una solución pacífica son las acciones [israelíes] diarias en los territorios ocupados, respaldadas por los Estados Unidos, todas reconocidas por ser de índole criminal: la apropiación de tierras y recursos valiosos y la construcción de lo que el principal arquitecto del plan, Ariel Sharon, llamó "bantustanes" para los palestinos, una comparación injusta, porque los bantustanes eran mucho más viables que estos fragmentos de tierra que se les han dejado a los palestinos bajo la concepción de Sharon. Sin embargo, los EE.UU. e Israel siguen oponiéndose a una solución política incluso por escrito, más recientemente, en diciembre de 2008, cuando los EE.UU. e Israel (y unas pocas islas del Pacífico) votaron en contra de una resolución de la ONU para apoyar "el derecho del pueblo palestino a la libre determinación" (aprobada por 173 votos a 5, con la oposición de EE.UU. e Israel, con pretextos evasivos).

Obama no tuvo nada qué decir acerca del asentamiento y desarrollo de infraestructuras en Cisjordania y las complejas medidas de control de la existencia palestina misma, destinadas a socavar las perspectivas de una solución pacífica de dos Estados. Su silencio es una sombría refutación a su floreciente oratoria al respecto de que: "Mantendré un compromiso activo para buscar que dos Estados vivan lado a lado, en paz y seguridad".

Tampoco se menciona la utilización por parte de Israel de armas de EE.UU. en Gaza, en violación no sólo con la legislación internacional, sino en clara violación también con la legislación estadounidense. O el envío de Washington de nuevas armas a Israel en el momento más álgido del ataque de EE.UU. e Israel, algo seguramente no desconocido por los asesores de Medio Oriente de Obama.

Obama fue firme, sin embargo, en que el contrabando de armas a Gaza debe detenerse. Él respalda el acuerdo de Condoleezza Rice y la canciller israelí, Tzipi Livni, de que la frontera de Gaza y Egipto debe cerrarse, un notable ejercicio de arrogancia imperial, como señaló el Financial Times: "...mientras en Washington se felicitan mutuamente, ambas funcionarias parecieron olvidarse del hecho de que estaban llegando a un acuerdo sobre el comercio ilegal que se lleva a cabo en la frontera de otro país: Egipto, en este caso. Al día siguiente, un funcionario egipcio describió el memorando como 'ficticio' ". Las objeciones de Egipto fueron ignoradas.

Volviendo a la referencia de Obama sobre la "constructiva" propuesta de la Liga Árabe, tal como indica el texto, Obama insiste en restringir el apoyo al partido derrotado en las elecciones de enero de 2006, la única elección libre en el mundo árabe, a la que los EE.UU. e Israel reaccionaron instantánea y abiertamente, castigando con severidad a los palestinos por oponerse a la voluntad de los amos. Un tecnicismo menor es que el mandato de Abbas finalizó el 9 de enero y que Fayyad fue nombrado Primer Ministro sin la confirmación del Parlamento palestino (muchos de ellos secuestrados y en cárceles israelíes). Ha'aretz describe a Fayyad como "una persona poco común en la política palestina. Por una parte, es el político palestino más apreciado por Israel y Occidente. Por otro lado, sin embargo, no tiene poder electoral ni en Gaza ni en Cisjordania". El informe también hace notar "la estrecha relación de Fayyad con el poder en Israel," sobre todo su amistad con el extremista asesor de Sharon, Dov Weiglass. Aunque carece de apoyo popular, se le considera un político competente y honesto. Esta no es regularmente la norma de aquellos sectores políticos respaldados por los Estados Unidos.

La insistencia de Obama en que sólo existen dentro de la política palestina Abbas y Fayyad encaja con el desprecio constante de Occidente por la democracia, a no ser que esté bajo su control.

Obama dio las razones de costumbre para ignorar al gobierno electo dirigido por Hamas: "Para formar parte de quienes están en favor de la paz ", declaró Obama, "el cuarteto [EE.UU., Unión Europea, Rusia y Naciones Unidas] ha dejado claro que Hamas debe cumplir con condiciones más que claras: reconocer el derecho de Israel a existir, renunciar a la violencia y acatar acuerdos anteriores". No se menciona, también como de costumbre, el pequeño inconveniente de que los EE.UU. e Israel se oponen firmemente a las tres condiciones. En pleno aislamiento internacional, no sólo bloquean la solución de dos estados, uno de ellos un Estado palestino, sino que, por supuesto, no renuncian a la violencia y rechazan la propuesta central del cuarteto de la "hoja de ruta." Israel la aceptó oficialmente, pero con 14 reservas que eliminan efectivamente sus contenidos (y es tácitamente respaldado por los EE.UU.). Es el gran mérito del libro de Jimmy Carter, Palestine: Peace not Apartheid (Palestina: Paz no Apartheid), el haber traído estos hechos a la atención publica por primera vez... y única vez en los grandes medios de comunicación.

De ello se deduce, por razonamiento elemental, que ni los EE.UU. ni Israel forman "parte de quienes están en favor de la paz." Pero eso simplemente no puede ser. Esto ni siquiera es una frase existente en el idioma inglés. Tal vez sea injusto criticar a Obama por este nuevo ejercicio de cinismo, porque es una práctica casi general, a diferencia de su escrupulosa eliminación de los principales componentes de la propuesta de la Liga Árabe, que es su propia y novedosa contribución.

Una práctica casi universal son también las típicas referencias a Hamas: una organización terrorista, dedicada a la destrucción de Israel (o quizás dedicada a la destrucción de todos los judíos), etc. Se omiten los hechos un tanto incómodos de que Israel y los EE.UU. no sólo se dedican a la destrucción de cualquier Estado palestino viable, sino que aplican sin cesar dichas políticas. O que, a diferencia de la negativa de EE.UU. e Israel, Hamas ha pedido públicamente, en repetidas ocasiones y explícitamente, una solución de dos estados en los términos del consenso internacional.

Obama empezó diciendo: "Permítanme ser claro: Estados Unidos está comprometido con la seguridad de Israel. Y siempre vamos a apoyar el derecho de Israel a defenderse contra amenazas justificadas". No dijo nada sobre el derecho de los palestinos a defenderse contra las amenazas, mucho más extremas, como las que ocurren a diario, con el apoyo de los EE.UU., en los territorios ocupados. Pero esto, una vez más, es la norma. También es normal la enunciación del principio de que Israel tiene derecho a defenderse. Eso es correcto, pero vacío: todo el mundo tiene ese derecho. Pero en este contexto el cliché es peor que vacuo: es un engaño cínico.

La cuestión no es si Israel tiene el derecho a defenderse, como todo el mundo lo tiene, sino si tiene el derecho a hacerlo por la fuerza. Nadie, incluido Obama, considera que los Estados gozan de un derecho general para defenderse por la fuerza: es necesario en primer lugar demostrar que no existen otras alternativas pacíficas. En este caso, seguramente las hay. Una estrecha alternativa para Israel sería respetar un alto al fuego, por ejemplo, el alto al fuego propuesto por el dirigente político de Hamas, Khaled Misal, unos días antes de que Israel lanzara su ataque, el 27 de diciembre. Mishal llamó a restablecer el acuerdo de 2005. Este acuerdo pedía que se pusiera fin a la violencia y que se abrieran de manera ininterrumpida las fronteras, así como que Israel garantizara que los bienes y las personas pudieran circular libremente entre las dos partes de la Palestina ocupada, Cisjordania y la Franja de Gaza. El acuerdo fue rechazado por los EE.UU. e Israel unos meses más tarde, después de las elecciones libres de enero de 2006, cuando los palestinos tomaron "el camino equivocado." Hay muchos otros casos de gran relevancia. La más amplia y más importante alternativa sería que los EE.UU. e Israel abandonaran su rechazo extremo y se unieran al resto del mundo, incluyendo a los estados árabes y a Hamas, en apoyo a la solución de dos Estados de acuerdo con el consenso internacional. Cabe señalar que en los últimos 30 años ha habido una excepción a la oposición de EE.UU. e Israel: las negociaciones de Taba en enero de 2001, que parecían estar a punto de llegar a una solución pacífica, cuando Israel pidió que éstas se suspendieran prematuramente. No sería, entonces, descabellado que Obama llegara a un acuerdo para unirse al resto del mundo, incluso en el marco de la política de EE.UU., si estuviera interesado en hacerlo.

En resumen, la contundente reiteración de Obama sobre el derecho de Israel a defenderse es otro ejercicio de engaño cínico, aunque, hay que admitirlo, no es exclusivo de él, sino que es una práctica casi general. El engaño es especialmente llamativo en este caso debido a que se dio en lo que fue el nombramiento de Mitchell como enviado especial a Medio Oriente. El principal logro de Mitchell ha sido su destacado papel en la solución pacífica en Irlanda del Norte. Hizo un llamamiento para que se pusiera fin al terrorismo del IRA y a la violencia británica. Es el reconocimiento implícito de que, si bien Gran Bretaña tenía el derecho a defenderse del terror, no tenía derecho a hacerlo por la fuerza, porque había una alternativa pacífica: el reconocimiento de los legítimos reclamos de la comunidad católica irlandesa, que fueron las raíces del terrorismo del IRA. Cuando Gran Bretaña adoptó esta sensata postura, el terror terminó. Las medidas a tomar en la misión de Mitchell con respecto a Israel y Palestina son tan evidentes que no necesitan ser explicadas detalladamente. Y la omisión de las mismas es, de nuevo, un sorprendente indicio del compromiso de la administración de Obama con el rechazo y la oposición a la paz, a menos de que sea en sus términos extremistas.

Obama también elogió a Jordania por su "constructivo papel en la formación de fuerzas de seguridad palestinas y por haber fomentado sus relaciones con Israel", lo cual contrasta con la negativa de los EE.UU. e Israel para tratar con el gobierno libremente elegido de Palestina, mientras castiga a los palestinos por elegir a dicho gobierno, con pretextos que, como se ha señalado, no soportan el más mínimo escrutinio. Es verdad que Jordania se sumó a los EE.UU. para armar y entrenar a las fuerzas de seguridad palestinas, a fin de que pudieran reprimir violentamente cualquier manifestación de apoyo a las desgraciadas víctimas del asalto de EE.UU. e Israel en Gaza, así como para lograr la detención de los partidarios de Hamas y del destacado periodista Khaled Amayreh, mientras organizaba sus propias manifestaciones en apoyo a Abbas y Fatah, en la que la mayoría de los participantes "eran funcionarios públicos y niños de escuelas que fueron designados por la Autoridad Palestina para participar en el rally", según el Jerusalem Post. Ése es nuestro tipo de democracia.

Obama hizo un comentario más de fondo: "Como parte de un alto al fuego duradero, los cruces fronterizos de Gaza debe ser abiertos para permitir el flujo de la ayuda y el comercio, con un régimen de vigilancia adecuado..." No mencionó, por supuesto, que los EE.UU. e Israel habían rechazado el mismo acuerdo justo después de las elecciones de enero de 2006 y que Israel nunca ha cumplido posteriores acuerdos similares sobre las fronteras.

No ha habido tampoco ninguna reacción al anuncio de Israel de que rechazaba el acuerdo de cese al fuego, de modo que las perspectivas para que sea "duradero" no son prometedoras. Como se informó a la vez en la prensa, "El Ministro del gabinete israelí, Binyamin Ben-Eliezer, quien toma parte en las deliberaciones de seguridad, dijo el jueves a la Army Radio (Radio del Ejército) que Israel no dejaría reabrir los pasos fronterizos con Gaza sin un acuerdo para liberar a [Gilad] Schalit..." (AP, 22 de enero); "Israel mantendrá cerrados los cruces fronterizos de Gaza... El funcionario dijo que el gobierno tiene previsto utilizar la negociación por la liberación de Gilad Shalit, el soldado israelí en poder del grupo islamista desde el 2006..." (Financial Times, 23 de enero); "A principios de esta semana, el Ministro de Relaciones Exteriores israelí, Tzipi Livni, dijo que los progresos para poner en libertad al cabo Shalit serían una condición previa para la apertura de los cruces fronterizos que han sido mayoritariamente cerrados desde que Hamas arrebató el control de Gaza en 2007 a la Autoridad Palestina, con sede en Cisjordania..." (Christian Science Monitor, 23 de enero); "...un funcionario israelí dijo que sería difícil cualquier levantamiento del bloqueo, pues se vincula con la liberación de Gilad Shalit..." (FT, 23 de enero); entre muchos otros.

La captura de Shalit es un tema prominente en Occidente, otra muestra de la criminalidad de Hamas. Independientemente de lo que se piense, es incontrovertible que la captura de un soldado del ejército agresor es un delito mucho menor que el secuestro de civiles, exactamente lo que hicieron las fuerzas israelíes el día anterior a la captura de Shalit, quienes invadieron la ciudad de Gaza y secuestraron a dos hermanos, a quienes se llevaron a través de la frontera y desaparecieron en el complejo penitenciario israelí. A diferencia del caso mucho menos grave de Shalit, este crimen prácticamente no fue informado y se ha olvidado, así como se olvida la práctica habitual de Israel durante décadas de secuestrar civiles en el Líbano y en alta mar y enviarlos a cárceles israelíes, a menudo durante muchos años, como rehenes. Sin embargo, la captura de Shalit dificulta un cese al fuego.

Las declaraciones de Obama sobre Oriente Medio en el Departamento de Estado se refirieron también al "deterioro de la situación en Afganistán y Pakistán... el frente central en nuestra permanente lucha contra el terrorismo y el extremismo". Unas horas más tarde, aviones de EE.UU. atacaron una aldea remota de Afganistán, con la intención de matar a un comandante talibán. "Ancianos de la aldea, sin embargo, dijeron a los funcionarios de la provincia que nunca hubo talibanes en la zona, la cual describieron como una aldea poblada principalmente por pastores. Entre los 22 muertos se encontraban mujeres y niños, de acuerdo con Hamididan Abdul Rahmzai, el jefe del consejo de dicha provincia... (Los Angeles Times, 24 de enero).

El primer mensaje del presidente afgano Karzai a Obama después de ser elegido en noviembre fue una petición para poner fin a los bombardeos de civiles afganos, lo cual repitió horas antes del juramento de Obama. Esto se consideró tan importante como la convocatoria de Karzai para fijar un calendario para la salida de los EE.UU. y de las demás fuerzas extranjeras. Los ricos y poderosos tienen sus "responsabilidades". Entre sus responsabilidades, el New York Times informó, se encuentra la de "garantizar la seguridad" en el sur de Afganistán, donde "la insurgencia local está creciendo y es autosustentable." Todo lo cual nos resulta muy familiar. Es como en el periódico Pravda, en la década de 1980, por ejemplo.

Traducido por Carlos F. Diez Sánchez y revisado por Felisa Sastre


http://www.zmag.org/znet/viewArticle/20364

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