lunes, 8 de octubre de 2012

XXVII Encuentro de Mujeres

 NUTRIDA MARCHA POR EL XXVII ENCUENTRO EN POSADAS

Las mujeres volvieron a marchar por ellas

Casi veinte mil mujeres marcharon por las calles de Posadas para el cierre del XXVII Encuentro de Mujeres. Algunas asperezas entre posturas políticas. Demostraciones frente a la Catedral.



 Por Luciana Peker
Desde Posadas


“Aborto legal para no morir, anticonceptivos para no abortar” fue una frase que se salió de los volantes, tomó cuerpo y los cuerpos de las mujeres y se hizo voz y eco en el canto de las alrededor de 18 mil mujeres que participaron de la larga marcha final –con más de cuatro cuadras repletas de participantes– del XXVII Encuentro de Mujeres de Posadas. “Alerta, alerta que camina, mujeres feministas por América latina”, fue uno de los muchos cantos que también subían el tono. “Si el Papa fuera mujer el aborto sería ley, basta de patriarcado y que nos digan lo que hay que hacer, aborto libre y gratuito y que lo decida la mujer.”
La mayor tensión de la marcha fue la convivencia entre diferentes partidos de izquierdas –con posturas distintas entre ellos– y los sectores kirchneristas. En un momento se cruzaron en una esquina e intercambiaron cantos y contuvieron a sus militantes con fuertes cordones de seguridad. Pero se pudo conservar la unión a favor de los derechos de las mujeres. Las organizaciones que participaron fueron muchas, entre ellas la “Mesa local por la no violencia hacia las mujeres”, del Municipio de Lanús; el Consejo Municipal de Morón; Pan y Rosas, del Partido Socialista de Trabajadores; el Partido Obrero; Las Mariposas, de Villa París; UTE; la Universidad Nacional de Avellaneda; La Cámpora Misiones; Nuevo Encuentro; Mumala; Todas con Cristina; La Colectiva; Feministas en Resistencia; La Fulana y otras.
En ese sentido, si bien el Encuentro de Mujeres no fue bienvenido por la Iglesia y hubo algunas integrantes que concurrieron a los talleres para intentar imponer su postura, no se produjo la virulencia de años anteriores. Por ejemplo, en Tucumán, en el 2009, no solamente se realizaron actos de la Iglesia Católica y Evangélica contra el Encuentro, sino que sus integrantes copaban los colegios en busca de imponer la postura supuestamente Pro Vida. Al tiempo que, a la hora de la marcha, una columna de fieles varones rezaba sin decir palabra durante toda la marcha para amedrentar a las activistas.
En Posadas, en cambio, los vecinos se acercaban con curiosidad, con mate o –debido al calor intenso que no bajó ni a la nochecita– tomando helados o en mesas a la calle con cerveza guardada en hielo. Había sorpresa y miles de cámaras y celulares mirando la marcha inédita de mujeres. Sin embargo, no se vivió una sensación de tenso recelo hacia las participantes.
El cordón de fieles sí se realizó frente a la Catedral, donde se produjo un tetazo que duró hasta prácticamente las 22 y las lesbianas con sus ya tradicionales besos entre ellas, en un desafío al poder eclesiástico. La marcha se hizo manifestación y duró mucho más que un simple recorrido. Pero también a la noche se realizó la peña del festival con León Gieco como figura central en apoyo a la ex abogada de Romina Tejerina, Mariana Vargas, que enfrenta en Jujuy un proceso judicial en su contra.
Una de las postales más tristes de la geografía litoraleña fueron varios niños en situación de calle, descalzos, festejando la calle libre, pero mostrando una pobreza cruda de la tierra colorada; jugaban con botellas que pateaban o agitaban, pero mostraban en sus pies desnudos y su cuerpito, ajeno a tanto revoltijo, las necesidades de la Argentina profunda.
Por otro lado, se vivió un incremento de las intervenciones artísticas que redoblaron su apuesta. Las chicas iban pintadas, por ejemplo, con un código de barras y el lema “no a la trata” para que las jóvenes no sean tomadas como mercancía. O consignas como “Que tu hija no sea prostituida y que tu hijo no sea prostituyente” y “El hombre nuevo no va de putas”.
Seguramente no va a ser del agrado de los comerciantes. Pero también fueron intervenidas distintas vidrieras. En una farmacia se pintó “misoprostol” (el medicamento con el que se pueden realizar abortos medicamentosos) cuando los carteles tenían un mensaje mucho más liviano como “mamá, belleza y show”. Mientras que en una vidriera con sillones a la vista de una mueblería se dejó el mensaje: “Revolución en las casas, en las plazas y en las camas”. A una zapatería que convocaba a comprar con la publicidad de “Madre hay una sola” le agregaron en aerosol “o dos”, en relación a la co-maternidad.
El rally siguió frente a un local que dejaba ver vestidos de colores y negros con brillos fucsias en donde los aerosoles desafiaron: “Esta belleza miente”. No fue el único vidrio desblindado de la posibilidad de marcar lo que, en general, producen las marcas. En una casa de carteras naranjas, verdes o turquesas –con el sugestivo nombre de “Mironas”– las protagonistas de las pintadas impusieron la frase “Tus modelos no nos representan”.
Si el feminismo empezó con la quema de corpiños, en esta marcha se pueden ver sin corpiño a varias de sus integrantes. Esta vez bajo el grito de “pechos libres” se juntaron un varón con tres mujeres no sólo para mostrar sus cuerpos, sino también que podía ser tan natural un hombre en cuero como una mujer con sus pezones a la vista.
Pero las pintadas son la marca indeleble –indeseada para algunos, una huella a seguir para otras– de la marcha que cierra el Encuentro de Mujeres de Posadas. “Sin clientes estarían ellas”, dice un stencil que muestra el rostro de Marita Verón, todavía desaparecida y secuestrada por una red de trata en Tucumán.
Mientras que una de las columnas que era especialmente aplaudida por vecinos y participantes fue la de mujeres originarias. Una de ellas preguntaba “¿Qué queremos?” y todas respondían “territorio”. Mientras la marcha pasaba, los autos y colectivos se detenían frente a una convocatoria que parecía exceder las previsiones de una ciudad que no esperaba un encuentro tan multitudinario. Sin embargo, no podía dejar de verse –en una ciudad renovada desde su costanera hasta sus calles– cómo titilaba un moderno semáforo con un hombrecito que corre para dar paso. En este caso, no tenía razón. Las que marchaban eran mujeres. Y muchas.

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