Teresita mi amiga, me había dicho que iba a
regalarme los CD de Los Beatles, que eran de Eduardo, su marido fallecido.
Sabíamos de los problemas de salud que atravesaban y de los cuidados que debían
tener ambos. No esperábamos un desenlace tan pronto en aquel año. Pasó un
tiempo, nos seguimos comunicando y hace poco nos avisó sobre pasar a buscar los
CD, de los 4 de Liverpool. Ese día compartimos el té con facturas y no solo me
traje la colección completa, sino libros sobre biografías y hasta uno de
turismo por la ciudad donde nacieron los ‘Fabulosos 4’. Lo primero que se viene
siempre a la memoria, es Penny Lane, que es una terminal de autobuses, en un
barrio de esa ciudad portuaria. Y hace poco en un homenaje que le hicieron a
MacCartney, en la Casa Blanca, interpretaron ese tema, y el solo del clarín
sonó como nunca en un ‘homenaje’ a Bach. Creo que teresita no sabe el inmenso legado
que me había dejado. Por sus redes escribió algo de la visita que
hicimos ese día subiendo fotos y posando con los libros y CD.
No sé si ella sabía que esos CD, antes los había
tenido en discos de pasta LP, en cassettes, en MP3; y que cuando se gastaban
volvía a conseguirlos de nuevo: especialmente el que conocimos como ‘Álbum Blanco’,
que simplemente se llamaba ‘The Beatles’, y no tenía foto en la tapa, debido a
que no se pusieron de acuerdo para ver que ponían. Ese año 1968 había comenzando
las grandes diferencias. Habían
vuelto de la India, donde fueron a meditar con Gurú Maharashi, y trajeron
increíbles canciones, pero eso no alcanzó para recomponer la amistad. Las giras
por el mundo había terminado en 1966, y ya habían compuesto dos clásicos que
darían vuelta la música popular. Uno era ‘Revolver’ y el otro el ‘Sargent
Pepper Lonely Heart Club Band’, dejaban de ser 4 melenudos que hacían aullar al
mundo, con la beatlemanía. Los músicos de jazz y los de música clásica
los empezaban a tomar en serio. Habían evolucionado y le abrieron a la música
infinitas dimensiones. Por eso no tengo ‘un tem’a, cuando me preguntan
que canción me gusta más. A veces respondo: “que álbum me gusta más”. Cuando
era chico por la radio había escuchado ‘Quiero tener tu mano’ y luego ‘Ocho
días a la semana’, creo que en ese tiempo esas eran mis favoritas. Más adelante
comprendí que eran las canciones de John las que más me atraían. En 1970 hice
un viraje: descubría a George Harrison, con su triple álbum: ‘All things must
pass’. Eso confirmó- y lo diré siempre- porque me hice más músico.
Entre
lo que me regaló Teresita, estaba algo que no tenía.
Eran las ediciones que aparecían por cumplirse los ’50 años de tal álbum. Si
bien en los ‘Anthology’ (salieron 3 dobles) estaban la mayoría de los tracks
(grabaciones guardadas por la empresa que los tenía contratados y otras de su
sello Apple); en uno de ellos estaban temas que no había escuchado nunca del ‘Sargent
Pepper’. Esa edición bien cuidada era doble. Traía el CD del disco original de
1967, y los tracks, con las bases de los temas y la voz cruda, sin coros. Hoy
reconozco, que Paul era el ‘arreglador’ interno de la banda. Si bien en los primeros
tres años la mayoría de los temas (los éxitos eran de John), era Paul quien les
ponía la armonía y los mejoraba. Ese reconocimiento recién llegará con ‘Yesterday’;
Pero
John como líder era quien más experimentó luego de 1967, alentándolo a George.
Los tres como grandes compositores iban en direcciones diferentes y eso se notó
en 1969, cuando ya se separaban. Escribo estas líneas como una forma de
agradecerles a Teresita y a Eduardo por este inmenso regalo del alma de la
música de Los Beatles. Ese día entre las facturas y el té recordamos al
cura Gustavo, a una directora de la zona (Margarita) y a tantos docentes que no
están. Como aquella canción de Los Beatles: ‘In my life’, uno recorre
lugares donde estuvo con gente que quisimos y de la que no nos olvidamos.
Carlos
Liendro
6
de julio de 2023