Aquel hito en la lucha contra el sida
Los franceses Luc Montagnier y Françoise Barré-Sinoussi fueron galardonados por su hallazgo de hace 25 años. El Nobel cierra por completo la controversia de ese equipo con el norteamericano Gallo. Y hace justicia con Barré-Sinoussi, que quedó a la sombra de Montagnier.
Por Pedro Lipcovich
Françoise Barré-Sinoussi, descubridora del virus del sida, fue premiada con el Nobel de Medicina, en conjunto con Luc Montagnier, que dirigía el laboratorio francés donde, en 1983, se efectuó el hallazgo. La decisión del Comité Nobel cierra definitivamente la polémica sobre la atribución del descubrimiento: durante años la autoría fue discutida entre Montagnier y el investigador norteamericano Robert Gallo, en el marco de una guerra de patentes entre los gobiernos de Estados Unidos y Francia. Entretanto, quedaba en sombras la participación central de Barré-Sinoussi, “quien fue la que más directamente llevó adelante la investigación”, observó ayer Pedro Cahn, ex presidente de la Sociedad Internacional de Sida. Menos conocida pero más grave fue la controversia que envolvió en su momento al tercer laureado de ayer, Harald zur Hausen, alemán, que hace más de 30 años aisló el virus del papiloma humano y advirtió su relación con el cáncer de cuello de útero (ver nota aparte).
“Tengo una vida antes de 1983, y otra vida después”, suele decir Françoise Barré-Sinoussi, que actualmente dirige el laboratorio del Instituto Pasteur. Nació el 30 de julio de 1947 en París, se doctoró en bioquímica en 1974 y en 1975 se incorporó al equipo de virólogos que conducía Luc Montagnier en el Instituto Pasteur. Fue la autora principal del trabajo que el 20 de mayo de 1983, en la revista Science, daba a conocer su descubrimiento –el 20 de enero de ese año– de un microorganismo que entonces fue llamado “lentivirus”, por el largo período de incubación del mal que causaba, una caída del sistema inmunitario que, desde hacía un par de años, se identificaba como “sida, síndrome de inmunodeficiencia adquirida”.
Luc Montagnier, que hoy tiene 76 años, nació el 18 de agosto de 1932 en la localidad francesa de Chabris; se formó como médico investigador en su país y en Gran Bretaña. En 1960 ingresó en el Centro Nacional francés de Investigación Científica (CNRS), donde, en 1974, fue designado director de investigaciones. En 1972, había creado el departamento de virología en el Instituto Pasteur, y en 1982 creó un equipo de investigación dedicado a buscar la causa del sida.
En 1984, sin embargo, en el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, el laboratorio dirigido por Robert Gallo anunció a su vez haber encontrado un virus causante del sida y presentó un reclamo por patentes, que entró en controversia con el sostenido por la institución francesa. En 1987, el presidente Ronald Reagan y el primer ministro francés Jacques Chirac acordaron dividir las ganancias por patentes de los análisis de sangre para detectar el VIH.
Más tarde, Gallo admitió que sus propios cultivos habían sido contaminados “accidentalmente” con el virus aislado por los investigadores franceses, que habían enviado muestras a la institución norteamericana. En 1994, el gobierno de Estados Unidos reconoció que el virus había sido aislado inicialmente en Francia y aceptó dar a este país una proporción mayor de las ganancias por testeos clínicos. Ayer, tras conocerse la asignación del Nobel, Robert Gallo felicitó a los ganadores.
El Comité Nobel sostiene en su dictamen que “nunca antes la ciencia y la medicina habían sido tan rápidos para descubrir, identificar el origen y proveer tratamiento para una nueva enfermedad”.
Pedro Cahn –ex presidente de la Sociedad Mundial de Sida y jefe de Infectología en el Hospital Fernández– señaló que “la Academia de Ciencias sueca termina definitivamente con toda polémica sobre quién descubrió el VIH”, y agregó que el otorgamiento del premio “es un acto de estricta justicia para la doctora Barré-Sinoussi, quien desarrolló la parte más importante del trabajo. Montagnier, como jefe del laboratorio, tuvo más aparición pública, pero quien estuvo todo el tiempo en la tarea, pegada al microscopio, fue Françoise Barré-Sinoussi”.
Cahn comentó que “desde 1983 hasta ahora, las cosas cambiaron enormemente: disponemos de tratamientos para pacientes en todos los estadios de la enfermedad, incluso los más avanzados. Sin embargo, llegamos sólo al 31 por ciento de los que necesitan tratamiento. El 69 por ciento restante sigue viviendo todavía como en 1983, como si no se hubiera descubierto el virus”.
“El sida es una enfermedad prevenible, pero la contraen 7400 personas cada día en el mundo; es tratable mueren dos millones de personas por año. Hace pocos días, Estados Unidos decidió destinar 700.000 millones de dólares para rescatar bancos, pero no se dispone de los 20.000 millones que harían falta para tratar a todas las personas con VIH en el mundo”, graficó el ex titular de la Sociedad Mundial de Sida.
Montagnier recibió la noticia del premio en Costa de Marfil, mientras participaba en un congreso de su especialidad: “Mi reacción fue pensar en todos los que murieron por el sida y en quienes siguen vivos y luchan contra la enfermedad”, declaró el científico, que se desempeña en la Fundación Mundial para la Investigación y Prevención del sida. Barré–Sinoussi es directora de laboratorio en el Instituto Pasteur. A cada uno de ellos le corresponderá la cuarta parte del premio de diez millones de coronas suecas, equivalentes a 1,02 millones de euros, que recibirán el 10 de diciembre en Estocolmo.
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