lunes, 30 de noviembre de 2009

“Hay lugar para 500 radios comunitarias”

“Hay lugar para 500 radios comunitarias”

Es uno de los fundadores de FM La Tribu, y, probablemente, la persona que más sabe de ese tipo de emisoras en la Argentina. Explica cómo funciona el mercado actual y por qué defiende la ley de medios audiovisuales.

Patricio Barton



A fines de los 80 irrumpió en el dial una serie de radios que priorizaron su voz por encima de los parámetros que imponía le Ley de Radiodifusión derogada recientemente. Fueron “clandestinas”, “piratas”, “de baja potencia”, “truchas”, “comunitarias”, según quien las nombrara. De aquel gran boom radiofónico quedaron algunas emisoras como La Tribu que, con 20 años de vida, es la radio comunitaria más antigua de Buenos Aires. Ernesto Lamas es uno de sus fundadores y probablemente la persona que más sabe de radios comunitarias en la Argentina. “Ahora hay unas 500 en todo el país, pero la mayoría de ellas no son las mismas del comienzo de la democracia. Las que surgen hoy nacen asociadas a alguna organización social. La radio ya no es un fin en sí mismo”, dice quien además es un integrante de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC), una red que agrupa a alrededor de dos mil radios de este tipo en todo el mundo. Y desde La Tribu se impulsa la formación de nuevas radios comunitarias: en términos de mercadotecnia –que no utilizan– les brindan a otros grupos el know how. El resultado es una veintena de emisoras comunitarias, entre las que se destacan las del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase) que ya cuenta con cuatro radios, una de ellas la única del país que transmite con energía solar.

–¿A qué considera la ley de medios como radios comunitarias?

–La definición que figura en la ley acerca de lo que es una radio comunitaria la impuso AMARC: que no tiene fines de lucro, que tiene una gestión participativa, que en su programación prioriza el acceso de voces que no aparecen en otros medios, que no tiene límites en su potencia ni está acotada geográficamente son algunos de los puntos salientes.

–¿Hay espacio para 500 radios comunitarias en el dial?

–Yo creo que sí, que hay lugar para 500 radios comunitarias, porque la mayoría de estas radios no está en zonas conflictivas. Hace poco le otorgaron su licencia sin problemas a la FM Alas de El Bolsón, que viene luchando contra la explotación de las mineras, porque en esa zona el dial está muy limpio. También van a surgir radios de sectores que hasta ahora no participaban del espectro. Como por ejemplo los movimientos cooperativistas. De todos modos, esto no quiere decir que el 33% del dial quede conformado por radios comunitarias, sino que ése es el tope máximo permitido por la ley.

–¿Qué sucederá con el financiamiento? ¿Todas las radios deberán ser autosustentables?

–Las radios comunitarias que tienen una historia de más de 20 años en el país son sustentables. Es decir, como toda empresa, aunque éstas son sin fines de lucro, tienen problemas y logros. Y no han dependido de la publicidad oficial o de subsidios del Estado. Digo esto porque algunos legisladores que no saben muy bien qué es una radio comunitaria dejaron entrever que las radios sin fines de lucro son o van a ser todas oficialistas. Las radios tienen sus propias iniciativas creativas de sustentabilidad. Por ejemplo, La Tribu se sustenta con publicidad, organización de eventos, cursos de capacitación, edición de libros y videos, un bar y diversos proyectos de cooperación internacional. Clarín también es autosustentable, pero el modelo es otro: recibe millones de pauta oficial desde siempre, incluso durante la dictadura militar, y sin embargo no se autocalifica como “oficialista” aunque lo haya sido en numerosas oportunidades para lograr negociar algo.

–En cuanto al financiamiento la ley no les pone límites…

–La ley no pone ninguna restricción a la búsqueda de financiamiento, pero sí hay condicionantes que impone la personería jurídica ya que las radios comunitarias son mayoritariamente asociaciones sin fines de lucro. Por eso es que la ley crea un fondo de fomento que se financiará con un gravamen. Estaremos atentos a que haya un manejo transparente y que sea coherente con la definición de un medio comunitario.

–¿La aplicación de gravámenes tiene antecedentes en otras legislaciones?

–Sí, la ley argentina tomó el modelo de gravámenes de la española. Pero hay muchos otros casos. Canadá es uno de los países que más fomentó la aparición y sostenimiento de radios comunitarias. También es interesante el caso francés en el que las radios comerciales sostienen a través de un impuesto el 20% de las radios comunitarias. Esa no es una ley chavista, se aplica en Francia adonde hasta los años 80 no estaba contemplada la existencia de radios comerciales. O sea que ahí es la radio comercial la que sustenta en parte a las comunitarias. Aquí eso sería un escándalo.

–¿Puede suceder que radios comerciales tomen la apariencia de radios comunitarias para ocupar más porción del espectro?

–Es raro que se filtre algo así. Hay mucha prevención contra eso, pero puede suceder. En Brasil se dio el caso de un grupo que estaba vinculado al narcotráfico y quiso asociarse a una radio comunitaria como pantalla. Cuando se descubrió eso obviamente que el grupo fue expulsado. Pero el propio carácter de comunitario nos protege de esa situación, porque al ser todo más chico, todos se conocen y están implicados en los mismos objetivos.

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