El Tratado Nuclear indo-estadounidense:
desbaratar un acuerdo
Los estados que poseen armas nucleares son estados criminales. Tienen la obligación legal, confirmada por la Corte Mundial, de acuerdo con el Artículo 6 del Tratado de No-Proliferación Nuclear (TNP), que les exhorta a llevar a cabo negociaciones cordiales para eliminar las armas nucleares completamente. Ninguno de los estados nucleares la ha cumplido. Los Estados Unidos son uno de los principales violadores del Tratado, especialmente la administración Bush, que incluso ha llegado a afirmar que no está sujeta al Artículo 6.
Noam Chomsky
El 27 de julio Washington cerró un acuerdo con India que destruye el núcleo mismo de la parte fundamental del TNP, aunque una oposición importante permanece en ambos países. India, como Israel y Pakistán (pero no Irán), no es un país firmante del TNP, y ha desarrollado armas nucleares fuera del tratado. Con este acuerdo, la administración Bush apoya y facilita efectivamente este comportamiento fuera de la ley. El acuerdo viola la ley estadounidense y pasa por encima del Grupo de Suministradores Nucleares, las 45 naciones que han establecido unas normas estrictas para reducir el peligro de la proliferación de armas nucleares.
Daryl Kimball, director ejecutivo de la Asociación de Control de Armas, observa que el acuerdo no prohíbe más que las pruebas nucleares indias e “increíblemente... Washington se compromete a ayudar a Nueva Delhi asegurándole el suministro de carburantes procedente de otros países, incluso si India reanuda las pruebas.” También permite a India “liberar sus limitados suministros nacionales para la producción de bombas.” Todos estos pasos son una violación directa de los acuerdos internacionales de no-proliferación de armas nucleares.
El Tratado Indo-Estadounidense está destinado a provocar que otros también infrinjan las reglas. Se ha informado que Pakistán está construyendo un reactor para la producción de plutonio para armas nucleares, empezando aparentemente una fase más avanzada del diseño de armas. Israel, la superpotencia nuclear regional, ha presionado al Congreso para obtener privilegios similares a los de India, y se ha acercado al Grupo de Suministradores Nucleares solicitando la exención de sus reglas. Ahora Francia, Rusia y Australia también persiguen acuerdos nucleares con India, como China los tiene con Pakistán –algo que difícilmente puede sorprender desde que la superpotencia global ha abierto la puerta a estos acuerdos.
El Tratado Indo-Estadounidense mezcla intereses militares y comerciales. El especialista en armas nucleares Gary Milhollin ha advertido acerca del testimonio de la Secretaria de Estado Condolezza Rice al Congreso de que el acuerdo fue “realizado con el sector privado firmemente en mente”, particularmente empresas de aviación y reactores y, puntualiza Milhollin, empresas de aviación militar. Socavando las barreras contra una guerra nuclear, añade, el acuerdo no sólo incrementa las tensiones regionales sino que “puede acelerar el día en que una explosión nuclear destruya una ciudad norteamericana.” El mensaje de Washington es que “los controles de exportación son menos importantes para los Estados Unidos que el dinero” –esto es, los beneficios de las corporaciones estadounidenses– independientemente de la amenaza potencial. Kimball señala que los Estados Unidos garantizan a India “unos términos en el comercio nuclear más favorables que aquellos estados que han asumido todas las obligaciones y responsabilidades” del TNP. En la mayor parte del mundo pocos podrán no ver el cinismo. Washington recompensa a sus aliados y clientes que ignoran por completo las reglas del TNP mientras amenaza con una guerra a Irán, de la que se desconoce que haya violado el TNP, a pesar de las abundantes provocaciones: los Estados Unidos han ocupado dos de los países vecinos de Irán y han tratado abiertamente de derrocar el régimen de Irán desde que se liberó del control estadounidense en 1979.
En los últimos años India y Pakistán han hecho progresos reduciendo las tensiones entre ambos países. Los contactos personales se han incrementado, y los gobiernos están discutiendo acerca de muchos de los temas pendientes que dividen a ambos estados. Estos prometedores desarrollos podrían invertirse con el acuerdo nuclear Indo-Estadounidense. Uno de los medios para construir una confianza mutua en la región era la creación de un gasoducto de gas natural desde Irán hasta India a través de Pakistán. El “gasoducto de la paz” habría unido a la región y abierto las posibilidades a una futura integración pacífica.
El gasoducto, y la esperanza que ofrece, puede llegar a ser una víctima del Tratado Indo-Estadounidense, en el que Washington ve una medida para aislar al enemigo iraní, ofreciéndole a India poder nuclear a cambio de gas iraní –a pesar de que, de hecho, India ganaría sólo una fracción de lo que Irán puede proporcionarle.
El Tratado Indo-Estadounidense continúa el modelo de Washington de aislar a Irán con cada medida que toma. En el 2006 el Congreso estadounidense aprobó la Ley Hyde, que reclamaba específicamente al gobierno de los EE.UU. que asegurase “la participación completa y activa de India en los esfuerzos de los Estados Unidos para disuadir, aislar y, si fuera necesario, sancionar y contener a Irán por sus intentos para adquirir armas de destrucción masiva.”
Es de notar que la gran mayoría de los norteamericanos –e iraníes– están a favor de convertir toda la región en una zona libre de armas nucleares, incluyendo Irán e Israel. Podría recordarse también que la Resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas 687 del 3 de abril de 1991, a la cual Washington apeló cuando buscaba una justificación para su invasión de Irak, llama a “establecer en la zona de Oriente Medio una zona libre de armas de destrucción masiva y de los misiles que las transportan.”
Vías para mitigar la crisis actual no faltan, desde luego.
Este Tratado Indo-Estadounidense merece de veras ser desbaratado. La amenaza de una guerra nuclear es extremadamente seria y creciente, y parte de la razón es que los estados nucleares –liderados por los Estados Unidos– simplemente rechazan aceptar sus obligaciones o las violan significativamente, siendo este último hecho un nuevo paso hacia el desastre.
El Congreso estadounidense tiene una oportunidad para intervenir en este acuerdo tras el veto de la Agencia Internacional de Energía Atómica y el Grupo de Suministradores Nucleares. Quizás el Congreso, reflejando el hartazgo de la ciudadanía por las triquiñuelas nucleares, pueda rechazar el acuerdo. Una manera de avanzar es reivindicando la necesidad de un desarme nuclear global, reconociendo que está en juego la supervivencia misma de las especies.
Noam Chomsky, ha publicado recientemente Interventions, una recopilación de sus artículos de opinión, que distribuye The New York Times Syndicate. Chomsky es profesor emérito de Lingüística y Filosofía en MIT (Massachussets Institute of Technology).
Traducción para www.sinpermiso.info: Àngel Ferrero
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