Cómo leer al Pato Donald, con Obama y treinta años después
El autor de un clásico de los años '70 vino al país para presentar su nueva novela en la Feria del Libro. Por: Silvana Boschi
1 de 1PRESENTACION. DORFMAN VINO A BUENOS AIRES, SU CIUDAD NATAL, A PRESENTAR "LA MAS AMBICIOSA DE SUS NOVELAS.
Aunque es un escritor y guionista reconocido en los Estados Unidos y Europa, el nombre de Ariel Dorfman evoca en nuestro país al autor de "Para leer al Pato Donald", una suerte de Biblia de los años '70, que con preceptos cercanos al marxismo deconstruía la presencia imperialista en la cultura. El libro que escribió junto a Armand Mattelart se convirtió en un clásico. Pero este hombre que nació aquí y se crió en los Estados Unidos y Chile, lleva escritas cinco novelas, varias obras teatrales, y recibió el premio Laurence Olivier por La Muerte y la doncella, llevada al cine por Roman Polanski.
Dorfman está en Buenos Aires para presentar en la Feria del Libro su nueva novela, Americanos, los pasos de Murieta. Ayer dialogó con Clarín sobre esta obra, que toma la figura legendaria de Joaquín Murieta, un personaje de California durante la Fiebre del Oro, en 1850, para recorrer más de cien años de historia en América del Norte y del Sur, lo que incluye las batallas de la independencia, la pérdida de California y los romances y traiciones de sus protagonistas. "En esta novela hay mucha violencia, mucho sexo, pero también recorre una tradición del juego literario, y eso es muy argentino", asegura.
¿Desde que escribió "Para leer al Pato Donald" hasta ahora, cómo cambió su visión de la cultura?
Ese libro fue escrito en un momento de lucha social en Chile y dentro de una revolución que intentó cambiar todo. Se escribió en diez días, en el calor de la lucha por la supervivencia. Y yo diría que si uno mira la obra del Pato Donald, no como problema ideológico sino como forma de escritura, es una apropiación latinoamericana de un mito norteamericano. Y si uno lo piensa, esta novela no es tan diferente: es la apropiación latinoamericana de un mito norteamericano, incluso de un Estado norteamericano entero, California. En un sentido, aquí está el encuentro de América latina con Norteamérica, tratando de ver cuáles son los limites de confrontación pero también de encuentro. En los 70, yo veía a los Estados Unidos como intentando apropiarse de nuestra cultura.
¿Y cómo es su visión ahora?
Ahora es muy distinto. Este es el libro de alguien exiliado, de alguien que intenta renarrar la historia de los Estados Unidos entera, y también narrar de una manera diferente la historia de América latina. No creo que haya muchos libros que narren a California desde la perspectiva latinoamericana. Es la obra más ambiciosa que he intentado. Fue escrita en inglés y luego traducida, pero el inglés en el que escribí la obra ya tenía un fantasma del castellano adentro.
¿Qué pasa con la cultura de Estados Unidos en la era de Obama?
En un sentido, el libro del Pato Donald sigue vigente. La estructura que nosotros vimos en los comics de Disney se ha globalizado. Disney es más global que antes. Pero también se matizan mucho más las cosas, en el sentido que la realidad es mucho más compleja que lo que yo retraté en ese libro. Yo vivo en los Estados Unidos y la visión que tengo de la cultura norteamericana es muy diversa hoy, hay cosas de allí que si las importan acá son más liberadoras. No necesariamente todo lo que viene del norte es negativo, y tampoco las cosas que hacemos acá son todas positivas. Creo que ha habido una evolución.
¿Tiene fe en Obama?
Lo que significa Obama es la posibilidad de un cambio paradigmático en cuanto a lo que se discute. En este momento se está discutiendo en los Estados Unidos qué modelo de sociedad queremos. Antes eso era impensable en los Estados Unidos y el mundo. Se está discutiendo en todas partes, en los medios, en las esquinas, en los bares, en las escuelas. Porque hay una crisis muy grande, y es evidente que esta crisis abre la posibilidad de una discusión a fondo acerca de la justicia social y de un cambio de un modelo económico también. Y creo que eso es muy importante.
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