La ONU acelera sus gestiones para aislar a Gadafi
El Consejo de Seguridad de la ONU está reunido estudiando un paquete de medidas de castigo al régimen libio
ANTONIO CAÑO | Washington
Bajo esa presión, la Casa Blanca anunció el viernes algunas sanciones unilaterales contra el entorno de Gadafi y prometió incrementar sus esfuerzos para aprobar una resolución en la ONU. Horas mas tarde, Obama firmó una orden presidencial que prohíbe la retirada o transferencia desde bancos norteamericanos de dinero perteneciente a Gadafi, su familia o miembros de su gobierno.
En el texto que acompaña a esa orden, Obama acusa a Gadafi de estar utilizando "medidas extremas contra el pueblo de Libia, incluido armas de guerra, mercenarios y violencia indiscriminada contra civiles desarmados". "El Gobierno de Gadafi tiene que responder por esos actos", añadía el comunicado.
Casi simultáneamente a la publicación de esa orden, Francia y el Reino Unido introducían en el Consejo de Seguridad una propuesta de resolución que definía la represión ejercida por Gadafi como "crímenes contra la humanidad" que "merecen ser juzgados por el Tribunal Internacional de La Haya". El borrador incluye también sanciones, como la prohibición de viajes a los colaboradores del dictador libio, el bloqueo de sus cuentas en el extranjero y un embargo de armas.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, se dirigió personalmente el viernes por la noche a los miembros del Consejo para describirles la tragedia que se vive en Trípoli y pedirles que aceleraran sus gestiones. Los 15 integrantes del máximo órgano ejecutivo decidieron reanudar sus sesiones a puerta cerrada hoy y tenían previsto celebrar una sesión formal con votación en algún momento del día.
El borrador a discusión, que ha sido pactado entre Francia, el Reino Unido y Estados Unidos en conversaciones telefónicas entre sus máximos gobernantes, parece abrirse paso entre algunas dificultades. Los otros dos miembros con derecho de veto, China y Rusia, siempre tan reacios cuando se trata de aprobar la implicación internacional en los asuntos internos de un país, parecían empezar a ceder en sus objeciones. Líbano y Turquía, que también plantearon dudas sobre la forma de actuar en Libia, podrían aceptar finalmente respaldar la resolución. Estos dos países no tienen capacidad de impedir su aprobación, pero sería una serio inconveniente sacarla adelante con la oposición del único país árabe y los dos musulmanes representados en el Consejo.
Una resolución significaría un fuerte respaldo moral para las miles de personas que se juegan la vida en estos momentos en las calles de Libia pero poco puede servir para protegerles eficazmente. Libia ha sido ya varias veces objeto de sanciones económicas de parte de Estados Unidos y de otros países occidentales sin que el régimen de Gadafi se debilitara lo más mínimo.
En esta ocasión, además, la aprobación de sanciones representa para Gadafi la prueba de que está solo y de que su destino es el de una prisión en La Haya, lo que podría empujarlo hacia una posición aún más extrema y combatir hasta la muerte.
Con todas sus limitaciones, esta resolución es todo lo que la comunidad internacional pude hacer en estos momentos. Los siguientes pasos exigirían acciones militares, algo a lo que no parecen dispuestos los miembros de la OTAN ni están reclamando los insurgentes libios por el temor a deslegitimar su movimiento, hasta ahora cívico y nacional.
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