Videla admitió la colaboración de “empresarios” con la dictadura
El dictador reconoció que decidió desaparecer a militantes políticos, gremiales y sociales para “disciplinar a la sociedad” e imponer la “economía de mercado y liberal”. Negó que existan listas y dijo que no necesitaban el golpe para matar
“Los empresarios se lavaron las manos y
nos dieron con todo. ¡Cuántas veces me dijeron: ‘Se quedaron cortos, tendrían que haber matado a mil, a diez mil más!’”
El represor Jorge Rafael Videla admitió que la última dictadura militar hizo desaparecer a “siete u ocho mil personas” y para justificar los crímenes aseguró que “no había otra solución”. Además el genocida aceptó la complicidad civil de “empresarios”, aunque les reprochó su actitud posterior. “Los empresarios se lavaron las manos. Nos dijeron: ‘Hagan lo que tengan que hacer’, y luego nos dieron con todo. ¡Cuántas veces me dijeron: ‘Se quedaron cortos, tendrían que haber matado a mil, a diez mil más!’”, y aclaró que uno de los objetivos de su gobierno era “ir a una economía de mercado, liberal”.
Jorge Rafael Videla, una de las cabezas del régimen más sangriento que gobernó la Argentina entre 1976 y 1983, aceptó lo que nunca antes había admitido en tribunales. “Pongamos que eran siete mil u ocho mil las personas que debían morir para ganar la guerra contra la subversión”, declaró el dictador a Ceferino Reato, autor del libro Disposición Final, de próxima publicación.
“Cada desaparición puede ser entendida ciertamente como el enmascaramiento, el disimulo, de una muerte. No había otra solución; (en la cúpula militar) estábamos de acuerdo en que era el precio a pagar para ganar la guerra contra la subversión y necesitábamos que no fuera evidente para que la sociedad no se diera cuenta. Había que eliminar a un conjunto grande de personas que no podían ser llevadas a la justicia ni tampoco fusiladas”, señaló el genocida.
En febrero y marzo pasado el represor había generado el rechazo de todo el arco político cuando otorgó una entrevista a la revista española Cambio 16 y, entre otras cosas, aseveró que “en el año 1978 el Proceso había cumplido plenamente con sus objetivos” (ver aparte).
“Nuestro objetivo era disciplinar a una sociedad anarquizada. Con respecto al peronismo, salir de una visión populista, demagógica; con relación a la economía, ir a una economía de mercado, liberal. Queríamos también disciplinar al sindicalismo y al capitalismo prebendario”, aseveró.
Videla justificó el uso de la tortura y explicó el destino del cuerpo de uno de los líderes guerrilleros más importantes de los años de plomo, Mario Santucho, máximo jefe del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). “Era una persona que generaba expectativas; la aparición de ese cuerpo iba a dar lugar a homenajes, a celebraciones. Era una figura que había que opacar”, dijo el represor sobre uno de los protagonistas de la fuga del penal de máxima seguridad de Trelew en 1972, muerto por once disparos en Villa Martelli cuatro años más tarde.
“La frase ‘Solución Final’ nunca se usó. ‘Disposición Final’ fue una frase más utilizada; son dos palabras muy militares y significan sacar de servicio una cosa por inservible. Cuando, por ejemplo, se habla de una ropa que ya no se usa o no sirve porque está gastada, pasa a Disposición Final”, confesó el torturador y teniente general del Ejército. Según se reseña, antes del golpe del 24 de marzo de 1976, la Argentina fue dividida en cinco “zonas”, cada una a cargo de un jefe militar, los cuáles elaboraron listas –integradas por “líderes sociales” y “subversivos”– de las personas que debían ser detenidas inmediatamente después del derrocamiento de María Estela Martínez de Perón. Además de los agentes de inteligencia, fueron empresarios, sindicalistas, profesores, dirigentes estudiantiles y políticos quienes aportaron los nombres que luego pasaron a engrosar las nóminas de muertos y desaparecidos, aunque Videla negó que existan “listas con el destino final de los desaparecidos”.
El represor también admitió equivocaciones en una frase limitante con el cinismo. “Las de-sapariciones se dan luego de los decretos del presidente interino Ítalo Luder (casi seis meses antes del golpe), que nos dan licencia para matar. Desde el punto de vista estrictamente militar, no necesitábamos el golpe; fue un error”, aseguró.
El genocida, que purga una condena a cadena perpetua, también se permitió analizar a los dos mayores ejércitos guerrilleros de la época. “Por su preparación militar e ideológica, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) era más enemigo que Montoneros; era algo ajeno, otra cosa. Montoneros guardaba algo del nacionalismo, del catolicismo, del peronismo con el que había nacido”, sentenció.
El abogado Rodolfo Yanzón duda que los dichos del ex dictador puedan empeorar su situación judicial. “Las declaraciones de Videla no cambian nada el panorama. Ya está condenado a la pena mayor que puede recibir y en términos judiciales no aporta nada. Lo único que hay que pedirle a Videla y a los suyos es que brinden la información que tienen. Todo lo otro es absolutamente insustancial, es la palabra del verdugo”, analizó. <
nos dieron con todo. ¡Cuántas veces me dijeron: ‘Se quedaron cortos, tendrían que haber matado a mil, a diez mil más!’”
El represor Jorge Rafael Videla admitió que la última dictadura militar hizo desaparecer a “siete u ocho mil personas” y para justificar los crímenes aseguró que “no había otra solución”. Además el genocida aceptó la complicidad civil de “empresarios”, aunque les reprochó su actitud posterior. “Los empresarios se lavaron las manos. Nos dijeron: ‘Hagan lo que tengan que hacer’, y luego nos dieron con todo. ¡Cuántas veces me dijeron: ‘Se quedaron cortos, tendrían que haber matado a mil, a diez mil más!’”, y aclaró que uno de los objetivos de su gobierno era “ir a una economía de mercado, liberal”.
Jorge Rafael Videla, una de las cabezas del régimen más sangriento que gobernó la Argentina entre 1976 y 1983, aceptó lo que nunca antes había admitido en tribunales. “Pongamos que eran siete mil u ocho mil las personas que debían morir para ganar la guerra contra la subversión”, declaró el dictador a Ceferino Reato, autor del libro Disposición Final, de próxima publicación.
“Cada desaparición puede ser entendida ciertamente como el enmascaramiento, el disimulo, de una muerte. No había otra solución; (en la cúpula militar) estábamos de acuerdo en que era el precio a pagar para ganar la guerra contra la subversión y necesitábamos que no fuera evidente para que la sociedad no se diera cuenta. Había que eliminar a un conjunto grande de personas que no podían ser llevadas a la justicia ni tampoco fusiladas”, señaló el genocida.
En febrero y marzo pasado el represor había generado el rechazo de todo el arco político cuando otorgó una entrevista a la revista española Cambio 16 y, entre otras cosas, aseveró que “en el año 1978 el Proceso había cumplido plenamente con sus objetivos” (ver aparte).
“Nuestro objetivo era disciplinar a una sociedad anarquizada. Con respecto al peronismo, salir de una visión populista, demagógica; con relación a la economía, ir a una economía de mercado, liberal. Queríamos también disciplinar al sindicalismo y al capitalismo prebendario”, aseveró.
Videla justificó el uso de la tortura y explicó el destino del cuerpo de uno de los líderes guerrilleros más importantes de los años de plomo, Mario Santucho, máximo jefe del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). “Era una persona que generaba expectativas; la aparición de ese cuerpo iba a dar lugar a homenajes, a celebraciones. Era una figura que había que opacar”, dijo el represor sobre uno de los protagonistas de la fuga del penal de máxima seguridad de Trelew en 1972, muerto por once disparos en Villa Martelli cuatro años más tarde.
“La frase ‘Solución Final’ nunca se usó. ‘Disposición Final’ fue una frase más utilizada; son dos palabras muy militares y significan sacar de servicio una cosa por inservible. Cuando, por ejemplo, se habla de una ropa que ya no se usa o no sirve porque está gastada, pasa a Disposición Final”, confesó el torturador y teniente general del Ejército. Según se reseña, antes del golpe del 24 de marzo de 1976, la Argentina fue dividida en cinco “zonas”, cada una a cargo de un jefe militar, los cuáles elaboraron listas –integradas por “líderes sociales” y “subversivos”– de las personas que debían ser detenidas inmediatamente después del derrocamiento de María Estela Martínez de Perón. Además de los agentes de inteligencia, fueron empresarios, sindicalistas, profesores, dirigentes estudiantiles y políticos quienes aportaron los nombres que luego pasaron a engrosar las nóminas de muertos y desaparecidos, aunque Videla negó que existan “listas con el destino final de los desaparecidos”.
El represor también admitió equivocaciones en una frase limitante con el cinismo. “Las de-sapariciones se dan luego de los decretos del presidente interino Ítalo Luder (casi seis meses antes del golpe), que nos dan licencia para matar. Desde el punto de vista estrictamente militar, no necesitábamos el golpe; fue un error”, aseguró.
El genocida, que purga una condena a cadena perpetua, también se permitió analizar a los dos mayores ejércitos guerrilleros de la época. “Por su preparación militar e ideológica, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) era más enemigo que Montoneros; era algo ajeno, otra cosa. Montoneros guardaba algo del nacionalismo, del catolicismo, del peronismo con el que había nacido”, sentenció.
El abogado Rodolfo Yanzón duda que los dichos del ex dictador puedan empeorar su situación judicial. “Las declaraciones de Videla no cambian nada el panorama. Ya está condenado a la pena mayor que puede recibir y en términos judiciales no aporta nada. Lo único que hay que pedirle a Videla y a los suyos es que brinden la información que tienen. Todo lo otro es absolutamente insustancial, es la palabra del verdugo”, analizó. <
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