sábado, 16 de febrero de 2008

Destruirán un satélite que podría caer en marzo

Destruirán un satélite que podría caer en marzo

Es un artefacto espía de EE.UU. que se halla fuera de control
Sábado 16 de febrero de 2008 |




WASHINGTON.- El presidente George W. Bush ordenó ayer destruir con misiles un satélite espía norteamericano que se encuentra fuera de control y que, de seguir su rumbo actual, impactaría contra la Tierra, según se estima, el 6 de marzo próximo.

El vicejefe del estado mayor conjunto norteamericano, James Cartwright, informó ayer que el verdadero problema es el combustible del tanque del satélite, denominado hidracina, un gas con un alto grado de toxicidad.

Según detalló la embajadora permanente de Estados Unidos ante la Conferencia de la ONU sobre el Desarme, Christina Rocca, el plan del Pentágono es disparar tres misiles desde naves de la marina del norte del océano Pacífico, que deben destruir el satélite antes de que ingrese en la atmósfera terrestre.

De fallar el operativo militar, la diplomática dijo que es imposible precisar de antemano el lugar exacto en el que caería el satélite. "Podría ocurrir en cualquier región de la Tierra entre los 58,5 grados latitud norte y los 58,5 grados latitud sur", indicó. "Queremos destruir el satélite de manera que sus piezas se quemen antes de caer a la Tierra", precisó Cartwright.

El satélite espía L-21 pesa más de dos toneladas, tiene el tamaño de un pequeño ómnibus y fue puesto en órbita en 2006. Sin embargo, poco después, un inconveniente en la computadora de a bordo cortó todo tipo de comunicación y dejó el aparato a la deriva.

El momento para derribar el satélite será elegido en función de "maximizar la posibilidad de impactar en el tanque de combustible y asegurar que los trozos resultantes ingresen rápidamente [en la atmósfera] y no pongan en peligro otros satélites ni operaciones espaciales específicas", precisó Rocca.

Si los misiles fallan, adelantó Rocca, Estados Unidos proporcionará toda la asistencia necesaria a los gobiernos de países cuyos territorios resulten afectados por la caída del aparato. Asumiría además la responsabilidad de cualquier daño causado por el satélite, como lo establece el Convenio Internacional sobre Responsabilidad de Daños Causados por Objetos Espaciales, de 1972.

Si hay trozos del satélite que caen en países extranjeros, "Estados Unidos desearía recuperarlos", dijo Rocca.

Ante la inquietud que generó la noticia, el vocero del Departamento de Estado, Sean McCormack, desmintió que Washington intentara proteger secretos tecnológicos del aparato espía o que trate de demostrar su capacidad para destruir satélites en el espacio, como hizo China en enero de 2007, cuando abatió un viejo satélite meteorológico chino con un misil. Según el vocero, la misión china "fue específicamente diseñada como un test [para probar] la habilidad para destruir el satélite", mientras que la misión estadounidense es "un intento para tratar de proteger a la población en tierra".

No obstante, científicos de todo el mundo expresaron su sorpresa ante la decisión norteamericana. "No es la primera vez que un vehículo entra [en la atmósfera con una reserva de hidracina]", dijo el director del Centro Espacial de Francia, Marc Pircher. Añadió que, si bien la hidracina es relativamente tóxica, también es bastante inestable, por lo que se descompone a unos cuantos centenares de grados Celsius y se transforma en un gas inofensivo.

A fines de enero, Estados Unidos descartó que la caída del satélite fuera un peligro para zonas pobladas y señaló que el aparato se desintegraría al entrar en la atmósfera.

En 1985, un avión F-15 de la fuerza aérea estadounidense derribó un satélite de su país, durante una prueba militar. El mayor satélite norteamericano que cayó sobre la Tierra fuera de control fue el Skylab en 1979, cuando centenares de piezas de la estación espacial de casi 80 toneladas aterrizaron, afortunadamente sin provocar daños, sobre el océano Indico y una parte desolada del oeste de Australia.

Agencias AP, AFP y ANSA

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