jueves, 10 de marzo de 2011

Sin integración no hay independencia

"Sin integración no hay independencia"


El prestigioso intelectual norteamericano analiza el presente político de América Latina y advierte que China está desplazando a EE.UU. en la injerencia regional
-Usted ha señalado que América Latina ha desafiado la hegemonía de Estados Unidos y las instituciones financieras globales. En pocas palabras, los latinoamericanos, según sus palabras, nos encontramos en una suerte de momento postneoliberal. ¿Por qué cree usted que el futuro puede forjarse en América Latina?
-No creo que América Latina sea la utopía. Lo que digo es que ha comenzado a emerger de una historia muy dura hacia un estadio en el que tiene algunas posibilidades. Eso no la vuelve la utopía. En los últimos 200 años, América Latina ha tratado muchas veces de salir adelante pero no ha podido debido particularmente a dos problemas. Primero por la falta de integración que separa a los países, porque incluso el sistema vial es diferente entre unos y otros. También porque los países han estado orientados hacia poderes imperiales casi en todo sentido, desde los bancos en los que la gente invierte su dinero hasta las universidades adonde envía a sus hijos. Ese complejo se está superando y se han adoptado pasos ciertos hacia la integración. El último ejemplo es la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), creada en febrero de 2010, con todos los países de América, excepto Estados Unidos y Canadá, un proyecto simbólicamente significativo y potencialmente importante. Si esa organización adquiere algunas funciones reales en la integración, será comparable a otras iniciativas como Unasur, el Banco del Sur o Mercosur. A mis ojos, la integración es un prerrequisito para la independencia.
El segundo problema es interno. Todos los países de América Latina tienen una estructura social horrenda en la cual hay un pequeño sector de la población, mayoritariamente blanco, que es extremadamente rico y está rodeado de una enorme miseria. Eso no ha sido solucionado pero al menos ahora es tenido en cuenta.
El tercer punto es el surgimiento de los movimientos indígenas. Sabemos que esos movimientos son un arma de doble filo. Por ejemplo en Ecuador, donde los indígenas preguntan por qué deben renunciar a su forma de vida para que los conductores puedan congestionar las calles de Nueva York, o en Colombia, donde los campesinos e indígenas se preguntan por qué deben sacrificar sus habitats por la minería.
Aunque tiendo a simpatizar con esas preguntas, sé que no son cuestiones triviales. Un país tiene recursos y debe poder usarlos. El problema es cómo conseguir que se usen en beneficio de la población, tratando de generar la menor destrucción posible del medio ambiente y evitando que los beneficios vayan exclusivamente a los inversionistas internacionales o a los ricos locales. Al menos estos problemas se están abordando de una manera diferente que en el pasado, cuando cada vez que alguien reclamaba era aplastado.
Otro elemento fundamental es que hay una relación sur-sur que antes no existía. Como prueba, China es hoy uno de los mayores inversionistas en la región, superando, en lugares ricos en recursos, a Estados Unidos. Si examinas en retrospectiva la política exterior de Estados Unidos, verás que el control de América Latina ha sido casi un dogma. En el Consejo de Relaciones Exteriores se creía que si no se controlaba América Latina no se podía controlar al mundo. Bueno, ya no la controlan. El ejemplo más notorio es Brasil. Brasil y Turquía, otro país que ha escapado del control norteamericano, se aliaron para negociar un trato con Irán alrededor del tema nuclear. Obama lo vio con reticencia, pero aun así lo hicieron. Esto pasa en otras partes porque el control mundial está declinando y América Latina es una pieza de importancia. Eso le abre a la región posibilidades que antes no tenía. Cómo manejará esas posibilidades, aun no está claro.
-¿Qué riesgos y desafíos ve usted cuando piensa en las esperanzas latinoamericanas?
-El riesgo es que las estructuras que han impedido el desarrollo de las sociedades latinoamericanas aun existen. Los caudillos y el caudillismo, por ejemplo. O el hecho de que el desarrollo que está teniendo lugar siga basado en la extracción de materias primas. Incluso en Chile, que es considerada la joya de la corona, la economía sigue dependiendo del cobre y en general sigue sujeta a una determinante geográfica que la lleva a producir frutas y vinos para el mercado norteamericano. Aparte de eso, no parece haber un esfuerzo claro y consistente para superar el sistema tradicional. La economía de Brasil también depende de materias primas que se extraen para Rusia y China, si bien el país cuenta con un aparato industrial importante. El otro problema es introducir y consolidar una democracia funcional en estos países que permita superar la tremenda pobreza y ayude a que la población participe política y socialmente.
-Ya que usted menciona los problemas que trae el caudillismo al sistema democrático, me gustaría conocer su opinión actual sobre Venezuela. ¿Cuál es su apreciación del socialismo del siglo XXI y Hugo Chávez como líder?
-Venezuela es una historia mixta. Algunas de las políticas públicas, como las misiones, me parece que tienen sentido. Ha habido una importante reducción de la pobreza que ahora podría estar creciendo de nuevo. Además, el hecho de haber podido vencer el golpe militar y una gran huelga capitalista del sector industrial y empresarial me parecen avances significativos. Hay grandes problemas de violencia criminal, corrupción y control autoritario que deben ser confrontados y abordados. Esto sucede en el marco de iniciativas internacionales muy constructivas como Petrocaribe y el Banco del Sur. De modo que hay cosas positivas, pero también hay peligros.
-Quisiera pedirle que hable un poco más de los peligros, ya que se refiere a importantes aspectos del sistema democrático.
-Sé que son temas importantes, pero no los conozco y prefiero no entrar en materias de las que no sé. Hay problemas de fondo que deben ser confrontados, como ya dije. En Bolivia ha habido cambios sustanciales que han sido impulsados de abajo hacia arriba de la estructura social. En Venezuela los cambios han sido guiados desde arriba. Los cambios que se imponen desde arriba son inherentemente peligrosos, nadie lo duda. De modo que es necesario moverse hacia situaciones en las cuales las misiones, las cooperativas y otros programas sociales tengan una autoridad real y no solo la que les confiere el gobierno. Teóricamente Chávez lo piensa así, pero ese pensamiento tiene que hacerse realidad.
-Usted ha mostrado una preocupación constante por Colombia. ¿Qué piensa del nuevo gobierno de Juan Manuel Santos?
-Cuando estuve en Colombia, hace algunos meses, la Defensoría me llevó a visitar algunos pueblitos aislados y peligrosos cercanos a La Vega, en el Cauca. Fui porque los pobladores de la región dedicaron un bosque a la memoria de mi difunta esposa, Carol. En esa región, los pobladores estaban tratando de bloquear los esfuerzos de compañías mineras que, con su explotación arbitraria, han contaminado las fuentes de agua. Por ejemplo, y esto es algo que yo no sabía, aparentemente el gobierno está tratando de privatizar el agua. Y lo hace tomando en cuenta la lección que dejó el fiasco de Bolivia. Es decir, no como un esfuerzo a nivel nacional, sino en pequeñas zonas, aislando a las comunidades y anulando su capacidad de acción conjunta. Contra eso, la gente de muchas de las comunidades que visité se está organizando y tiene programas hidrológicos muy sofisticados, principalmente para resistir la privatización así como la destrucción de los bosques vírgenes. Es una tendencia alrededor del mundo resistir la presión de las compañías multinacionales. Que puedan lograrlo, está por verse. Al mismo tiempo, la gente de la Defensoría me comentó que ha resurgido la violencia, en parte, según ellos, por la acción de las Farc, lo que ha producido una respuesta militar y paramilitar. El padre Javier Giraldo, una persona increíble, estaba con nosotros investigando para un libro sobre lo que ha pasado con las comunidades de paz como San José y Apartadó, que, como tal vez sepas, han sido atacadas e intimidadas por un largo período de tiempo. Incluso la última vez que estuve allí, hace algunos años, San José, que es la más grande, estaba sitiada. La situación ha empeorado, con lo que se ha virtualmente eliminado a estas islas de paz. Me parece que eso no luce bien.
Para volver a tu pregunta, los grupos de derechos humanos con los que hablé esperan que con Santos haya un relajamiento. Esto no lo puedo asegurar porque proviene de una fuente secundaria, pero la esperanza es que aunque Santos continúe aplicando algunas políticas de Uribe, se supone que por su clase social –él es un oligarca mientras Uribe viene de una clase media antioqueña– y porque no necesita las conexiones soterradas con el paramilitarismo y el narcotráfico que hubo en el gobierno uribista, será menos brutal en materia de derechos humanos y más abierto a los arreglos.
-Bueno, Santos no ha sido más flexible, al menos con las guerrillas. Ahí tenemos la aniquilación del Mono Jojoy, nada menos que el jefe militar de las Farc. Sin embargo, pareciera moverse todavía dentro del marco institucional.
-Luce entonces como que debería buscar algún tipo de arreglo político con las Farc.
-¿Cuál puede ser el rol de Colombia en la dinámica regional de América Latina?
-A este respecto, me parece que la objeción de la corte al acuerdo sobre las bases militares estadounidenses puede ser significativo. Ese acuerdo irritó a varios países. Con la excepción de Alan García, la oposición fue general e incluso Unasur hizo un pronunciamiento en contra. No se objetaron las implicaciones nacionales del acuerdo, sino sus aspectos extraterritoriales, es decir, el hecho de que Estados Unidos quisiera usar las bases para recoger información y hacer labores de vigilancia. Esa es la parte que los países de la región sintieron amenazante, aunque no aparecía de forma explícita sino que era la interpretación hecha por Estados Unidos. Si el punto es totalmente retirado, creo que ayudará a Colombia a estar más integrada a Suramérica y, por supuesto, será un paso importante para dejar por fuera la intervención de fuerzas militares estadounidenses en la región, pues las únicas otras fuerzas militares estadounidenses con características extraterritoriales están actualmente en Honduras.
-Aprovechando que ha tocado un tema controversial, quisiera preguntarle cuál es el estado actual de las relaciones entre Estados Unidos y América Latina.
-Latinoamerica se esta moviendo hacia algún tipo de integración, lo cual, como he dicho, es el prerrequisito para la independencia real. Esto es muy importante porque es la primera vez, en 500 años, que se dan estas condiciones. No sé si llegue a trascender, pero me parece que si la CELAC se transforma en algo más que un proyecto en el papel, puede ser muy positivo. Lo mismo puede decirse de la propuesta de descriminalizar algunas drogas llevada a cabo por la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia, encabezada por los ex presidentes Ernesto Zedillo, Fernando Enrique Cardoso y César Gaviria y que agrupa a otros ex presidentes. Si América Latina coincide en salir de esa guerra destructiva contra las drogas, podría haber un avance importante en ese terreno.

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